Apestados
Tres meses después del ataque a Pearl Harbor, Roosevelt –«en interés de la seguridad nacional»– firmó una orden que recluía a 100.000 residentes de ascendencia japonesa, sin cargos, en distintos campos de concentración en el Oeste norteamericano. Sacados a la fuerza de sus casas, hombres, mujeres y niños fueron privados de libertad durante más de tres años en Utah, donde ni un solo árbol asistía su confinamiento.
La mayoría fueron puestos en libertad en 1946, pero sus vidas nunca volvieron a ser iguales. Perdieron empleos, hogares, estima y salud. Ése fue el destino de la abuela, la madre y el tío de la escritora Julie Otsuka, que ha elaborado estas páginas a través de la memoria de su familia. El libro arranca en Berkeley. Otsuka construye su calmada obra en cinco partes: la asunción de la deportación por parte de la madre de dos hijos, los preparativos para la marcha una vez que el padre fue internado meses atrás, el largo viaje en tren hacia el campo, la mísera vida y los dos regresos: el primero, a la casa donde había sido violada por desconocidos, a las miradas inquisidoras. Y el del hombre, aquel ser destruido, incapaz de ponerse en pie tras el trato de quienes decían ser compatriotas. Pese al breve capítulo final, el resto del libro está escrito con la resignación del herido y el rigor de quien ostenta la verdad. Escalofriante y revelador.