F.C. Barcelona
Cara a Cara: ¿Habría que suspender la final de Copa si se pita el himno?
SÍ. Hay que acabar ya con esta vergüenza
Alfredo Duro
Sólo hay una fórmula que nos garantiza el respeto a las instituciones y al normal desarrollo de la competición y pasa por evitar que nos tiemble el pulso para suspender el partido ante cualquier otra muestra de desprecio hacia el himno, el rey, la bandera y todo lo que el nacionalismo más beligerante tenga por ocurrencia. Basta ya de seguir participando de este aquelarre. Un árbitro está en condiciones de parar un partido e incluso suspenderle si observa un comportamiento xenófobo y racista en las gradas hacia un jugador. Habrá que preguntarse qué le impide hacer lo mismo ante la repetición del comportamiento grosero que ya se anuncia por parte de quienes sólo pretenden reivindicar su más absoluta falta de tolerancia hacia el himno de España.
- Basta de impunidad
En Francia, cuna de buena parte de las libertades que nos corresponde disfrutar a todos por igual, el presidente Sarkozy avisó de las consecuencias de silbar La Marsellesa en los partidos de Francia dejando claro que la menor falta de respeto por parte del público conllevaría la suspensión del partido. En tanto en cuanto que las instituciones se limiten a pasar por este trago cada año, como si formara parte de unas fiestas patronales, seguiremos soportando la misma vergüenza. Basta de impunidad.
- Arrogancia y soberbia
No podemos tomarnos en serio la arrogancia y la soberbia de buena parte del barcelonismo «exigiendo» que la final de Copa se dispute en el Bernabéu, porque lo único que se pretende es burlarse del madridismo y de nuestros símbolos. Podemos jugar la final en Barcelona, silbar «Els Segadors» y esperar a ver cómo el pueblo catalán acepta de buen rollo la falta de respeto a su bandera y su himno. Pondrías el grito en el cielo y tendríais la excusa perfecta para reivindicar sentimientos separatistas. La final os importa un pimiento y por eso, tarde o temprano, alguien con valentía os suspenderá esta grosera fiesta.
NO. Os pica más ver ahí al Barça que los pitos
Carme Barceló
El verbo «suspender» se conjuga en pasado, presente y futuro, en blanco y negro y en función de cómo sople el viento. El temporal gallego, que se llevó por delante mucho más que la cubierta de Balaídos, no era motivo suficiente de suspensión para el Real Madrid y sus entornos. Se presionó, apretó y movilizó a propios y extraños y al final se conjugó el buen juicio y ese partido no se jugó. Motivos realmente importantes, apreciado Alfredo Duro. Y ahora me sales con la suspensión de la final de la Copa por unos pitos. Eso sí que es grave. Según tú, es la única forma de garantizar «el normal desarrollo del partido». Madre del amor hermoso, que diría la mía allá donde esté. Estamos hablando del ejercicio legal de la libertad de expresión sin activar ningún tipo de violencia. O lo que es lo mismo, que el encuentro se puede disputar sin que a nadie le caiga nada encima. Ni siquiera la ley, querido.
- Megafonía, modo «on»
Empezamos pronto. Ya son cuatro finales consecutivas del Barça y eso parece que pica incluso más que los silbidos a un himno. Se repite la historia deportiva y la que nos ocupa, con la megafonía y los decibelios multiplicados para que pueda silenciar la opinión de los asistentes. La del día de autos y la que, por lo que intuyo al otro lado de esta página, empieza a activarse desde ya. Los éxitos del equipo azulgrana les colocan de nuevo en esta tesitura. A otros, ni siquiera les pitan los oídos porque desde cuartos nadie habla de ellos.
- El mejor estadio posible
Me gusta el Bernabéu. Es un estadio fantástico que reúne las mejores condiciones para acoger un partido tan importante. No paran de hacer obras y está como los chorros del oro. A medio camino entre las dos ciudades finalistas y con una magnífica oferta gastronómica y hotelera, es la ubicación ideal. El barcelonismo tiene buen gusto y grandes recuerdos. Y por supuesto que la Copa le importa. Es imprescindible para lograr el triplete al que aún aspira, ya tú sabes.
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