Deportes

El Real Madrid gana al Alavés y sale líder de Mendizorroza

Partido duro y trabajado de los de Zidane que se van de Vitoria con el liderato y la sensación de haber sumado tres puntos de los que dan la Liga

Noticias de última hora en La Razón
Última hora La RazónLa RazónLa Razón

A Zidane le encanta la Liga y parece que ese deseo se lo ha transmitido a los futbolistas. Sus chicos sacaron el pico y la pala para llevarse los tres puntos de Mendizorroza y salir de Vitoria con el liderato en solitario a la espera de lo que suceda en el Metropolitano. Se lo curró de lo lindo el Real Madrid, porque enseguida vio que era la única forma de sobrevivir ante el Alavés. No estaba la tarde para florituras ni poesías, hacía falta remangarse y abrir el paraguas en todos los sentidos. Ni rastro queda del equipo al que la Liga le daba pereza y se dejaba llevar en el torneo de la regularidad al mismo tiempo que se encandilaba con el esprint corto de la Champions.

Todo lo contrario es lo que se pudo ver ayer en Mendizorroza. Un bloque sólido, concentrado y en el que todos remaron sin importar el rango y la categoría. Lo demuestran los dos goles, marcados por defensas de los que siempre se van al vestuario con la camiseta manchada de verde. Y lo confirma también el remate de Isco en el preludio del 1-2. Como si se sintiera Santillana, el malagueño pisó el área pequeña y fue con todo al encuentro de la pelota y de Pacheco. Cabeceó con la fe de un «killer», respondió el portero y, tras tocar en el palo, la pelota se le quedó a Carvajal, que venía corriendo casi desde Valdebebas. Lo de Isco fue un mensaje claro para Zidane, y la confirmación de que está listo para ser importante. Después de mucho tiempo fuera, ha respondido con dos buenos partidos como titular. Lo suyo es el toque y la clase, pero en la acción de ese gol confirmó que está preparado también para unirse a las trincheras.

En ellas vivió el Real Madrid los noventa minutos, nada que Zidane no se esperase. El Alavés de Garitano es un muro que a veces se va al ataque, y eso fue lo que hizo cuando se vio por primera vez detrás en el marcador. Sólo dos equipos, Atlético y Sevilla, habían marcado un gol en Mendizorroza este curso. El Madrid dobló esa estadística de un plumazo, lo que habla del valioso botín conquistado por los blancos. Hasta el cabezazo de Ramos a gol tras un saque de falta de Kroos, los locales se habían mantenido firmes atrás y rácanos adelante. La primera mitad la controlaron bien, mientras que el Real Madrid buscaba los caminos que le dictaba la teoría: cambios de juego, entrada por bandas y movilidad de los delanteros sin una referencia fija.

El plan dio para algunas ocasiones claras, la más importante un balón al palo tras el rebote de un defensa, pero no bastó para abrir el marcador. Lo hizo el Madrid tras el intermedio a balón parado para cabreo de Garitano, al que no le gustó que le castigaran en la que es su especialidad. Reaccionó con garra el Alavés y apoyado en una temeridad de Ramos, que apartó con el codo a Joselu dentro del área y con el árbitro muy cerca. Penalti tan claro como evitable que Lucas Pérez convirtió en el empate a uno.

Ponerse por delante no había sentado bien a los blancos, o al menos, le había sentado mejor al Alavés. Tocaba volver a levantarse y lo hizo el Madrid rápidamente. Modric y Rodrygo, que había entrado por un tímido Bale, conectaron en la derecha y el croata colgó el balón al área pequeña. Se convirtió en el segundo gol tras los esfuerzos de Isco y Carvajal y entonces el Madrid sí que se solidificó sobre la ventaja en el marcador. No dejó crecerse al rival y Zizou metió a Valverde, una garantía de éxito cuando está en el campo. El Real Madrid no ha perdido en los diez últimos partidos con el uruguayo como titular y la única derrota desde su irrupción ha sido la de Mallorca, donde no salió del banquillo.

El técnico le dio un respiro de inicio ayer, y lo puso al final para que su energía detuviese al rival. Se sacrificó más que el resto en esos minutos decisivos porque estaba fresco y casi hace el tanto de la sentencia. Su presencia da tranquilidad al resto y lo agradecieron todos los que estaban bajo el diluvio. Para un día importante y duro, Zidane apostó por ocho de los futbolistas que fueron titulares con él en la última final de la Liga de Campeones en Kiev. Sólo faltaban Navas, Varane y Cristiano y entraron Areola, Militao y Bale. Para el técnico francés esa época dorada no está terminada, o al menos, el bloque de jugadores que la protagonizaron. Quiere contar con todos, con los míticos y también con los chicos descarados que piden paso. Busca un vestuario al completo enchufado, porque la Liga es larga y se gana en partidos como el de ayer, con el pico, la pala y sin rastro de pereza.