Vuelta a España
La resurrección de Frank Schleck
El apellido Schleck parecía olvidado ya para el ciclismo, recuerdos de hazañas pasadas de aquel luxemburgués llamado Johnny que ganó una etapa en la Vuelta del 70.
El apellido Schleck parecía olvidado ya para el ciclismo, recuerdos de hazañas pasadas de aquel luxemburgués llamado Johnny que ganó una etapa en la Vuelta del 70. Las genética mejoró en la siguiente generación y Andy y Frank fueron durante varios años candidatos a ganar el Tour, aunque en su palmarés sólo luzca el que Andy heredó de Contador después de aquel asunto del clembuterol.
Frank ha recordado al mundo que el apellido Schleck sigue vivo. Y que él sigue en competición. “He estado luchando después de algunas lesiones. No pude ir al Tour”, explica. Y a la Vuelta llegó con la intención de luchar por la general –para eso se había concentrado cinco semanas en altitud-, un objetivo del que se olvidó después de “dos o tres caídas”.
Frank Schleck fue uno de los valientes que se metieron en la fuga que llegó a tener veinte minutos de ventaja sobre el pelotón. Se aprovecharon de la desidia de los equipos de los favoritos. O de su falta de fuerzas. “Cuando la ventaja llegó a veinte minutos sabía que era un buen día para intentarlo”, afirma. “Hoy la victoria era para los valientes”, añade. Para gente como él, que pasó el primero por el penúltimo puerto, el de la Cobertoria. Por los cinco anteriores había pasado siempre antes Omar Fraile, preocupado por asegurar para Caja Rural el maillot de puntos azules que distingue al líder de la montaña. En el descenso, Schleck ya estaba solo con el colombiano Rodolfo Torres. “Entonces he decidido atacar en el último puerto”. Lo hizo a falta de tres kilómetros y Torres ya no pudo seguir su marcha.
Durante el ascenso a la Ermita de Alba, con tramos que alcanzan el 22 por ciento de desnivel, Frank sólo miraba hacia abajo, hacia la carretera. “Delante estaba muy empinado”, cuenta. Como si sufriera una especie de vértigo inverso que le impidiera mirar hacia arriba, observar todo lo que le esperaba.
“No lo sabía desde el principio, pero tenía fe”, reconoce. Él, acostumbrado a marchar entre los favoritos, era ahora un escapado en busca de una etapa. Era una sensación extraña, pero no le disgustó. “No estoy acostumbrado a meterme en escapadas, pero puede que lo vuelva a hacer”, asegura. Había guardado fuerzas para eso. “El día anterior, en el equipo me habían dicho que levantara un poco el pie”, dice. Y así hizo.
La victoria, que se añade a las dos anteriores del equipo, las que consiguieron Stuyven y Van Poppel, le permitirá terminar la Vuelta con la conciencia tranquila. “No es una reivindicación, pero sí es una recompensa”, asume. Después de acabar la ronda española le espera un calendario tranquilo. “No haré el Mundial. El equipo de Luxemburgo y yo estamos de acuerdo en que el recorrido no me conviene”, afirma. El Giro de Lombardía y alguna que otra carrera del calendario italiano servirán para demostrar que el apellido Schleck sigue en carrera.
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