Juegos Olímpicos

Francia

Debacle mundial

Gasol pelea un balón con Rudy Gober
Gasol pelea un balón con Rudy Goberlarazon

A 30 segundos para el final de un desastre de proporciones históricas, Pau Gasol se dirigió cabizbajo al banquillo aplaudiendo resignado al público que esta vez no falló.

A 30 segundos para el final de un desastre de proporciones históricas, Pau Gasol se dirigió cabizbajo al banquillo aplaudiendo resignado al público que esta vez no falló. Fallaron otros con estrépito y no precisamente Pau. Empezando por el banquillo y terminando por los acompañantes de un jugador al que dejaron solo ante el peligro. Francia ganó y se medirá con Serbia en semifinales después de una lección de baloncesto comprimida en 40 minutos sobresalientes. España se quedó en 52 puntos por mérito de los galos y por deméritos propios. Muchos deméritos, tantos como nunca se había visto en una generación que lo había ganado todo. No hubo un ataque organizado, todo lo contrario que los franceses. El equipo, cuando lo vio todo cuesta arriba, se ató al «Pausistema» y al mayor de los Gasol se le pueden pedir muchas cosas, pero no milagros. Ni Navarro ni Rudy ni Marc ni el Chacho ni Ibaka... A Pau le dejaron solo en una dimisión colectiva sin precedentes.

Francia siguió los planes de Collet a rajatabla. España se sintió asfixiada todo el partido. Se olió desde el principio. Había un clima de nervios, de ganas de resolverlo todo demasiado rápido, de precipitación, de que cada uno hiciera la guerra por su cuenta... No hizo falta que los galos se aplicaran con dureza, el factor con el que contaba todo el mundo. Su defensa fue perfecta. La actividad que tuvieron atrás, los cambios constantes y las ayudas larguísimas les permitieron llevar el partido por el camino que querían. España no es que viviera tranquila, es que no tuvo la más mínima posibilidad de desbocarse. En ningún momento. Y ésa era la gran obsesión de Collet. Se trataba de mantener el orden. Lo hicieron en ambos lados de la pista. Se impulsaron con 0-8 y España tardó más de tres minutos en anotar. Francia mantuvo una frialdad asombrosa. Sus ataques fueron pacientes hasta el extremo. Si el reloj de posesión llegaba a los últimos segundos no pasaba nada. El orden se mantenía incluso cuando España tuvo un primer amago de reacción basado en el trabajo, en nada más. Francia logró que el brillo de otras jornadas pasara a la historia. Daba igual que Orenga iniciara las rotaciones antes. Pau se sentó con 6:09 jugados. Estuvo tan incómodo en el banquillo como en la pista. No era el único. La actividad de Diaw, Lauvergne y Gobert martirizó a Marc e Ibaka tampoco solucionó los problemas por dentro.

Como España no era capaz de desentrañar la tela de araña de los galos, éstos ganaron en tranquilidad y volvieron a la carga (21-28, min 17). Y pudo ser peor. Un triple precedido de una falta en ataque de Gelabale estuvo cerca de desatar las alarmas. Era pronto, pero los aromas que desprendía el partido resultaban muy sospechosos.

El arranque del tercer cuarto alteró las constantes de Francia. Sus cuatro primeros ataques se resolvieron con dos bocinas, un robo de Ricky y un tapón de Pau. Se trataba de igualar el partido desde el trabajo exhaustivo. No quedaba otra. Navarro tuvo su única aparición y España pareció creer a base de sudor, de paciencia, defendiendo durante 24 segundos y no permitiéndose ni un despiste. Un tapón de Pau cerró el cuarto. Francia sólo fue capaz de anotar siete puntos, pero no se rindió. Ahí estuvo su gran virtud: creyó siempre en su plan, cosa de la que España careció. Collet mantuvo su apuesta. Y el partido se fue poniendo cada vez más cuesta arriba. Desde el banquillo no se aportaron soluciones. Tres puntos de desventaja eran un mundo; cinco, una distancia sideral... España recuperó el quinteto para intentar obrar el milagro, pero era imposible. Un fracaso sin paliativos.