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Ramón Masats: «He sido un fotógrafo de tópicos e irónico»

PHotoEspaña 2014 concede el premio a la trayectoria profesional al creador catalán, miembro del colectivo «La palangana»
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La elegancia es restarse importancia. Subrayar lo que hacen otros como si los propios méritos no tuvieran relevancia o sólo resultaran logros comunes. En esas coordenadas, que son las que proporciona una saludable distancia, habla Ramón Masats, uno de los grandes de la fotografía española. Ha recibido el Premio PHotoEspaña a su trayectoria profesional y el Círculo de Bellas Artes inauguró ayer una retrospectiva del colectivo «La palangana», del que formó parte.
–Llegó a la fotografía desde el último lugar imaginable: la mili.
–Me aburría porque era secretario del juez militar, que, por cierto, tenía poco trabajo. Se me ocurrió entonces comprarme una cámara fotográfica. A partir de ahí mi evolución resultó progresiva. Al principio no tenía ni idea de fotografía e hice lo mismo que casi todo el mundo en la misma circunstancia: tomar instantáneas de la familia, el perrito, los niños que había alrededor... y poco a poco aprendí. Por esos años, vivía en Tarrasa. Allí existía un club de fotógrafos aficionados que me enseñaron a positivar y algunos trucos. Después empecé a ir a concursos y fui a la Sociedad Fotográfica de Cataluña. En ese lugar me encontré con gente que tenía bastante información sobre determinados aspectos y que deseaban cumplir con sus anhelos.
–¿Durante esos años resultaba muy difícil convertirse en un fotógrafo profesional?
–Yo tuve bastante suerte. Ahora mismo es mucho más complicado que en mi época. Entonces, si sacabas buenas imágenes, la gente te lo reconocía enseguida y te encargaba trabajos.
–Usted ha fotografiado el mundo del boxeo, el toreo, la Semana Santa...
–(Risas). Es que soy muy aficionado a los tópicos.
–¿Por qué? ¿Qué ofrecen?
–Los tópicos suponen un desafío. Entrañan la dificultad de hacer algo distinto a lo que se ha hecho, y eso es un reto para cualquiera. Puede decirse que he sido un fotógrafo de tópicos e irónico.
–Tanto los toros como los pasos son fiestas muy estéticas. ¿España tiene una cultura visual?
–Sí, la cultura nuestra es efectivamente visual y, además, tenemos unos artistas muy visuales. Y no me refiero sólo a la fotografía, también a los pintores, que han sabido aprovechar mucho mejor y durante bastante tiempo esta característica. Aunque ahora los fotógrafos se han emparejado y están enriqueciendo esa imaginación visual.
–Vamos, que somos muy folclóricos.
–(Risas). Sí, pero todos los países lo son. Lo que ocurre es que en nuestro caso es más evidente. Está la Semana Santa, la Feria de Abril, el Rocío... estamos de fiesta en todos los pueblos.
–¿Y es cierto que le ofrecieron fotografiar a Franco?
–Sí.
–¿A aceptó?
–(Risas) Fue un encargo que no pude evitar.
–¿Y cómo fue?
–Unos arquitectos de Huelva me encargaron fotos para el presidente de una caja de ahorros. Las hice y cuando las seleccionaron, el director del banco dijo que le gustaría tener un retrato de Franco hecho por mí. No creí que saliera, pero a la semana siguiente me llamaron de El Pardo para que fuera. El encuentro fue correcto. Yo le decía que se pusiera aquí, allá. Le hice sentarse en una ventana, porque yo nunca he usado flash. Con el fotómetro le medía la luz, pero como se nublaba, tenía que repetir la medición cada poco. Franco, que parecía que tenía nociones, me dijo: «No se preocupe. Estoy al lado de la ventana, cuando pase una nube le aviso». Así, cuando pasaba una, él me lo decía y yo cambiaba el difragma.
–¿Es más difícil retratar a alguien conocido o a la gente?
–A los famosos hay que cogerles el punto; con la gente, ser rápido para que no cambien de postura y algo discreto. Recuerdo que en mi época no existía conciencia de que se robara una imagen. Ahora le gente te pregunta con recelo cuando te ven con una cámara. Lo entiendo porque las personas tienen derechos sobre su imagen, pero antes, estábamos mucho más abiertos a la fotografía.
–¿Cómo recuerda «La palangana»?
–Éramos unos amigos que nos reuníamos a tomar copas y salir. Luego se convirtió en un hábito. Sólo intentábamos hacer buenas fotos. Luego se empezó a decir lo bien que habíamos retratado una época, pero ésa no era nuestra intención.
–¿Han evolucionado las cámaras más rápidos que la fotografía?
–Ahora con las digitales se pueden hacer cosas que antes no podías con las analógicas. Lo que es peligroso es el Photoshop, que puede llegar a desnaturalizar la imagen, pero también hay que admitir que integra elementos que bien usados pueden aumentar las posibilidades de expresión y de hacer fotos. Y eso está muy bien. Pero las fotografías las continúan haciendo los hombres, no las cámaras.