Ciclismo
Alaphilippe va en serio
Hace ya tanto tiempo que un francés no gana el Tour de Francia que muchos ni se acuerdan. Es algo como borrado de la historia casi. Como que no ha existido. Por eso, el propio Tour contrató hace unos años a Bernard Hinault, el último galo en pasear por París de amarillo en 1985, como jefe del protocolo del podio. Teniéndole ahí, tan cerca del preciado tesoro, quizás algo se contagiaba. Éste es el primer año que Hinault ya no ejerce sus labores de controlar los ritmos en la ceremonia de premiaciones pero parece que su alma se ha colado en ese podio.
Francia ya se ilusiona con su próximo ganador del Tour. Lo llevan intentando un tiempo. Con Fignon primero, con Virenque después y más recientemente con Bardet, Peraud y Pinot. Pero el que de verdad está emocionando más que nunca es Julian Alaphilippe. A «Loulou» nadie lo veía como posible candidato a disputar el podio de los Campos Elíseos. Demasiado para un ciclista efervescente como es él, de chispa momentánea pero sin fondo, mucha arrancada pero poco diésel. Este Tour le está descubriendo que puede.
Y especialmente desde que el viernes se marcase una tremenda exhibición en la crono de Pau ganando la etapa y asestando 14 segundos al mismísimo Geraint Thomas. Pero su verdadera prueba de fuego era el Tourmalet. Y resulta que no solo la pasó con nota, sino que salió del Tourmalet más reforzado, más líder y mucho más candidato. Ya tiene 2’02’’ de ventaja con Thomas y 2’14’’ con el holandés Kruijswijk, que es tercero. A Egan Bernal, el teórico mejor escalador entre los primeros lo distancia en tres minutos y a su compatriota Pinot, en 3’12’’.
«A mitad de la ascensión final comencé a sentir que llegaba al límite», se confesó después. «Cada día me voy notando más quemado y estamos viendo que un día malo podemos tener todos y enseguida te caen dos minutos como si nada», avisa. A él de momento no le ha sucedido. Ya tiene dos triunfos de etapa, la crono y la de Epernay, donde se vistió de líder pero lo perdió en la Planche des Belles Filles. Dos días después lo recuperó, en Saint Etienne y desde entonces no lo ha soltado. Ha agrandado más su supremacía.Del Tourmalet, Alaphilippe sale con una candidatura más firme y habiendo hecho que sus rivales abran los ojos. Ahora sí hay que empezar a tomarse en serio al pequeño y espigado francés. Él también habla ya como un favorito: «Ya queda un día menos para París», descontando los días para la fiesta que puede devolver a Francia, casi 35 años después, el Tour. «Corro para defender este maillot amarillo, es todo un honor, lo estoy disfrutando y me siento muy orgulloso de llevarlo», asegura.
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