Atlético de Madrid
Abraham García: Lágrimas en el delantal
«Todo en el Madrid es ostentación a diferencia del Atlético», afirma el cocinero rojiblanco de Viridiana.
Antes de colgar el teléfono se oye la voz de Abraham García: pásame la 23, dice en su templo. No para, pero tiene cinco minutos para hablar de su Atlético. El dueño de Viridiana, un referente en la gastronomía española, tiene sangre rojiblanca que no puede, ni quiere esconder: «Lo que lamento después de la final de Lisboa es que el Madrid no se disolviera», dice cuando recuerda lo que sucedió en 2014.
Como buen rojiblanco, tiene claro quién es el rival y el placer que le dará ganarle, «que todo en el Madrid es ostentación, a diferencia del Atlético». El fútbol le gusta pese a que le molesta y le complica la vida. No hay peor enemigo para un restaurante en la capital que un partido como el de la final de la Champions entre dos equipos de Madrid. Los que no han viajado a Milán piden pizzas y lo ven en casa, entre amigos. Ir a un restaurante se convierte en la última opción, cuando otras noches es la principal. «Siempre he intentado crear una asociación de hosteleros para sobornar árbitros y que no dejen llegar a los equipos españoles a las finales», dice con sorna, porque nada le haría más feliz que ver ganar al Atlético esta noche, mientras está trabajando. «Voy a ver el partido interruptus, aunque estaremos a la mitad de trabajo». Así vio la final de hace dos años, cuando con el delantal con el que crea arte en la cocina tuvo que secarse las lágrimas de dolor. «Entendí por qué se habían extinguido los patos del río Manzanares. Por las lágrimas sentidas, de verdad, de los aficionados del Atlético de Madrid». De repente, el fútbol le da a los atléticos otra oportunidad, porque Lisboa fue como «pasar toda la vida deseando encontrarte con Miss Venezuela y el día que lo consigues, sufres un apagón de cuatro horas, de esos que se dan en Venezuela». Si ganan, su locura, su sueño sería utilizar el parque de El Retiro como champanera, que Neptuno se le queda corto; además, dice, es un dios modesto: «sólo tiene un tenedor». Abraham tiene muy claro qué cocinaría para cada equipo. «Para el Atlético, un chilindrón maravilloso. Y para el Madrid: Moby Dick, la ballena asesina».
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