Baloncesto
Marc Gasol, de pívot a jugador total
Superada la lesión que le apartó de los Juegos Olímpicos de Río, el de los Grizzlies se ha convertido en el mejor hombre alto del mundo.
Superada la lesión que le apartó de los Juegos Olímpicos de Río, el de los Grizzlies se ha convertido en el mejor hombre alto del mundo.
«Te cambiaré si no intentas al menos cuatro triples por partido». Fue una de las frases que David Fizdale, el nuevo técnico de los Grizzlies, soltó a Marc Gasol a su llegada a Memphis procedente de los Heat de Miami, donde había sido ocho años asistente. La declaración de intenciones le llegó a Marc cuando estaba quemando sus últimas opciones para intentar llegar a Río. No hubo milagro, y eso que agradecen los Grizzlies ahora y echó de menos España en su semifinal ante Estados Unidos. La lesión en el pie derecho que sufrió el 8 de febrero le dejó sin medalla, con un verano casi completo para reinventarse y con tiempo para dedicar al que es uno de sus grandes proyectos de futuro, la Escuela de Baloncesto de Gerona que preside.
No es la primera vez que Marc se transforma para convertirse en un jugador mejor. Del cambio físico experimentado en las últimas temporadas, que incluyó un considerable bajón de peso gracias a los cambios en la alimentación, se ha pasado a un cambio de juego. Han aparecido habilidades que tenía, pero que en los anteriores Grizzlies no eran pertinentes. «Marc es un excelente pasador, lee muy bien el juego y siempre ha tenido muy buena mano», afirman todos los técnicos que le han dirigido en la Selección. Ésas son las dos virtudes que le han convertido en los dos primeros meses de temporada en el pívot más completo de la NBA. No hay un hombre grande que haga tantas cosas bien y en tantas zonas de la cancha.
El cambio más sustancial en el juego de Marc tiene que ver con el propio sistema de juego de los Grizzlies. Ya no es un equipo de la vieja escuela basado en un poderoso juego interior. En Memphis, además de seguir defendiendo como nadie, se han sumado a la fiebre triplista y Marc es el mejor exponente. En sus seis primeros años en la Liga anotó 12 triples en 66 lanzamientos (18,6). Era un recurso anecdótico. Esta temporada ya ha tirado 108 y ha anotado casi la mitad, 46 (42,6 por ciento). De lanzar 0,1 triples por partido a 3,4 y con un acierto digno de los mejores tiradores de la Liga. Marc ha ganado partidos con su tiro exterior, ha forzado prórrogas desde el triple, ha anotado 38 puntos fallando sólo tres lanzamientos, ha sido Jugador de la Semana y en las estadísticas específicas de tiro se «pelea» con los Thompson, Curry y demás especialistas.
Con el arranque de las votaciones para el All-Star la duda ya no es si Marc estará en Nueva Orleans, es si lo hará como titular por segunda vez en su carrera. En el Oeste sólo DeAndre Jordan puede pelear con él porque además sus Grizzlies están donde pocos les esperaban. Ése es el pasaporte definitivo para que vuelva al Fin de Semana de las Estrellas.
Superado el primer tercio de la temporada, en Memphis acumulan 20 victorias y 14 derrotas. Son séptimos en la exigente Conferencia Oeste y tienen bien encarrilada su séptima presencia consecutiva en los «playoffs». Todo ello con sus dos jugadores más caros (Mike Conley –26 kilos al año– y el fichado esta temporada, Chandler Parsons –22–) pasando más tiempo en la enfermería que en la pista y con una plantilla sin grandes nombres. El grupo de secundarios (Daniels, Ennis, Harrison...) lo son de verdad. Tipos con un pasado en la D-League –una especie de Liga filial de la NBA– o la Liga china que se han encontrado con la oportunidad de su vida y un ilustre cupo de veteranos (Randolph, Allen...) que se han echado en brazos del mejor pívot del mundo. Los números no terminan de reflejar la dimensión de la temporada del español. Anota como nunca, rebotea como siempre, asiste mejor que antes y sigue jugando lo mismo porque hay que cuidar su tobillo derecho. Fizdale sabe lo que maneja y por eso las noches de «back to back» (cuando se juegan dos partidos seguidos), como sucedió en el doble duelo ante los Cavaliers, tiene que descansar, aunque a él no le haga ninguna gracia.
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