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Quique, de los Hermanos Cubero: «Escribí lo que necesitaba»

En «Quique dibuja la tristeza», éste canta al desgarro de perder a su esposa por un cáncer. Un disco sereno, crudo y hermoso que vuelve a mezclar folclore castellano y americano.
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En «Quique dibuja la tristeza», éste canta al desgarro de perder a su esposa por un cáncer. Un disco sereno, crudo y hermoso que vuelve a mezclar folclore castellano y americano.
Alejado de la solemnidad y de la afectación, con pena pero sin lástima, así cuentan Quique y Roberto, los Hermanos Cubero, el dolor por la pérdida de la mujer del primero fallecida de cáncer en su disco «Quique dibuja la tristeza». Un trabajo desgarrador para el oyente, íntimo y sereno, y en la línea de los anteriores, un disco que mezcla las influencias americanas con el folclore alcarreño. Pura nobleza castellana. Lo traen a Madrid en los Apetitivos del Thyssen.
–Es un trabajo durísimo.
–Quique: Bueno, cuando conoces la historia te puede hacer más efecto. Pero hay un montón de canciones que tratan temas universales. Algunos son más directos y te ponen en la situación, ves esa verdad. Todo es cierto, no es una creación literaria, y entiendo que haya a quien le pueda parecer muy duro. Pero hay muchas canciones que tratan temas similares.
–Ha utilizado una palabra que creo que es la clave: verdad.
–Es que son temas muy directos pero cuando empecé a escribirlos eran para mí, no para publicarse. Escribí lo que necesitaba. Se quedó así aunque era más fácil darle un barniz de lírica y convertirlo en más etéreo.
–Que lo oigas con un nudo en el estómago no quiere decir que no sea bellísimo.
–Cuando las escuché en el orden vi que tenían su historia y que, aunque son un trago, es un álbum bonito. He llorado con temas de otra gente que no necesariamente tenían que hablar de algo triste y, sin embargo, te tocan algo y ya está. Pero las canciones que más molan son esas, las que más te alegran o las que más te entristecen porque en el término medio está bien pero no te toca esa fibra.
–Seguro que si traducimos más de un folk o un country son igual de crudos.
–Eso lo he pensado mucho, porque en estos meses escuché mucho country que a mí siempre me ha gustado pero igual lo escuché más asiduamente en esa temporada. Al estar en otro idioma igual se escapan un poco, se disimulan hasta que lees la letra. Cuando lo haces en tu idioma, se nota mucho más.
–¿Cómo está, cómo lleva la perdida?
–Lo he sobrellevado. Si lo quiere saber alguien, está todo en las canciones. Fue una pérdida muy grande porque, para mí, era mi proyecto de vida. Dejé de saber dónde estaba. La vida sigue y la rutina te va llevando. Cuidar de nuestra hija y hacer las obligaciones me ayuda a tirar.
–No se permite pensar mucho.
–No. Tienes que vivir. Lo otro es la parte filosófica que bueno, cuando me acuesto por la noche después de que se duerma la niña pues sí que piensas, claro. Joder, se hace duro. Pero tampoco pretendo dejar de pasar por ese mal momento porque es una forma de recordarla y de tenerla presente a mi mujer. Es un momento más del día que hay que pasar.
–¿Sigue hablando con las fotografías como canta en el disco?
–Sí, todavía lo hago. Es algo que... esa canción, cuando la estábamos ensayando antes de grabarla, con Roberto, teníamos que parar. Porque o él o yo, con algo tan reciente... no podíamos. Y con el tiempo sigue siendo igual de cierto lo que digo, pero tampoco lo tengo presente todo el día. He conseguido que sea solo canción. Pero a veces veo las fotos...
–Es cierto lo que dicen que convertir algo así en una historia alivia.
–Empecé a escribir después de que sucedió todo. Ella llevaba dos años enferma pero en ningún momento quieres creer del todo que va a pasar. Y cuando sucedió me quedé inanimado. Pasó algo de tiempo y me di cuenta de que tenía una gran confusión. Muchas cosas en la cabeza desordenadas. Y por eso escribí. Para poner en orden y ver desde fuera lo que estaba pasando. Y cuando logras, entre comillas, que solo sean canciones, te lo puedes tomar con más tranquilidad.
–¿Mientras tanto no podía escribir?
–Cuando estaba viendo el deterioro suyo solo pensaba dónde me iba a ir colocando yo. Quitando dos canciones, todas son posteriores.
–El lenguaje llama la atención, por palabras como «pragmatismo», «consecuente», o «estoicismo» que son, a priori, canciones difíciles de encajar en un disco sobre el dolor.
–No es premeditado. Eran pensamientos que tenía. Puede que sea retorcido o pedante.
–No lo veo pedante pero sí sereno, o reflexivo.
–Puede que fuera una manera de serenarme. Sentarme a poner en orden y a lo mejor no hay esa rabia o impotencia. Sí que soy pragmático a veces. Tenía que normalizarlo para entenderlo.
–El cierre habla de lo bueno.
–La última canción la escribí consciente para dar un mensaje cerrado y concluir el tema. Porque no quiero que esto quede abierto, no quiero seguir escribiendo sobre lo mismo. Voy a vivir de los recuerdos buenos. Pero las seis o siete primeras eran exclusivamente para mí. Roberto me convenció, y lo hicimos en disco.
–¿Será el eje de su presentación en el Thyssen?
–Fundamentalmente. Aunque como el personal se puede quedar compungido, haremos algún tema distinto al final.
–La gente se quedará con lo bueno, a pesar de los pesares.
–Espero que sí, es lo mejor. Y no nos queda otra.

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