Antonio Orozco: «Mi abuela fue mi ''coach'' en la vida y en la música»
Con «Las dos orillas» ya ha conseguido un disco de oro, y ser número uno en iTunes. Por arte y simpatía
Ni en sus mejores sueños imaginaba este momento tan dulce de su carrera. El autor de «Devuélveme la vida» y «coach» del programa «La Voz», lanza su disco más personal, «aquel en el que me desnudo por completo». El título, no puede revelar mejor su incesante movimiento de un continente a otro: «Dos orillas». Un músico capaz de caldear con su cariño una tempranera cita en el gélido Madrid, que continuará con la grabación de su programa y concluirá a altas horas de la noche barcelonesa, firmando discos hasta dislocarse la muñeca. Humilde, tierno, profesional... Así es este poeta de cautivadora garganta.
-Sexto CD, «en el que se concentran los últimos cuatro años de momentos buenos y malos»...
-Pero han pesado más los buenos, sin duda. Aunque los malos son el complemento necesario. En cualquier caso, no cambiaría ni un ápice porque soy el resultado de todo ello.
-Lanzamiento simultáneo en todos los países de habla hispana, ¡la bomba!
-Es fruto de mucha perseverancia y mucho trabajo... ¡Si supieras la locura de viajes, carretera, aviones, hoteles, baretos, guitarra a cuestas! Pero no me quejo, ¡ojo! Soy feliz.
-Las «dos orillas» se resumen en la frase del Tenorio: a los palacios subí y a las cabañas bajé...
-(risas) ¿Lo dices porque en los últimos cuatro años igual estaba allí que aquí; lo mismo tocaba en una pizzería mexicana que en el Palau Sant Jordi?... Pero todo ha sido igual de gratificante.
-«Llegará» es el primer single... ¿lo dice en futuro o ha llegado lo que tenía que venir?
-Cuando me fui a América lo hice casi a la contra de todo el mundo... Lo que nos falta es un cambio de cristal porque miramos por el equivocado. Llegará. Juntos, nos puede llegar todo.
-Dice: «Técnicamente soy un cantautor, aunque muchos detesten el término». Si canta e interpreta, ¿cómo demonios se va a llamar?
-No sé por qué la palabra cantautor molesta. Es como si eres foniatra, suena mal, pero no puedes llamarte ginecólogo, ¡narices!
-Junto con Drexler, Donés, La Mari de Chambao o Bebe forman una generación de cantantes que hablan de los grandes temas de siempre, pero, ¿qué aportan?
-Es un gusto que me nombres junto a ellos. No creo que haya una nueva forma en lo que decimos, sino que podemos decirlo.
-Dice que hay mil formas de decir te quiero. ¿Las has dicho todas?
-¡El problema es que no lo decimos! Y la gente tiene que imaginarlo. Y eso, luego, pesa.
-Albert Hammond dice que puede componer incluso sobre una mosca, ¿qué se le resiste a usted?
-Hay cosas que se me resisten. Por ejemplo, pude escribir sobre mi hijo cuando estaba en camino, pero ahora que ha nacido no puedo. Como tampoco puedo hablar de la muerte de mi padre, que murió hace 21 años. Todas las palabras se me quedan estrechas.
-Hoy, ¿quién no tiene amigos para hacer un dúo, no es nadie? Incluso María Dolores Pradera lo ha hecho.
-Cuando subes a un escenario con alguien que admiras es impresionante. Todo artista tiene mucho que aportarte y, de paso, quizá tú puedas darle algo...
-¿Con quién le haría más ilusión compartir escenario con Mick Jagger o con Paul McCartney?
-Con McCartney porque para cualquiera de mi edad sus canciones han sido un punto de partida... Además, sus melodías tienen parte de culpa de que hoy esté aquí.
-¿Si tuviera que salvar de un incendio la discografía de Camarón o de Paco de Lucía?
-No respondo porque te falta otra pata de ese gran banco: Enrique Morente, que también es patrimonio de la humanidad. Por tanto, me lo pones jorobado para decantarme.
-Dice: «No hay que escuchar demasiados consejos, sólo creer en lo que uno hace»
-No lo digo por mí, sino por los cantantes de «La voz» y porque el único consejo que me atrevo a darles es que no escuchen tantos consejos. Me fascina que me contradigan, ¡ole sus coj....!
-Podrían terminar, los cuatro, como «coach» de la clase política... Quizá iría todo mejor...
-(risas) No necesitan un «coach», necesitan –algunos de ellos– conciencia y eso no se compra, ni se traspasa. Tienen una forma diferente de ser y, digamos que no cuadro en ese formato.
-¿Contento con la camiseta del Barça que lleva su nombre?
-Claro. Además, jugué hace veinte años, durante un tiempo con el Barça de fútbol sala. Pero ahora sólo quiero cerrar los ojos y disfrutar de lo que me está pasando: la aceptación de mi música, la nominación a los Grammy, los viajes. ¡Es como un sueño!
-A fin de cuentas, y parafraseándole, «está hecho de pedacitos de todo eso».
-Sin duda. Además esa canción es de las más importantes de mi vida.
-La misma que le dedicaría a Tito Vilanova.
-A él a todos los que están luchando contra esa enfermedad dificilísima llamada cáncer. Él, como todos ellos, son ejemplo de elegancia, constancia. ¡Son los «coach» de la vida!
-Nadal sueña con la presidencia del Madrid cuando se retire, si usted logra la del Barça, ¡la foto previa a un clásico, sería la bomba!
-Tu ficción es divertida, pero, cuando me retire, sólo aspiro a seguir arrimando el hombro con el hospital Sant Joan de Déu.
-Su primera guitarra, que aún conserva, ¿responde a un nombre?
-Se llama Rosario, por mi abuela. Cuando cantaba menos que un grillo «espachurrao» ella decía «¡qué arte tiene mi niño!». Y tantas veces me lo dijo que me dio fuerzas .
-Vamos, que su abuela fue su mejor «coach».
-Sin duda, pero no sólo en la música, sino también en la vida.