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El camino de Alfonsina hasta el mar

Recordamos la vida de la protagonista de la canción “Alfonsina y el mar” en la que se describe su suicidio arrojándose desde un puerto en Mar del Plata
larazon
La Razón

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Alfonsina Storni (1892-1938) fue una maestra, periodista y poeta que inspiró la tan famosa canción de “Alfonsina y el Mar” en la que se narra su lento suicidio adentrándose poco a poco en el mar hasta que finalmente se ahoga. Esta pieza es una de las obras más representativas de la cultura musical argentina, interpretado inicialmente por artistas como Mercedes Sosa hasta los tan famosos Andrés Calamaro y Rosalía. La compuso el pianista Ariel Ramírez y el escritor Félix Luna.
La vida de la protagonista no es una historia cualquiera. Nació en Suiza y como muchos europeos del momento, probaron suerte cruzando el charco y aterrizando en la ciudad de Santa Fe (Argentina) con cuatro años. Su familia regentaba un bar-cafetería en el que ella ayudaba como camarera atendiendo a los clientes que por allí pasaban. Además, de forma paralela consiguió un título como maestra, que es lo máximo que una mujer del momento aspiraba dentro del terreno universitario y cultural.
Más adelante, con 25 años, comenzó a frecuentar obras teatrales tanto en Buenos Aires como en Montevideo, apareciendo de manera intermitente en las publicaciones semanales de“Atlántida” hasta en periódicos ya consagrados en el país marplatense como “La Nación”Respecto a su actitud con la que mira la vida muchos la tachan de “desafiante” debido a que se enfrentó a techos de cristal que en aquel momento eran impensables. Para empezar, quedó embarazada muy joven y sin pareja, por lo que llevó adelante una vida de madre soltera. Este hecho era algo impactante en la época ya que en la sociedad imperaba una organización totalmente machista, etiquetando de “residuales” a todos los sujetos que salgan de lo estrictamente establecido.
Si esto fuera poco, partió a Buenos Aires en esa situación tan delicada a buscarse la vida y a profundizar en su faceta poética, por lo que la ciudad porteña, al ser un foco de la literatura sudamericana la acogió con los brazos abiertos, pero no antes sin pasar ciertas dificultades que pudo vencer, algunas de ellas de la manera más peculiar.
Por ejemplo, a la hora de presentarse a una entrevista laboral, fue la única mujer entre 100 aspirantes a los puestos de trabajo que se ofrecían. La prueba consistía en la redacción de una carta comercial. Un tiempo después se le notificó con el mensaje de que había sido seleccionada pero que por su condición de mujer su sueldo sería menor que el del resto de hombres. Ante esta situación que le tocó vivir, se mostró siempre reivindicativa y rebelde, exponiendo una lluvia de ideas y argumentos respecto a la igualdad de géneros. Ya por 1919 luchaba por la legalización del divorcio (Argentina tuvo que esperar hasta 1987 para conseguirlo) , señalaba ferozmente a las mujeres que desarrollaban un papel plenamente doméstico porque su plan de vida era buscar a un hombre con la suficiente capacidad adquisitiva para mantenerlas. Fue precursora en Sudamérica junto a la chilena Gabriela Mistral y la uruguaya Juana de Ibarbourou del movimiento feminista de principios de la década de 1920, dando conferencias en Uruguay sobre el rol de la mujer. Un inocente día, bañándose en una playa de Uruguay cuando una ola la tiró notó un dolor en el pecho. Esto se convertiría en el primer síntoma de lo que más tarde le diagnosticaron como cáncer de mama. Más adelante, tras someterse a diversos tratamientos y pasar una temporada dolorida llegó a la conclusión de que no podría esta vez sobreponerse ante ese muro.
Al alcanzar el estado de conciencia de su inevitable muerte ideó un escenario poético. Este contaba con un “aviso” de lo que sucederá y es que mandó a publicar al diario “La Nación “ el poema “Voy a dormir” , que dejaba poco lugar para la interpretación del mismo dada la situación. Para muchos artistas, su muerte fue puramente romántica al adentrarse poco a poco en la marea marplatense para así desaparecer, como dice la canción “Por la blanda arena que lame el mar. Su pequeña huella no vuelve más”. Pero nada más lejos de la verdad, su suicidio no fue un paseo hasta lo profundo del mar, sino que en un día de tormenta huracanada se lanzó desde la escollera del Club Argentino de Mujeres. En el lugar donde dejó sus últimas huellas se encontró uno de sus zapatos, que se quedó enganchado a unos hierros . El legado que dejó Alfonsina tiene multitud de facetas: la artística, transformándose en una musa para diversos autores y la nacional: Argentina venera su figura por el adelanto ideológico que llevaba consigo desde en épocas, mostrando su propia manera de ser mujer, destrozando los cánones marcados por el machismo y todo esto casi en la “soledad” pues no eran ideas bien recibidas por grandes estratos de la sociedad.