Italia
Contador da el susto
Un espectador imprudente provoca una caída con una cámara de fotos en el esprint que se llevó Greipel y el madrileño, con una luxación en el hombro, no pudo evitar irse al suelo.
La imagen en el podium de Castiglione della Pescaia instantes después de que el fortachón André Greipel se haya llevado sus flores y besos como ganador de la etapa, es desoladora. Peor. Preocupante. Alberto Contador, serio hasta el límite del enfado, cabizbajo y hasta triste se le puede entrever en la mirada, avanza por los escalones para recibir su segunda «maglia» rosa después de atacar en Abetone y pasar su primera jornada como patrón del Giro.
Está rígido, apenas mueve los pies para dar tres pasos como puede. Dos pedruscos agrandan la imagen de su rodilla. Hielo, para suavizar el dolor. Lo lleva también en el hombro izquierdo, dislocado.
La imagen es la de un guerrero pequeñito y tostado, la de un soldadito que parece recién llegado de la guerra, superviviente de milagro. El
arma contra el que ha luchado, una cámara de fotos y la insensatez de un espectador que, en los últimos 300 metros, con el esprint lanzado ha sacado a relucir su objetivo de aspirante a fotógrafo profesional con mucho material y nula idea del respeto ante los 200 ciclistas que se juegan un triunfo y, sobre todo, la vida a mil pulsaciones al minuto.
Y, aunque la tristeza y la preocupación la encarna Alberto Contador, en realidad el peor parado, el que se llevó el golpe en la cabeza del objetivo imprudente fue Danielle Colli, un sprinter del equipo Vini Fantini y que tuvo la mala suerte de rodar colocado por la parte izquierda intentando ganar posiciones para pelear la «volata» a Greipel y se fue al suelo el primero. Acabó tirado en el asfalto con el brazo completamente doblado. Al intuir el impacto, Alberto Contador, rosa brillante y bello, se abrió inmediatamente a la derecha para intentar
salvar la caída, pero el rebufo de los corredores y las bicicletas ya tumbadas, lo acaban arrastrando por el suelo.
El golpe se lo lleva en la parte izquierda.A Contador se le sale el hombro y las rodillas reciben un fuerte golpe. También la espalda. Así que cuando sube al podium, el madrileño intenta ponerse la «maglia» rosa, pero apenas puede introducir el brazo izquierdo, rígido, en la manga. Mira a los fotógrafos como excusándose. Otro día será, parece que quiere decirles. Ojalá, porque a Contador le pasan por la cabeza un sinfín de maldiciones. Fracturas, clavículas, abandono.
Cuando las azafatas le miran para pedirles el beso, Alberto se lo niega. Tampoco quiere el champán. No puede ni siquiera cogerlo. Inmediatamente después, se marcha, acompañado por su jefe de prensa, Jacinto Vidarte, por el mánager, Oleg Tinkov, y su mano derecha, Stefano Feltrin, al hotel acompañado del médico de su escuadra. A las pocas horas se desplaza también equipo médico móvil del Giro para hacerle las primeras exploraciones y radiografías y así descartar más daños.
Solo Stefano Feltrin habla de la posibilidad del abandono. «Existe la posibilidad de que no salga». El resto del entorno de Contador no quiere ni oír hablar de ello. Contador nunca se rinde. Ése es su lema. Querer es poder. «Esperemos que pueda continuar, en principio no parece que vaya a haber problemas para ello», dijo en un primer momento Jacinto Vidarte. «Confío en la fuerza del Pistolero», dijo Oleg Tinkov antes de abandonar la línea de meta. Todo dependerá de cómo pase la noche y cuáles sean las primeras sensaciones con la llegada del nuevo día y la nueva etapa, la que hoy espera entre Grosseto y Fiuggi, donde hace cuatro años se impuso Fran Ventoso y que servirá de jornada previa al segundo final en alto de este Giro, el de Campitello Matese que llega en el peor momento posible para Contador.
La cuarta caída en menos de un año
No ha sido Alberto Contador un ciclista que acostumbrado a las caídas, pero en el último año pocas han sido las carreras en las que ha
participado donde no haya acabado por los suelos. Dos, en concreto: la Vuelta que ganó y la Vuelta a Andalucía el pasado mes de febrero. Desde que se cayera en el pasado Tour rompiéndose la rodilla, el ciclista de Pinto ha besado el suelo en tres ocasiones más: en la Tirreno-Adriático se cayó la jornada previa al final en alto del Terminillo, en un accidente sin consecuencias y apenas una semana después hizo lo propio en la Volta a Cataluña, una caída que aparentemente no era grave, pero que le tuvo tocado en las primeras semanas de entrenamiento en altura en el Teide durante el mes de abril. Con la de ayer son ya cuatro caídas en menos de un año.
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