Inés Ortega: «Freír un huevo es lo más complicado de la cocina»
La heredera de la cocina de su madre, Simone Ortega, invita a principiantes y experimentados a conquistar con los fogones
Podría decir que conoce todas las recetas. Ha experimentado con infinidad de sabores, ha cambiado el orden de los pasos y ha estudiado la forma de llevarlos a la mesa. Inés, con el mismo apellido de su madre, Simone Ortega –que lo adoptó de su marido–, actualiza la cocina tradicional para acercar este arte a los más temerosos de los fogones, mientras invita a los que ya se han atrevido a profundizar en el universo gastronómico. Con el bagaje del popular «1.080» de su madre –el tercer libro más vendido en España por detrás de El Quijote y la Biblia– y vocación divulgadora, su «Bienvenidos a la cocina» (Siruela) es una invitación para ir más allá del arroz o la manga pastelera y conocer hasta la química del souflé. Este libro se ha cocinado, según cuenta a LA RAZÓN, con el ingrediente de la «sencillez» y «sin pretensiones».
-Sabe que su libro se va a manchar en la cocina...
-Para eso está, para que se use mientras se hace el plato y que caiga la mancha de tomate para que siempre te acuerdes de ese momento.
-En el auge de programas de cocina y blogs de recetas, ¿qué aporta su libro?
-Enseña muchas cosas aparte de recetas. También es interesante aprender la historia de los platos y conocer las diferentes culturas gastronómicas, precisamente ahora que nos gusta experimentar con cocinas del extranjero.
-¿Cuál es el criterio para clasificar recetas según sean cenas románticas o una noche con amigos?
-Las he seleccionado según lo que creo que quiere la persona que lo prepara en cada momento. A tus padres o amigos les haces una cosa sencilla, en cambio en una cita, seguro que quieres algo más sofisticado.
-¿Y cómo son los platos de una cita?
-Lo importante es que sean apetecibles a la vista y que no te compliquen la vida. En un menú para tu pareja tienes que hacer un plato que puedas dejar preparado el día anterior y que para la cita hayas tenido tiempo de ducharte y arreglarte tranquilamente.
-¿Cocinar o que le cocinen?
-Cocinar es para mí un disfrute. Cuando cocino pongo música, hablo con mis amigas o me tomo una copita de vino. Eso sí, prefiero cocinar acompañada. Lo bueno de hacerlo para los demás es el placer que vas a proporcionar y el que recibes haciéndolo.
-Siempre hay un dilema con las medidas en la cocina, ¿cuánto es una pizca?
-Lo que te cabe entre dos dedos.
-¿Y un chorrito?
-Es básicamente volcar y quitar rápido.
-En su libro dice que son las medidas de la abuela, las más inexactas. También son los platos favoritos, ¿por qué?
-Es la cocina que más nos gusta porque resulta sabrosa, saludable, y es la que nos recuerda a nuestra infancia, a lo que hemos comido toda la vida. Eso te da calor familiar.
-Igual que son los sabores más difíciles de reproducir...
-Porque debes cogerle mano. Eso lo sabemos las que ya somos un poco mayores.
-¿Cuál es el sabor de su infancia?
-La mousse de chocolate de mi madre. La he hecho tantas veces que casi he conseguido que me salga igual. Era maravillosa.
-Cuál es su plato favorito de las recetas de Simone Ortega?
-Hay tantos... Recuerdo que cuando era nuestro cumpleaños mi madre nos dejaba elegir el menú y yo le pedía siempre barbarois, que me encantaba, y ñoquis, un plato italiano que me chifla.
-¿Entonces ya trasteaba en la cocina?
-No te creas que mucho; mi madre no era de dejar ayudar, pero yo me metía en la cocina, vigilaba, aprendía y además podía meter el dedo en la mousse de chocolate.
-¿Ha corregido alguna receta de ella?
-Lo que sí he hecho es poner al día su famoso libro «1.080 recetas de cocina». Ella misma antes de morir me pedía que lo actualizara porque con el tiempo nos hemos vuelto más cuidadosos en los platos y había que incluir ensaladas, por ejemplo.
-En su cocina no falta...
-Aceite español, que me parece una joya.
-¿Qué es lo mejor de nuestra gastronomía?
-Las legumbres y las verduras, que las tenemos buenísimas y se comen poco. A mí es que los platos de cuchara me apasionan.
-¿Incluiría insectos en alguna de sus recetas?
-¿Por qué no? En Indonesia los probé y tienen su aquel... Las hormigas me supieron a pipas y el grillo está crujiente y tiene su gracia. Los escorpiones ya me tiraron un poco para atrás, pero son una forma buena y barata de comer proteínas. Nosotros tenemos muchos en el campo, pero llevarlos al plato es un paso que cuesta.
-¿Está todo inventado en la cocina?
-Nunca está todo inventado, aunque hay una gran base. Luego está la mano del artista, que le aporta algo diferente, un toque con sabor especial.
-¿Es lo mismo decir «no sabe ni freír un huevo» que ser un desastre con los fogones?
-No, porque freír un huevo bien es lo más complicado de la cocina. De hecho, en los concursos, cuando dos grandes cocineros empatan, se resuelve al freír un huevo. Para hacerlo bien hay que separar la clara de la yema y que luego quede en el centro. Pero nosotros lo hacemos mal.
-¿En su casa consume platos precocinados?
-Alguna vez, aunque prefiero cocinar yo. Lo que hago a menudo es guisar y después guardar y congelar para más veces.
-¿Se le puede sorprender con algún plato?
-Es complicado. Más que sabores, me sorprenden las texturas. El otro día me dieron guisantes diminutos cocinados en su salsa que se rompían en el paladar y me sorprendió por lo fantásticamente preparados que estaban.
-¿Y su receta de la felicidad?
- Estar en el campo con una buena lectura, buena comida y buena compañía.