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Mujeres desconocidas
Amelia Earharrt, la primera aviadora que cruzó el Atlántico
Cuatro años de preparación intensa culminaron el 20 de mayo de 1932, cuando despegó en solitario. Casi 15 horas después, aterrizaba en Irlanda como la primera mujer en conquistar el Atlántico por sus propios medios

El firmamento se ha transformado en una autopista celestial donde pájaros metálicos trazan estelas blancas contra el azul infinito. Lo que hoy consideramos factible (comprar un billete, surcar las alturas en un avión, atravesar continentes en cuestión de horas) fue durante milenios un sueño imposible. El cielo era territorio vedado, dominio absoluto de las aves que se alzaban con naturalidad mientras la humanidad permanecía atada a la tierra. Pero Amelia Mary Earhart transformó la aviación con su dedicación y habilidad técnica, convirtiéndose en una leyenda de la aviación.
Nació el 24 de julio de 1897 en Atchison, Kansas. Desde pequeña, Earhart mostró una personalidad aventurera y curiosa. A los 10 años, vio su primer avión en una feria estatal, pero en ese momento no le causó gran impresión. El 28 de diciembre de 1920, durante una exhibición aérea en Long Beach (California), Earhart subió a un avión por primera vez como pasajera. Esa experiencia de apenas 10 minutos cambió su vida para siempre: «Supe que tenía que volar de ahora en adelante», diría más tarde. Ahí comenzó su obsesión con la aviación.
Decidida a aprender a volar, comenzó sus lecciones de vuelo con Neta Snook, la primera mujer piloto en tener su propia escuela de vuelo. Seis meses después de tomar el vuelo por primera vez, logró comprar su primer avión. El 15 de mayo de 1923 obtuvo su licencia de piloto, convirtiéndose en la decimosexta mujer en Estados Unidos en lograrlo. En 1927, Earhart acumulaba más de 500 horas de vuelo e invirtió dinero para construir una pista de aterrizaje y enseñar a volar, especialmente a mujeres.
En abril de 1928, Earhart recibió una llamada telefónica del publicista capitán Hilton H. Railey. La pregunta era simple pero revolucionaria: «¿le gustaría convertirse en la primera mujer en volar el Atlántico?» Aunque las presiones familiares la obligaron a viajar junto a los pilotos Louis E. Gordon y Wilmer Stultz, aquella decisión marcaría el inicio de una leyenda. El 17 de junio de 1928, el Fokker F.VII despegó desde Trepassey Harbor, en Terranova, con destino a Europa. Durante 21 horas interminables, los tres aviadores navegaron sobre las aguas del Atlántico hasta tocar tierra en Burry Port, Gales. Este vuelo fue un gran logro para la industria de la aviación, y fue noticia en todo el mundo. Al regresar a los Estados Unidos, los pilotos fueron recibidos con un desfile en Nueva York, y el mismísimo presidente Calvin Coolidge les ofreció una recepción en la Casa Blanca.
Esta experiencia motivó a Earhart a prepararse como piloto principal. Cuatro años de preparación intensa culminaron el 20 de mayo de 1932, cuando despegó en solitario. Casi 15 horas después, aterrizaba en Irlanda como la primera mujer en conquistar el Atlántico por sus propios medios. Este logro histórico fue solo el comienzo. Earhart estableció numerosos récords: primera mujer en volar sola sin escalas a través de Estados Unidos, primera en cruzar el Pacífico desde Hawái hasta California, primera mujer en recorrer la distancia más larga volada sin escalas y la primera persona en hacerlo en menor tiempo, junto a muchos otros que la consolidaron como una aviadora excepcional.
Earhart no solo destacó en la aviación; también fue escritora, editora y defensora de los derechos de las mujeres. Escribió varios libros sobre sus experiencias de vuelo, incluyendo «Veinte horas, cuarenta minutos» (20 Hrs. 40 Min.: Our Flight in the Friendship) (1928), «La diversión de “eso”» (The Fun of It) (1932) y su novela póstuma «Último vuelo» (Last Flight) (1937). Trabajó como editora (¡de aviación!) en la revista «Cosmopolitan», organizó la carrera aérea «The powder-puff derby» para mujeres en 1929, fue miembro del consejo directivo de la aerolínea Ludington Airlines y consultora técnica para varias compañías aeronáuticas. En 1929 fundó la organización «Las noventa y nueve», grupo internacional de 99 mujeres piloto, promoviendo la participación femenina en la aviación.
Su filosofía de vida se resumía en una frase que repetía constantemente: «la aventura es valiosa en sí misma». Esta creencia la llevó a emprender su último y más ambicioso proyecto, el de dar la vuelta al mundo siguiendo la línea ecuatorial, un viaje que diez pilotos lo habían intentado anteriormente, pero ninguno había conseguido.
El 1 de junio de 1937, Earhart despegó desde Miami junto a su navegante Fred Noonan en su Lockheed Electra, iniciando lo que sería su vuelo final. Después de completar casi toda su travesía, el 2 de julio de 1937, su avión desapareció en algún lugar sobre el Océano Pacífico, cerca de la Isla Howland. El presidente Franklin D. Roosevelt autorizó la búsqueda con 9 barcos y 66 aviones, pero a pesar de las extensas búsquedas, nunca se encontraron rastros definitivos de Earhart o su avión. La desaparición de Earhart se convirtió en uno de los misterios más grandes de la aviación.
La vida de Amelia Earhart demuestra que la dedicación, la pasión y el trabajo constante pueden abrir nuevos caminos en cualquier campo. Su legado trasciende la aviación: cada vez que montamos en un avión llevamos con nosotros el eco de su hazaña. En cada despegue resuena su mensaje: el cielo no tiene límites para quienes se atreven a alzar el vuelo.
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