El Raisuni y la guerra de Yebala en Marruecos
A veces aliado de España; otras, enemigo. La vida del caudillo marroquí El Raisuni es la de un personaje de leyenda, que llegaría a ser interpretado por Sean Connery
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Muley Ahmed ben Mohamed ben Abdallah el Raisuni, jerife, bajá y aspirante a jalifa, fue uno de los personajes más fascinantes de la historia, tanto de Marruecos como de España, que en ocasiones tuvo que luchar contra él para asentar su protectorado en la Yebala, llegando casi a derrotarlo, pero que también se vio obligada a negociar con él y a encumbrarlo.
Ganó notoriedad muy pronto en su vida. Nacido de una familia de abolengo, había querido ser legislador, pero acabó dedicándose al bandolerismo. No había cumplido los veinticinco cuando fue engañado y apresado por el bajá de Tetuán y enviado a la prisión de Mogador, donde pasaría cinco años. Indultado en 1900, no tardó en volver a las actividades delictivas, aunque en esta ocasión se especializó en el secuestro a cambio de dinero y poder. El del ciudadano estadounidense Ion Perdicaris se convertiría en el argumento de «El viento y el león», una película de Hollywood en la fue interpretado por Sean Connery, que se convirtió en una de las representaciones icónicas de este personaje.
Aquellos fueron años de conflicto con el Majzén –el Gobierno del sultán de Marruecos– y de auténticas batallas con las mehalas enviadas a Zinat a detenerlo, hasta que gracias a su apoyo a Muley Abd el-Hafid en la guerra civil que lo enfrentó a su hermano por el título de sultán, dejó de ser un fuera de la ley para convertirse en líder. Primero como gobernador del Fahs, el territorio en torno a Tánger, y más adelante como bajá de Arcila, territorio que aseguró y conquistó para el sultán, y que luego amplió, convirtiéndose en el señor más importante de la Yebala. Entonces, llegaron los españoles.
¿Les abrió las puertas de Larache y Alcazarquivir? Hay quien dice que no. Pero El Raisuni, conocedor de la política europea, prefería a los españoles antes que a los franceses, que aspiraban al dominio de todo el Magreb y a los que aborrecía, por lo que bien pudo allanar el camino de Madrid simplemente para evitar lo que consideraba un mal mayor, pero nunca se conformó. Con el fin de lograr la independencia, durante la Primera Guerra Mundial negoció con alemanes y otomanos, y también con los propios españoles, con los que, tras un periodo de insurrección entre 1913 y 1915, volvió a firmar la paz e incluso colaboró comandando una de las tres columnas de invasión y castigo que atacaron a la cabila de Anyera el 29 de junio de 1916.
Su máxima ambición era ser jalifa, representante del sultán en toda la Yebala, con sede en Tetuán, pero se le negó. Primero en favor de un joven primo del sultán y después para no ofender a los franceses, aunque en esta segunda ocasión estuvo a punto de conseguirlo. Pero antes de eso tendría que llegar una nueva fase de conflicto con la península. En 1919 seguía negándose a aceptar la autoridad del joven jalifa y, como había hecho en otras ocasiones, la siempre cambiante política de Madrid sobre el protectorado dio un bandazo. En esta ocasión pasó de la negociación a toda costa a la guerra. Siendo alto comisario el general Dámaso Berenguer, se iniciaron una serie de operaciones que fueron reduciendo su espacio paulatinamente. La ocupación de la ciudad santa de Xauen, en lo más profundo de la Yebala, fue un golpe durísimo y cuando, a primeros de 1921, las fuerzas españolas avanzaron hacia su base de Tazarut, parecía que estaba acabado. Pero El Raisuni tenía la baraka, la suerte inspirada por Dios que acompaña a los grandes caudillos. El 22 de junio de 1921 se produjo el desastre de Annual y, cuando estaba a punto de ser aniquilado, los políticos españoles buscaron de nuevo una alianza. Fue entonces cuando adoptó todos los mimbres del jalifato, menos el título oficial.
La rebelión del Rif se extendió a Gomara, y de allí se fue acercando a la Yebala, y entonces, el que había sido el gran enemigo de los españoles durante años se convirtió en el escudo de esta parte del protectorado. Su captura en 1924 y su muerte en Tamasint siendo prisionero de Abd el-Krim han llevado a decir que se preocupó más por sus ambiciones personales de riqueza y poder que por la independencia de Marruecos, pero su vida desmiente tanto esta afirmación como la contraria. Sin duda tiene razón su biógrafo cuando dice que El Raisuni fue un líder feudal para el cual ambas cosas iban íntimamente ligadas. A fin de cuentas, a diferencia de su captor, era descendiente de Mahoma. Condenado a muerte por los rifeños, murió de enfermedad el 3 de abril de 1925.
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