Moto GP
A rueda: Márquez y Lorenzo, cielo e infierno
Hay datos tan brutales que no dejan espacio a la excusa: Jorge Lorenzo, tricampeón de MotoGP, acabó ayer a 66 segundos de su compañero, Marc Márquez. Es decir, terminó a más de un minuto del tipo que lleva la misma moto que él. Además, fue el último clasificado de la carrera. Un resultado humillante para un piloto de la talla del mallorquín, un grande que se encuentra en un callejón sin salida. ¿Qué le pasa? ¿Cómo es posible que no haya sido capaz de dominar una moto así en toda la temporada? Esta vez ha encontrado la explicación en su lesión del verano y en problemas de agarre. Él sabrá, pero debería empezar a dejar de poner excusas y afrontar la realidad: golpe de timón de verdad o a otra cosa. No puede ensuciar su extraordinaria carrera deportiva con un final tan lamentable.
Mensaje de Marc
La temporada que viene ya ha comenzado. Sí, lo hizo ayer en el momento en el que Márquez y Viñales iniciaron su duelo, un mano a mano espectacular entre dos pilotos con talento que contaban con dos máquinas similares. Y Marc, cuya superioridad está siendo abismal desde hace tiempo, marcó su territorio ante Maverick de cara al futuro. A pesar de ser ya campeón, arriesgó y le dijo a su rival «aquí mando yo». El de Yamaha acabó por los suelos, incapaz de superar al insaciable piloto de Honda.
La ambición, clave
Michael Jordan fue tan grande porque unió su inmenso talento a una ambición desmesurada. Daba igual que el partido no tuviese gran relevancia o que la victoria fuese clara: quería ganar siempre y en cualquier circunstancia. Si era aplastando, mejor. Ronaldo, Alonso o Tiger Woods son similares: el talento y la ambición por mejorar han movido sus increíbles carreras. Márquez es de ese tipo de deportistas. Por eso es aún más grande.
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