Arrancan los Juegos

Siete ceremonias paralímpicas después...

El nadador Xavi Torres y José Manuel Ruiz, de tenis de mesa, viven en Tokio sus séptimos Juegos Paralímpicos

La nadadora canaria Michelle Alonso y el ciclista valenciano Ricardo Ten, abanderados de España durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Paralímpicos
La nadadora canaria Michelle Alonso y el ciclista valenciano Ricardo Ten, abanderados de España durante la ceremonia de inauguración de los Juegos ParalímpicosISRAEL GARDYN MARTINEFE

Entre los más de 140 deportistas españoles en Tokio hay varias leyendas. Dos de ellas son el tenista de mesa granadino José Manuel Ruiz y el nadador mallorquín Xavi Torres. Ambos afrontan los que serán sus séptimos Juegos con lo que igualan a la atleta invidente Purificación Santamarta y al tirador en silla de ruedas Kike Soriano, ambos ya retirados.

José Manuel Ruiz (Granada, 1978) es historia del tenis de mesa y también del deporte español. Lo atestiguan tres décadas en lo más alto de su disciplina y un extenso palmarés con medallas en Mundiales y Europeos, pero también con los cinco metales sumados en cinco Juegos Paralímpicos desde su debut en Atlanta’96 hasta los últimos en Río de Janeiro 2016.

José Manuel está en Tokio después de superar una grave lesión. El 30 de marzo pasó por quirófano por una rotura total del tendón de Aquiles del pie derecho. Ese día, con mucho trabajo y fuerza de voluntad, empezó una cuenta atrás que al final le permitirá cumplir su sueño: «Las sensaciones están siendo buenas, gracias también a la férula que me hizo Podoactiva. Después de un tiempo sin entrenar en condiciones normales esto me ha hecho cogerlo con más ganas. En la burbuja de Madrid he aprovechado para limar detalles, hacer jugadas de partido y modificaciones en la forma de jugar por la lesión con visualizaciones de vídeo».

«No tengo molestias y no tengo dolor así que afronto los Juegos como una nueva oportunidad porque hace cuatro meses que me operaron y verme a día de hoy en la situación que estoy lo hubiese firmado. No llego en las mejores condiciones físicas y técnicas, pero a nivel psicológico voy muy fuerte. Esto me permitirá afrontar la competición con mayor tranquilidad, sin el estrés o presión que me imponía antes, y eso puede que sea un factor positivo», confiesa.

Igual de constante, sacrificado y apasionado por su deporte es el nadador Xavi Torres (Palma de Mallorca, 1974), que vuelve a una cita paralímpica nueve años después de su retirada tras Londres 2012, un poco cansado por la presión y la exigencia física de tanto tiempo entre la elite.

Con 47 años, Xavi Torres, que nació sin brazos ni piernas, exhibe un palmarés con 16 medallas paralímpicas (5 oros, 5 platas y 6 bronces) en seis Juegos, aparte de 15 en Mundiales y 24 en Europeos. Tras formar parte del equipo técnico de natación en Río, su regreso a la piscina se ha producido de forma silenciosa. Tenía la mínima B oficial desde febrero de 2020, antes de la pandemia, pero después la refrendó en Cádiz, en el Campeonato de Andalucía, y volvió a competir en el Europeo de Madeira del pasado mayo. «Para mi no es un regreso a la piscina porque nunca he dejado de nadar, aunque siempre he mirado las marcas que se hacían para ver si estaba a la altura de la gente que había. Con los años no puedo entrenar con la misma fuerza o intensidad que cuando era más joven, pero hago más trabajo específico y trato de mantener la técnica lo mejor posible», comenta el mallorquín.

«La natación me apasiona. Ahora no tengo presión deportiva a nivel de resultados así que estoy muy tranquilo y relajado, con ganas de que empiece todo, disfrutarlo y ver a los compañeros competir. Mi ilusión y para lo que vengo es estar en alguna final» confiesa. Xavi Torres competirá en 50 espalda, 200 estilo libre y 150 estilos individual S4.

La llama tricolor paralímpica ya ilumina Tokio

La llama tricolor (azul, roja y verde) del movimiento paralímpico iluminó el cielo de Tokio durante la ceremonia de apertura de unos Juegos que no cuentan con la participación de deportistas afganos, homenajeados en la gala, pero sí con un equipo de refugiados que abrió un desfile que contó con la presencia de 162 países. Sin público en el estadio por las estrictas medidas de seguridad para hacer frente a la pandemia de la COVID-19, los pocos asistentes a la ceremonia pudieron disfrutar de una historia desarrollada en un aeropuerto y con las alas de los aviones como protagonistas, como metáfora del impulso que mueve a los deportistas con discapacidad a cosechar éxitos extraordinarios en sus vidas. 378 fuegos artificiales, también de tres colores, cambiaron la sintonía del guión a la electrónica para empezar el desfile.

La bandera de Afganistán desfiló en solitario como homenaje a los dos deportistas de aquel país que no pueden competir por la toma del poder de los talibanes. Los abanderados españoles fueron la nadadora Michelle Alonso, primera abanderada española con discapacidad intelectual, y el ciclista Ricardo Ten. Y el encendido del pebetero fue el colofón a la ceremonia inaugural y corrió a cargo de tres destacados deportistas paralímpicos japoneses.