Dopaje

«¿Le suena Ángel Vicioso?»

«¿Le suena Ángel Vicioso?»
«¿Le suena Ángel Vicioso?»larazon

«Recuerde al testigo que tiene obligación de decir verdad», reclamaba la abogada de la AMA durante la testificación de Unai Osa el pasado 12 de febrero. Tan poco creíble era la declaración del ex ciclista que la letrada se vio en el deber de pedir a la jueza que le recordara sus obligaciones. El delito de falso testimonio está penado con la cárcel. Aquel día, Osa declaró no conocer a Eufemiano Fuentes a pesar de que el doctor lo había reconocido como uno de sus «clientes» en su declaración ante la jueza. Osa, como Beloki o David Etxeberria, dio la sensación de no tomarse demasiado en serio la declaración. Incluso la jueza le recordó que debía tratar de usted a los abogados.

«¿Le suena a usted, por ejemplo, Ángel Vicioso?», le preguntó el abogado de la UCI al mismo Vicioso al hacer un repaso de las iniciales encontradas en un documento incautado a Eufemiano Fuentes y que debían corresponder a corredores del Liberty. «Sí, claro, yo mismo», fue la respuesta del ciclista, que no acabó de entender la ironía. El abogado estaba ya cansado de tantas respuestas insatisfactorias. Según Vicioso, del que Manolo Saiz aseguró que le había pedido permiso para trabajar con Eufemiano Fuentes, al doctor sólo le hacía consultas gratuitas, «muchas veces en bares o en hoteles».

La «operación Puerto» nació limitada por la propia legislación española, que reduce el dopaje a un delito contra la salud pública castigado con penas de hasta dos años de cárcel, multa de 15.000 euros e inhabilitación durante dos años para ejercer su profesión. Pero, además de la ley, la instrucción tampoco colaboró demasiado. El juez instructor, Antonio Serrano, archivó dos veces la causa al no encontrar indicios de delito. Tampoco solicitó el informe médico de Marcos Serrano, el ciclista del Liberty que estuvo diez días ingresado después de una indisposición en el Giro 2006. «Fue un virus», confesó el ciclista el pasado viernes. «Una infección medicamentosa», dice la versión oficial. En Italia cuentan que fue un «shock anafiláctico», una reacción alérgica a algún producto inyectado, pero el informe médico del hospital de Tortona no existe en el sumario porque a nadie se le ocurrió pedirlo.

Ni siquiera cuadra el recuento de las bolsas de sangre incautadas. El primer inventario de la Guardia Civil hablaba de 224, que quedaron reducidas a 215 poco después. De ésas sólo llegaron 173 al laboratorio de Barcelona encargado de custodiarlas y analizar algunas de ellas. Antes fueron 174 porque una aparecía duplicada en el listado.

Nada cuadra en la «operación Puerto». Los testimonios de los ciclistas convierten a Eufemiano Fuentes en un desconocido o en un hombre bueno, un amigo dispuesto siempre a ayudar. Sólo Tyler Hamilton y Jesús Manzano han reconocido haberse sometido a los tratamientos de Eufemiano. Isidro Nozal, el hombre que acabó con la colaboración entre el doctor Fuentes y el equipo Liberty al detectársele un hematocrito por encima del 50 por ciento en el Dauphiné Liberé de 2005, sólo reconoce que Fuentes era su preparador, planificaba «los entrenamientos y eso».

Al escuchar a los testigos no resulta tan extraño que Eufemiano Fuentes, el principal imputado en la causa, confiese: «Tengo derecho a mentir».