El primer enemigo

El primer mandamiento para cualquier piloto es que tu compañero de equipo es tu primer enemigo. Que la primera tarea de un profesional es ser el número uno en casa, luego ya viene ganar a los demás. Se habla del compañerismo, de que la marca está por encima y otras frases hechas. Pero seamos claros. Si Dovizioso acaba ganando el Mundial, el año que viene el italiano sería el número uno del equipo y Jorge Lorenzo el número dos. Si Dovizioso gana en Cheste, los mimos de Ducati no serán para Lorenzo, aunque las motos teóricamente sean iguales. Si Dovizioso gana el Mundial y Lorenzo sólo aporta tres podios, la elección de Ducati en caso de tener que prescindir de alguien está más clara. Es duro, pero es así. Y Lorenzo lo sabe mejor que nadie tras compartir equipo (y muro) con Valentino Rossi. Por ello, el gesto de Jorge con su compañero le engrandece aún más.

Lorenzo, sacrificado

Un susto en una curva le sirvió como coartada para ser adelantado por Dovizioso. Pudo pelear después, como algunos fans de Márquez le reclamaron recordando lo ocurrido en 2015 (la patada de Rossi a Marc derivó en el título de Lorenzo), pero estaba claro que su carrera había terminado. Tocaba taparse la nariz y dejar que Dovi ganase y mantuviese abierto el Mundial. Una pena para Lorenzo, que al fin podía reivindicarse y cargarse de razones para el curso próximo. Está siendo un año durísimo para él.

Marc, inteligente

¿Para qué arriesgar una caída si siendo cuarto mantenía las mismas opciones de ganar el título? A eso se llama madurez. La que Márquez está exhibiendo esta temporada. Es capaz de ser competitivo en cualquier circuito o condición climatológica. Es el mejor hoy por hoy. Solo falta certificarlo en Cheste. Ahora sí, el cuarto título está al caer.