Björk es abuela y no acabamos de creerlo
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Björk, la diosa del futuro, la visionaria de nuevos mundo y la creadora de lenguajes fuera de nuestro alcance es abuela. Así escrito da un poco de bajona, porque algunos ni sabíamos que este ser de extraplanetario «flow» era madre, y pensábamos que lo de dejar descendencia es prosaico y lo pone todo perdido, lo cual encaja mal con la mujer irreal de la foto. Pero resulta que la islandesa tiene ya dos hijos y un nieto y no dejamos de pensar que es algo inaguantablemente humano. A Björk, de 53 años, le suponíamos cuidando de un terrario de mariposas o de lagartos, quizá susurrándole a caballos salvajes o incluso criando una granja a la que aleccionar con consignas para rebelarse de ella misma. La imaginamos mejor cantándole nanas a una especie protegida que con un sacaleches en la mano, pero es que de puertas para adentro los que más decepcionan son los excéntricos. Los andamiajes estéticos y teóricos se hunden como mitos cuando se pronuncia la palabra consuegra. Björk es consuegra y algunos otros parentescos más. En todo caso, y bien pensado, daríamos algo por ver cómo educa, inspira y consiente la islandesa al pequeño, cuyo nombre no ha trascendido, pero sí sabemos que ha nacido en la lejana (lejana de todas partes) Seattle. ¿Le cantará en su idioma imaginario (o en islandés, que no es otra cosa)? ¿Se asomará a la cuna para hacerle sus míticos gorgoritos? ¿Llevará puesta la máscara con luces o no será apta para pequeños por riesgo de ataque epiléptico? ¿Cómo se llevará Björk con su hijo mayor, Sindri Eldon? La persona que se ha atrevido a hacer abuela a la cantante islandesa es un periodista de 32 años que trabajó como redactor del «Reykjavik Grapevine» y que vive en EE UU con su mujer, Morgan Johnson ¿Cómo se llevará Björk con su nuera? Sindri es hijo del primer compañero de la cantante, que tuvo a su segunda hija, Isadora Bjarkardóttir, de 16 años, con Matthew Barney. La ruptura de la relación con Barney dio lugar a las letras de «Vulnicultura», un álbum desgarrado con el que dijo Björk que se retiraba para siempre. Ella explicó que el relato de aquella ruptura es un buen mensaje para su hija pequeña: «Ella lo escuchará probablemente cuando crezca... Pero creo que es importante, como padre, ser humano. Y, sobre todo, hay un mensaje fuerte en no tratar de ser perfecto», decía en una entrevista. Ojalá que reconsidere la retirada y se embarque en un nuevo proyecto, quien sabe, puede contar cómo es vivir en una utopía que se vuelve terrenal cuando llora un niño, o quizá tenga tiempo de contar cómo son los nietos de los alienígenas.