Gastronomía
La acentuada legitimidad de la hamburguesa
La reencarnación cualitativa de las hamburguesas es evidente. Vacuno de altura que logra la empatía de los paladares más exigentes que huyen de los rutinarios entrepans de carne picada
La frase del título nos aproxima a la realidad y nos comisiona para vivir el presente. El huracán vivido con los reconocimientos nacionales a las hamburguesas que reinan en la restauración valenciana nos sirve de coartada para escrutarla desde perspectivas diferentes. La revalorización de la hamburguesa convencional, como seña de identidad contemporánea de la gastronomía universal es un dato objetivo en el subconsciente «gourmet», mientras sigue abriéndose camino en el exigente mercado hostelero. El expansionismo de los restaurantes monográficos ayuda de manera exponencial.
Los paralelismos son a veces tan necesarios como molestos, pues arrojan luz sobre el universo de las hamburguesas y ayudan a comprender mejor su evolución en la restauración actual que es cada vez más permeable a su presencia y acometidas. Aunque por mucho que nos empeñemos, a veces, los paladares caen a plomo con versiones de hamburguesas que no arreglan lo irremediable, su revalorización como seña de identidad contemporánea en la gastronomía real es un dato objetivo que vaticina el triunfo de este producto con la majestuosidad cualitativa de la carne.
Los nuevos restaurantes dedicados a la hamburguesa no tienen, por fortuna, ambiciones planetarias, en forma de franquicias desproporcionadas, solo cualitativas. La interconexión es total, hay mejor vacuno y prometen más oportunidades en forma de verdura y pescado. Existe un nuevo orden «gourmet» que vaticina el triunfo del producto, con la majestuosidad cualitativa de la carne patria.
La reencarnación de las hamburguesas, en diferentes cartas de alta cocina, es evidente. Vacuno de altura y con adn que consigue la empatía de los paladares más exigentes que huyen de los rutinarios entrepans de carne picada con sospechosos acompañamientos. Aunque no siempre el rostro es el espejo del alma, todo producto generoso es la consecuencia de una hamburguesa fuera de lo común.
La imagen icónica y la empatía son condiciones necesarias, pero no siempre resultan suficientes para hacerse con un hueco entre los gustos de los clientes si no hay producto. El anonimato del vacuno no era el mejor estimulo. Después de varias décadas, la hamburguesa se configura como producto clave. Llegamos a vislumbrar una nueva forma de tiranía gustativa con la liberalización de la hamburguesa en la restauración. Credibilidad frente a artificialidad. Ya no hay resistencias puristas, porque todos los patriotismos gustativos se adaptan de manera ejemplar.
Reflexionar sobre su importancia en la configuración de los hábitos gastronómicos actuales es viral. En cada hamburguesa hay una emoción contenida de la que hacemos a otros partícipes. Te esperan calladamente, expresando la calidad del producto vacuno. Cuestionados los principios de calidad del vacuno de las «otras hamburguesas», arrojados en el pasado a una orfandad que solo podíamos combatir con una suerte de frivolidad lúdica en nuestra casa o en los restaurantes de alta cocina, han surgido en los últimos años referencias solventes para conocer la auténtica hamburguesa.
Hay un nuevo orden naciente que vaticina el triunfo del producto. No hay que sorprenderse por la reencarnación cualitativa de la hamburguesa. Vacuno transparente. De calidad. Antes de ser hamburguesa conoces el rostro de la carne. Es maravilloso comprobar que en el éxito de este plato lo que cuenta son las dos cualidades más sencillas y básicas: excelente carne y generosidad en la preparación
Aunque la restauración española también tiene el aire lanar que se caracteriza por seguir costumbres gastronómicas venidas de otros lugares, no hay ninguna evidencia que señale al «fast food», actualmente, como vía de entrada para alcanzar la postverdad de la hamburguesa. Existen variadas y excelentes oportunidades locales para que los paladares intimen con ellas. La llegada de estos restaurantes ha establecido un futuro gourmet y homologable para las hamburguesas.
Lastrada por su complicidad protagonista con la comida basura a principios en los ochenta y autodestruida su reputación por los excesos de determinadas franquicias en los noventa hoy reina de manera cualitativa y manifiesta en muchos establecimientos. Su supervivencia se ha basado en la intuición autocrítica de clientes y el impulso regenerativo de los nuevos hosteleros. La hamburguesa actual saca músculo pisando calle. En medio del tsunami generacional que prejubila hábitos y crea nuevos gustos, nuestra protagonista ha ampliado las fronteras del género aunando otros productos.
Reconozcan como argumento irrefutable que de las pretéritas felonías y deslealtades cualitativas hacia la hamburguesa de algunos establecimientos, no todos franquiciados, ya no queda (casi) rastro alguno. Depositen en la mayoría de las hamburguesas su total confianza, asuman como necesaria su prevalencia y valoren que la indulgencia gustativa que el pueblo comensal muestra hacia ciertas hamburguesas no conoce límites. La mayoría aclama con fervor a nuestra protagonista.
Al encontrarse de nuevo con la hamburguesa adopten una distancia cautelar hasta conocerla, para desquitarse de otras aventuras pretéritas. Prioricen y establezcan criterios. Su existencia, pero también su gusto, se beneficiará. La realidad actual descubre un presente muy atractivo, con todas las de la ley vacuna, que nos lleva a la legitimidad gourmet de las hamburguesas.
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