Doha
Albert Rocas: «Mi hijo sabe quién es Cañellas, pero porque yo se lo cuento»
Albert Rocas. Extremo de España y del Naturhouse. Una reflexión sobre la situación del balonmano en España
Pasó el Mundial de Qatar, el de los excesos, del que España se volvió con una decepcionante cuarta plaza. Toca volver a la realidad de un deporte en crisis en España a nivel de clubes. Albert Rocas (16-6-1982, Palafrugell –Gerona–) reflexiona sobre ello.
–España lleva años peleando por títulos. ¿Por qué?
–Lo mejor que tenemos en España es que el trabajo de base está por encima del dinero que hay. Tenemos que dar las gracias a todos los entrenadores y a la gente que desinteresadamente hace una labor de día a día, que son el alma de que sigan los éxitos en la Selección, porque al final van saliendo jugadores como Gonzalo o Alex Dujshebaev. Eso y la base de jugadores clave, como son Cañellas o Julen, hace que la salud del balonmano sea buena durante mucho tiempo. Llevamos 20 años peleando en todas las grandes competiciones. Nunca damos un partido por perdido y esa imagen ha hecho que los Hispanos hayamos recuperado parte de los patrocinios; ahora tenemos que revitalizar nuestra liga. Necesitamos que alguien compita con el Barcelona, un equipo al que se acusa de desvirtuar la competición, pero yo creo que sin ellos desaparecería. Cuando va a un sitio, ése es el día festivo del balonmano allí, por mucho que te gane por 15.
–¿Cuál es la realidad de la liga?
–En el balonmano español tiene suerte el que gana algo, porque hay algunos que no ganan nada, que directamente son estudiantes y lo hacen por jugar en Primera. Ahora ves equipos como el Zamora, que hacen grandes esfuerzos, pero que los jugadores es que no son ni mileuristas. Este equipo es el reflejo del nuevo balonmano: un trabajo incansable de cantera y llegar a la élite del balonmano nacional a base de ir formando a estos jugadores, porque no se puede fichar. Antes, o cambiabas medio equipo o bajabas.
–Esto favorece la aparición de jóvenes, pero les puede restar competitividad...
–Cuando yo empecé, si querías jugar en Primera tenías que ser muy bueno y haber pasado por todos los filtros. Ahora muchos están jugando porque no hay otro. Nadie quiere jugar sin cobrar, hay gente buena que igual tiene un trabajo y no puede ir el miércoles a jugar a Vigo cuando vive en Sagunto. Entonces, ¿quién queda? Un chaval de la base que no hubiera subido hace años. Normalmente los buenos jugadores salen igual en esta época que en la otra y quizá antes su formación era más dura porque tenían que competir con los mejores. No tengo claro que el hecho de que los jóvenes tengan más oportunidades sea positivo para nuestro balonmano, porque ahora los buenos donde dan el salto de calidad es cuando se van a otra liga.
–¿Cree que se les valora?
–No. Hay medios que siempre nos han apoyado, pero leo el mejor periódico deportivo de Francia y le da mucho valor a lo que están haciendo los franceses y no creo que el deporte francés no tenga más que el balonmano. En España no somos amantes del deporte, somos amantes del fútbol y entre todos nos hemos dejado comer la cabeza por el negocio del fútbol. Y ahora es difícil que los patrocinadores salgan de él, porque ven que es lo que vende. Poder sacar una parte de ese pastel es difícil, es algo ya estructural. ¿Cuál es la solución? No lo sé y lo veo complicado. Desde pequeño, hasta mi hijo sabe quiénes son Cristiano y Messi. También Cañellas y Julen, pero porque yo se lo cuento. Lo otro no hace falta que se lo cuente.
–Algo de autocrítica habrá...
–Algo hemos hecho mal para no llegar al público. Quizá no hemos sabido explicar nuestro deporte. Que nosotros no hemos sabido posicionarnos ahí, por supuesto. Pero a veces es difícil porque no hay opción. Es como un oligopolio de los clubes de fútbol. La lástima es que nuestro deporte tenga que ser subvencionado. Pasé un año en Dinamarca y los clubes tienen prohibida la subvención pública. Se mantienen por sí mismos a través de los patrocinadores; los patrocinadores ven un retorno muy claro en el balonmano. Aquí nos hemos acostumbrado a vivir demasiado de las subvenciones, a no tener diversificado el tema de los sponsors. Hemos ido al dinero fácil que era el de la construcción, el ladrillo... y aún así no supimos crear estructuras fuertes de clubes. Pongo el ejemplo de Ademar o Granollers, que han sobrevivido a la crisis gracias a su estructura y al movimiento social que traen dentro de sus ciudades, donde juegan miles de niños. En otras ciudades del mismo tamaño no se ha hecho. Ha habido dinero de sobra para crear estructuras, para movilizar ciudades, para trabajar por y para el balonmano.
La derrota más «dolorosa»
«Fue un partido muy raro», explicaba Albert Rocas un día después de perder contra Polonia. «Y la sensación, también. Nunca había perdido un encuentro por la medalla de bronce, porque en Serbia (en el Europeo) no estuve, y ha sido una de las derrotas más dolorosas de mi vida», continuó, ya en Madrid, el extremo español. «Arriesgaron al final y tuvieron suerte. Nosotros atacamos mal», analizó el duelo. ¿Afectó perder la semifinal con Francia? «Más que el año pasado en el Europeo. En aquella ocasión les veíamos muy superiores y quizá afrontamos el partido por el bronce contra Croacia de otra forma, pero esta vez pensábamos que era posible», responde Rocas, optimista respecto al futuro de la Selección: «Cada torneo así es experiencia para los jóvenes».
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