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Los últimos años felices

larazon
  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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Pocos autores pueden presumir de tener unos padrinos como Martin Amis y Julian Barnes, o que su prosa se compare con la de Iris Murdoch, pero lo cierto es que, leída esta primera entrega les asiste parte de razón, aunque sea como un punding tan inteligente como encantador. En pocas literaturas puede uno sentirse tan confortable como si de un guante a medida se tratara, como en esta novela-río cuya primera entrega de Elizabeth Jane Howard, que lleva por subtítulo: «Crónicas de los Cazalet». Tres generaciones de una acomodada familia, reunidas en su finca, nos permiten asistir a los quehaceres de dos abuelos, cuatro hijos, nueve nietos, innumerables parientes políticos, criados y animales domésticos. De 1937 a 1938 asistiremos a todo y de todo: de lo mundano a lo trascendental; desde un gato atrapado en un árbol a los últimos años felices que vivirá Inglaterra hasta la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias.
Los eventos se transmiten a través de una serie de voces flotantes a medida que cada miembro observa el patrón de vida: unos de otros, y de ellos a sí mismos. Nadie puede negarle a la autora que sea un libro de ritmo uniforme, rico en observación y detalle, así como un cierto menosprecio al ritmo. El lector pasa una página tras otra; atrapado, lentamente, de modo absorbente y convincente. Las voces de los niños mezcladas con las de los adultos como si en una visión por capas, como en 3D, se tratara. No se driblan los problemas familiares complejos, aunque el tono sea presa de una educación victoriana con mucho músculo. Telescopio y microscopio en mano la autora nos habla de un sentido de pertenencia: estatus, familia, relaciones laborales, sociales, éticos... Howard explora «los problemas sin nombre» que la moral y los modales victorianos todavía sancionan. Uno de los ejemplos más ilustrativos es la construcción de la sexualidad femenina en un marco heterosexual, como dar a luz a niños que arrastran a madres poco satisfechas; una mirada que traspasa pero que también huye y se pierde en la lejanía o en el ensimismamiento. Lleno de minucias y de lo cotidiano, todo lo relatado resulta evocador. Un magnífico libro que resulta memorable por su fuerza poética.