¿Murió Neruda por una inyección letal?
El Gobierno chileno ve «altamente probable» que no muriera de cáncer, sino por mano de «terceros»
El Gobierno chileno ve «altamente probable» que no muriera de cáncer, sino por mano de «terceros»
El 8 de abril de 2013, un equipo de peritos grabados en todo momento y bajo una fuerte presión mediática extrajo los restos de Pablo Neruda de su sepultura en Isla Negra, a petición del juez chileno Mario Carroza, que investiga desde 2011 la muerte del poeta tras una denuncia presentada por el Partido Comunista del país, que desconfía de la versión oficial de la muerte, es decir, que Neruda murió por culpa del cáncer. Desde aquella espectacular exhumación, las especulaciones sobre la causa real del fallecimiento han estado en el punto de mira. Sólo el misterio sobre el paradero de Lorca es equiparable a este otra gran «culebrón» del mundo de las letras. Y en ambos casos la política está en el fondo del asunto. Así, según un informe presentado en marzo de este año por la Corte de Apelaciones de Santiago, «resulta claramente posible y altamente probable la intervención de terceros en la muerte de D. Pablo Neruda». Es decir, el Gobierno chileno apunta directamente a un asesinato como desencadenante del fallecimiento del poeta el 23 de septiembre de 1973 y no debido al cáncer de próstata que, no obstante, es un «hecho indiscutido» que padecía.
- La habitación 406
¿Cómo se habría gestado esa muerte a manos de «terceros»? El informe apunta a una inyección en el abdomen que le habría sido suministrada en la Clínica Santa María, que se encontraba intervenida como otros edificios públicos tras el golpe de Estado de Pinochet, producido apenas una semana antes. Allí, en la habitación 406, se habría fraguado esa «intervención de terceros», un pinchazo en el estómago corroborado por Matilde Urrutia, la última esposa del poeta, y Manuel Araya. Continúa el informe gubernamental: «No sabemos quién puso esta inyección, qué contenía, si se dejó constancia de ella o no en la ficha médica, ficha que no existe (...). Lo que sí se sabe es que el estado de salud de D. Pablo Neruda empeoró rápidamente desde esa inyección, y que su muerte se habría producido (...) tan sólo 6 horas y 30 minutos después de la misma». A pesar de todo, el texto pericial considera que los estudios toxicológicos «no permiten descartar ni confirmar» un presunto envenenamiento.
Aunque el informe tampoco apunta directamente a un posible brazo ejecutor o ideólogo de esta intervención ajena al cáncer que padecía el escritor, sí presenta un apartado sobre su «Importancia intelectual y política» dentro del capítulo «Antecedentes que hacen presumir una posible intervención de terceras personas». Es decir, el Gobierno chileno da pie a las teorías que opinan que Neruda fue liquidado por los golpistas, debido a ser un intelectual de izquierdas de renombre mundial y cabeza del Partido Comunista chileno.
La familia no ve homicidio
A principios de año, Bernardo Reyes, sobrino del poeta, descartaba toda posibilidad de homicidio de Neruda: «He hecho mis propias investigaciones, he sido amigo de Matilde Urrutia y he asistido con ella a numerosos actos de la resistencia. Todo lo que he indagado me ha permitido llegar a la conclusión de que no es posible el homicido».