Félix de Azúa: «El populismo es el enemigo de la cultura y la alfabetización»
Félix de Azúa / Filósofo y escritor. Publica «Nuevas lecturas compulsivas», un libro en el que compila los ensayos sobre sus escritores favoritos y que considera, en una época cada vez más privada de referencias, como una guía para orientarse en las aguas de la literatura
Félix de Azúa recoge el lamento, la antigua elegía olvidada y tantas veces infravalorada, hacia los viejos maestros que George Steiner entonó en uno de sus célebres ensayos, y publica un libro, titulado «Nuevas lecturas compulsivas» (Círculo de tiza), que es un homenaje y una oportuna compilación de los autores que han marcado el cauce de sus reflexiones y el devenir de su pensamiento crítico. «Los maestros son aquellos que nos enseñan que la lectura es una de las fuentes más grandes de gozo y una de las principales herramientas de autoconocimiento. A través de los libros, vives otras vidas y te puedes preguntar qué habrías hecho tú en esa situación». Para saldar la deuda contraída con sus páginas favoritas y seguir la estela de anteriores escritores, como Nabokov, que dejaron ensayos que hoy sirven de orientación y guía en el amplio paisaje de la literatura, él ha reunido sus impresiones sobre Montaigne, Hölderlin, Gimferrer, Cervantes, García Márquez, Lord Byron o Maulraux, entre otros, en un volumen enjundioso, que remata con sus ideas sobre el devenir de la lectura y el discurso de ingreso en la Real Academia Española.
–¿Importa qué se lee?
–A partir de adquirir la razón y cierto entendimiento hay que aprender a leer y tener cuidado con lo que se lee, porque la selección de lo que se lee te va a marcar. En mi bachillerato, el Ministerio recomendaba una lectura. A mí me tocó las «Soledades», de Góngora. Aún recuerdo a mis desconcertados compañeros. En lugar de incitar a la lectura, la hundió. El año anterior, tuvimos que leer una sonata de Valle-Inclán. Fue un éxito. Los que la leyeron, después saltaron a Baroja y Unamuno. Este libro que saco ahora es, precisamente, para enseñar a leer.
–Parece que los nuevos maestros son las redes sociales.
–Sí, y es un desastre. Yo uso internet para acceder a conferencias de profesores de Oxford y Harvard. Hay una parte impagable. Pero hay otra mala. Internet es una jungla y uno puede adentrarse por veredas que conducen a la nada. Si entras en el mal camino puedes perder tres años de tu vida leyendo cosas innecesarias. Eso lo favorece la red.
–Habla de neoanalfabetos.
–Hay más gente que lee de la que se dice, pero también hay grandes masas de analfabetos. La causa es que ya no hace falta estar alfabetizado y tener herramientas intelectuales fuertes para llevar una buena vida. En el siglo XIX comenzó la alfabetización masiva porque era necesaria para que la gente tuviera criterios para diferenciar el bien del mal, lo bueno de lo mejor, y que entendiera las máquinas complejas que aparecieron entonces. En ese momento, era esencial para la sociedad.
–Y eso ha cambiado.
–Ahora lo único que se requiere es saber apretar un botón. Estudiar una carrera no sirve de nada. Es casi imposible que se logre aprender algo serio porque la universidad es ruinosa. Además, después de licenciarse, los estudiantes tendrán que hace varios másteres de 6.000 euros cada uno para competir. Esta sociedad no necesita el saber, la alfabetización y el conocimiento técnico de la sociedad industrial. Los requerimientos son otros. Ya no es necesario leer y alfabetizarse para tener en el futuro una posición reconocida. Leer es más bien un proceso de composición interior, de ti mismo. En esta sociedad, la lectura es el medio para conocernos a nosotros mismos y por eso será eterna.
–Pero los viejos valores que transmitía la lectura retroceden...
–Los valores antiguos han desaparecido: la dignidad, la honra, la honestidad. Pero siguen creándose otros nuevos: la popularidad, la notoriedad, la fama... no es que no haya valores, es que éstos son los valores de la sociedad del espectáculo. La lectura es un correctivo eficaz contra ellos.
–Pablo Iglesias y Ada Colau, ¿vienen de las retórica de las redes sociales o de la grecorromana?
–Estos dos personajes, al igual que Trump o Le Pen, son figuras populistas, que, además, saben que son populistas y que utilizan políticas populistas. La fuente principal de Pablo Iglesias es Laclau, que es el espíritu del peronismo. Emplean herramientas populistas, demagógicas, engañosas, porque se trata de engañar a los votantes, que son tontos y tienen que ser dirigidos por grandes hombres como Hugo Chávez. Ellos, el populismo, son el enemigo número uno de la cultura y la alfabetización, del conocimiento de uno mismo. Son jefes, caudillos, que buscan absorber el alma de sus votantes. No desean que sus votantes critiquen o piensen. Quieren súbditos obedientes. Representan todo lo contrario de lo que venimos hablando.
–Permítame invocar su capacidad de anticipación. ¿Cataluña se independizará?
–Da toda la impresión de que por pimera vez en España hay un Gobierno que se da cuenta de que no se puede seguir alimentando a la fiera y hacer concesiones y concesiones. Todos los que hemos vivido el problema desde dentro, en Cataluña o el País Vasco, sabemos que cuanto más se concede, más crece la bestia. Ahora, sin embargo, Ra-joy y Soralla Sáenz de Santamaría intentan convencer a los independentistas de que ganarán más dinero si dejan de ser independentistas. Pero eso no va a funcionar. No va a reducir el nacionalismo. El nacionalismo es una religión. Es una psicosis religiosa. Y no se puede moderar o controlar desde el poder español. Llegará un momento en que los separatistas producirán un suceso violento y es posible que a partir de ese instante, el Gobierno de España tenga que recurrir al poder del Estado que no ha usado todavía. Los españoles han financiado el independentismo catalán. El independentismo catalán se ha alimentado de nuestro dinero. El Gobierno tendrá, en un momento, que pararlo de alguna manera, y no digo que sea por la violencia, pero sí agresiva.
«Nuevas lecturas compulsivas»
Félix de Azúa
Círculo de tiza
398 páginas,
24 euros