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De Hildegart a Pilar Primo de Rivera: ¿Qué une a una defensora de la libertad sexual con la fundadora de la Sección Femenina?

El proyecto «Cartasvivas» saca del armario la voz de mujeres que buscaron su sitio en la sociedad desde distintas posiciones
larazon

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Una abogaba por la liberación sexual, la profilaxis y la limitación de la prole como ariete contra el patriarcado; otra, preconizaba el servicio de la mujer como tronco familiar y piedra angular del movimiento nacionalcatólico; finalmente, una tercera vivía como «un noble arruinado», que diría Gil de Biedma, del caudal de su voz interior, en un tiempo en que la mujer no tenía gran proyección en las letras.
Aparentemente, Hildegart Rodríguez, Pilar Primo de Rivera y Carmen Laforet no tienen nada en común. Cada una disparó en cartas, discursos y diarios desde posiciones bien diferentes, en algunos casos directamente extremas e irreconciliables. En un país acostumbrado al frentismo cultural habrá incluso quien considere una aberración juntar los nombres de la joven feminista radical Hildegart con el de la fundadora de la Sección Femenina de Falange. Pero a todas las une, por encima de bandos y sensibilidades, el haber sido pioneras por encima de los condicionantes y tener algo que decir a las mujeres (y hombres) de hoy. Palabras que vale la pena rescatar.
«Es necesario darle voz a cada una de ellas, sin prejuicios, sin hacer hagiografía; traerlas al presente de forma decisiva», explica Nuria Capdevila-Argüelles, catedrática de la Universidad de Exeter, e impulsora junto a la cinestas Paula Ortiz del proyecto «Cartasvivas», patrocinado por la Fundación Banco Santander. La idea es presentar en tres «píldoras audiovisuales» de tres minutos el testimonio de distintas mujeres clave del siglo XX, pensadoras, escritoras, política, deportistas, etc, que fueron pioneras. Todo ello para ir constituyendo, poco a poco, una «biblioteca» digital que traiga al presente qué dijeron y qué pensaron estas mujeres a las que, en las pequeñas piezas audiovisuales, interpretan distintas actrices del cine español.
El caso de Hildegart Rodríguez es uno de los más peculiares y trágicos del pensamiento español. Niña prodigio desde la cuna, a los tres años leía y escribía. Antes de los 18 años, con tres carreras a sus espaldas, ya había publicado decenas de libros sobre la reforma sexual, la anticoncepción, la eugenesia, el marxismo, las enfermedades venéreas... «Cartasvivas» recoge extractos de su correspondencia con el eminente sexólogo Havelock Ellis, a quien consideraba su maestro. Sin embargo, la genialidad de Hildegart acarreaba la sombra de un tutelaje férreo de su madre, la socialista Aurora Rodríguez, que la educó en soltería y vio en ella un «experimento» sobre «la mujer del futuro», desligada del poder patriarcal.
En tanto la niña prodigio (que se trataba intelectualmente con Gregorio Marañón y Ortega y Gasset, publicaba en decenas de revistas y ejercía un fuerte activismo político) se mantuvo en la órbita de su madre, todo fue bien, pero los delirios paranoicos de la madre combinados con una presunta relación sentimental iniciada por Hildegart, llevó a un fatal desenlace: el asesinato de la joven a mano de su propia madre en 1933. El abrupto final de la utopía libertaria que tuvo en Hildegart una efímera pero superdotada valedora.
Nada que ver con la vida, obra y pensamiento de Pilar Primo de Rivera, hija del dictador Miguel Primo de Rivera y hermana del fundador de Falange Española. De fuerte vocación política en una época en el que la mujer no tenía fácil acceso a los centros de poder, encauzó su camino mediante una institución que logró gran independencia dentro del franquismo, la Sección Femenina de Falange. Allí, dedicada a la ayuda, asesoramiento y formación de mujeres del entorno urbano y rural, con especial cuidado en la higiene y educación dentro de los parámetros del nacionalcatolicismo, se convirtió en un puntal femenino de los años del franquismo. «Es bonito traer al proyecto a una pionera que no tiene una ideología progresista, aunque no comulgue con ella», señala la actriz Consuelo Trujillo, que da vida a Primo de Rivera en unos cortes audiovisuales cuyas declaraciones se han tomado de una entrevista en la que, ya pasada la dictadura, reivindicaba su trabajo dentro del movimiento. «En esa España, fue una revolucionaria. Venía de una familia de líderes y siempre tuvo afán de hacer cosas desde su punto de vista. Y lo logró», añade la intérprete.

La escritura como catarsis

El último ejemplo de este proyecto en construcción de «Cartasvivas» (que se puede consultar en «cartasvivas.org») es tal vez más conocido, el de la escritora Carmen Laforet, que logró con su novela «Nada» el primer premio Nadal en 1944, un hito teniendo en cuenta que el gremio literario era bastante refractario en la época a las voces femeninas. La correspondencia con Elena Fortún da pie a que Laforet narre su desasosiego con su vida y su obra, sus dudas, miedos y vacíos, pero al mismo tiempo la necesidad catártica de la escritura precisamente en los años en que acababa de tener una hija, con los condicionantes que ello suponía.
«Fueron mujeres visionarias, pioneras y tremendamente paradójicas. No era fácil para ninguna ser quienes fueron. Mostramos la tensión de su pensamiento y colocamos su legado para entender nuestra cultura», señala Capdevila. Para Paula Ortiz, es más que nunca necesario «sacar del armario» el testimonio de «la otra mitad de la historia, del pensamiento, del deseo. Sigue siendo necesario buscar en ese lugar oculto».
Una biblioteca infinita
El proyecto «Cartasvivas» tendrá continuidad con la creación de nuevas «cápsulas» en un continuum que no tiene fecha de caducidad. Por lo pronto, ya se trabaja en el perfil de mujeres como Gloria Fuertes, Pepita Pardel y Teresa Wilms Montt.