De ilusión también se vive en Dubái
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Antes todo esto era campo. O desierto. Ahora, entre centro comercial y centro comercial, encontrarán un museo. Las megalópolis de la península arábiga, en especial las de los Emiratos Árabes Unidos, han descubierto la diplomacia de los museos. Lo llaman el «poder blando», un mix entre relaciones internacionales con países europeos (Francia se sitúa a la cabeza) y el lavado de cara de las teocracias de antaño. Señores, queremos ser «cool». El sistema de franquicias (tú me das la marca y yo pongo los petrodólares) ha cuajado. Desde el recientemente inaugurado Louvre de Abu Dhabi al Guggenheim de dicha ciudad, con fecha aún indeterminada de inauguración. En sus vecinos de Dubái, la escalada museística no va a la zaga: a principios de 2017 abrió sus puertas el Etihad Museum, una mole de 10.000 metros cuadrados para narrar y exponer la pujanza del emirato. En realidad se trata de un contenedor un tanto anárquico de contenido, pero cumple su función de dotar de ganchos al turista que, cada vez en mayor número, se acerca a esta zona de Oriente a la que sus mandatarios tratan de quitarle a marchas forzadas el pelo de la dehesa, las arenas del desierto. Precisamente estos días se negocia la exposición de las joyas de la dinastía de Qatar en París, mientras el emirato expone por primera vez en la feria de arte contemporáneo de Moscú, Cosmoscow. Con el yihadismo minando la imagen del mundo árabe, los emiratos han entendido que no pueden enrocarse en la política del barril de crudo si quieren que Europa les tenga en cuenta. En este contexto, tienen sentido bizarras propuestas como el Museo de las Ilusiones, una franquicia surgida en Croacia y ya presente en numerosas ciudades. En Dubái, este nuevo centro se integra alrededor de 450 metros cuadrados con 80 obras clasificadas en tres categorías: ilusiones maestras, ilusiones grandiosas e ilusiones ópticas. Un refrito entre «op art», gabinete de curiosidades o cuarto de maravillas, un toque «Mil y Una Noches» y hasta dispositivos más propios de una barraca de feria. «Quienes traspasen estas puertas pueden aprender mucho sobre la visión, la precepción del cerebro y la ciencia», opina Mohammed Al Wahaibi, propietario de este espacio. «Dubái es la capital del entreteniemiento de Oriente Medio y ofrece numerosas opciones, por eso apostamos por traer este museo aquí, es popular y la gente lo conoce», añade. No será el último museo en los emiratos.