Real Madrid
Bale, un marciano en el vestuario del Madrid
La plantilla del Madrid no tiene ningún problema con el jugador galés, al que acepta con sus rarezas y genialidades. Bale está dolido por los pitos de la afición y se considera injustamente tratado por el público
La plantilla del Madrid no tiene ningún problema con el jugador galés, al que acepta con sus rarezas y genialidades. Bale está dolido por los pitos de la afición y se considera injustamente tratado por el público.
No llega al entrenamiento contando chistes cada mañana, pero tampoco nadie se lo exige. Bale es como es y así lo han aceptado siempre los compañeros en el vestuario, con sus genialidades y sus rarezas, que no han cambiado mucho desde que llegó. Por eso, aseguran en el club, no ha habido ninguna ruptura entre el galés y el resto de la plantilla después de la peineta en el Wanda Metropolitano y el gesto a Lucas Vázquez tras el penalti anotado en el Ciutat de Valencia. No hay reproches por parte de los compañeros y el entrenador, que conocen bien al «Expreso de Cardiff». Es sabido que no se trata de un futbolista extrovertido y cercano. Él es una estrella, un futbolista de élite que no habla demasiado y se suelta lo justo con el castellano a pesar de que ya lleva tiempo en Madrid. Es más bien tímido y suele bajarse el último del autobús en la puerta de los estadios, apartado de los demás y con los cascos puestos. No es el ideal para hacer grupo, pero en el club consideran que no lo ficharon para eso.
Se le contrató para marcar diferencias y esto sí lo ha conseguido en muchos momentos a pesar de las lesiones que ha sufrido. No tienen problema sus superiores con que le guste el golf, porque eso no afecta a su rendimiento. Con Solari, aseguran, su relación es profesional y correcta, aunque evidentemente no le gusta no ser titular. Sólo ha empezado en el once dos de sus últimos ocho partidos, superado por Lucas Vázquez y Vinicius, que se han apropiado de los costados en ataque.
El sudor que derrocha el gallego ha convencido al técnico, que también ha tenido que rendirse a la explosión del talento joven del brasileño. Bale está obligado a esperar su momento, algo que ya le sucedió el curso pasado para convertirse finalmente en un recurso de lujo en la segundas partes. Desde el banquillo apareció para decidir la final de la Champions ante el Liverpool, al que derrotó con una chilena espectacular y un disparo lejano que sorprendió a Karius. Nada más acabar ese encuentro pidió más minutos como condición para quedarse y los tuvo en el arranque del proyecto de Lopetegui. Con Solari ha disfrutado de oportunidades, aunque una lesión lo detuvo.
A día de hoy está claro que le cuesta tener un hueco en el once ideal, lo que no descarta que en su siguiente aparición pueda llevar al Madrid a la final de la Copa del Rey. El entrenador lo ha elogiado siempre y pasó por alto que dejara de calentar antes de tiempo en la banda del estadio del Levante. Acabó entrando, marcó el penalti de la victoria y luchó para mantener el resultado cuando el equipo estaba con diez futbolistas. Su gesto con Lucas y la frialdad con todos en la celebración no es lo ideal, pero los que le rodean lo aceptan sin darle importancia y son conscientes de que lo que sí tiene enfadado al galés es su relación con el madridismo. El corte de mangas y su gesto serio en Valencia tienen que ver con los pitos que ha escuchado Bale de parte de su público. Se considera injustamente tratado, cuando en realidad es algo que le ha pasado a todas las estrellas blancas. Sin ir más lejos, Benzema ha escuchado silbidos este curso y su respuesta fue firmar varios de sus mejores partidos con el Madrid. El francés es un buen ejemplo para Gareth, que tiene una bonita semana por delante para reivindicarse.
Ha demostrado en partidos importantes de Liga de Campeones que es capaz de equilibrar el sistema siendo el cuarto centrocampista y va a tener que sacrificarse en defensa si Solari lo elige en estos dos partidos ante el Barcelona. Más allá de su lenguaje gestual, es el segundo mejor goleador madridista este curso (ver cifras) y su remate y desborde son aire fresco para el juego ofensivo. Esto es lo que le piden el cuerpo técnico y sus compañeros: que desequilibre y les ayude a ganar títulos. Que le guste el golf y hable poco no es un problema.
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