Francia

Estelar, pero tarde

El colombiano Nairo Quintana y el español Alejandro Valverde ascienden a la Col de la Croix de Fer,
El colombiano Nairo Quintana y el español Alejandro Valverde ascienden a la Col de la Croix de Fer,larazon

Alejandro Valverde y Nairo Quintana destrozaron a Froome en el Alpe d’Huez, pero la renta servirá al keniata para adjudicarse hoy su segundo Tour.

Es una lástima que hoy, justo hoy, se acabe el Tour de Francia. Es una pena enorme que tenga que ser ahora, justo ahora, cuando Nairo Quintana despliega sus alas de cóndor de los Andes y se pierde entre las 21 curvas del Alpe d’Huez decidido a arrebatar el Tour a Chris Froome. Esta vez no gira la cabeza hacia atrás para comprobar el daño que hace, esta vez no piensa en nada, no repara en lo que le duelen las piernas. Esta vez ya no hay un mañana. Es todo o nada. Ganar o reventar. La gloria o morir. Es una lástima. Es una lástima que ya sea tan tarde. Porque el minuto y medio con el que muerde a Froome en la cima del Alpe d’Huez es insuficiente para conquistar su sueño amarillo. Y deja al mundo con la impotencia, incluso rabia, del espectador que sale de una sala de cine maravillado por la película que acaba de ver, pero deseoso de que se postergara el final.

La última etapa de montaña del Tour era corta. 110 kilómetros con dos puertos, la Croix de Fer, sustituto a última hora del Galibier por un desprendimiento de tierra a finales del pasado mes de junio, y el Alpe d’Huez. Era la última oportunidad para asaltar a Froome y su armada del Sky y Movistar salió con ganas de guerra. A reventar el Tour. A cuatro kilómetros de la cima del primer puerto Alejandro Valverde se revuelve encima de su bicicleta, acelera el paso y se marcha. Froome no hace nada, ni se inmuta. Pone a su equipo a tirar y prosigue el ritmo. Piensan que así, como llevan haciendo desde los Pirineos, llegará un momento, más pronto que tarde, cuesta arriba o en el descenso, en que Valverde acabará cediendo. Pero no. Guerra. Quintana atiza al líder arrancando también antes de coronar. Alerta.

Froome empieza a cavar su agonía. Su fiel y fuerte Geraint Thomas tira de él junto a Poels, pero ambos están quemándose antes del momento de la verdad. Porque todavía falta el Alpe d’Huez. Y encima, salta también Vincenzo Nibali. El Tour se pone patas arriba. El primero que lo siente en las piernas es Alberto Contador. Él no puede más. Viene de lejos, de San Remo y su Giro que, como ahora el Movistar a Sky, le puso contra las cuerdas el Astana de Aru y Nibali. Claudica Contador mientras Froome sigue desgastando a sus compañeros.

Los cazan, y un remanso de paz vuelve a insuflar aire a Froome. Pero el keniano sabe que es tan sólo la calma que precede a la tempestad que pronto se va a desatar. Y no sabe si va a tener piernas para aguantarlo. En las primeras rampas de la última subida y después de dos intentonas, a la tercera, Nairo Quintana despega y se marcha con Valverde. Poels y Porte, entregado y fiel a pesar de que ya tiene firmado su contrato con el BMC para la próxima temporada, tiran de Froome. Pero el colombiano se marcha, esta vez sí. Ya no hay nadie que lo detenga. Lástima. Lástima que sea tan tarde. Y tan cerca de París.

Pronto cede Valverde, pero cuando lo hace, deja a Nairo en buenas manos. Winner Anacona, el ciclista del mismo pueblo que Quintana, está esperándole después de haberse metido en la fuga para hacer la subida de su vida. «¡Dale duro, Nairo!», grita un aficionado desde la cuneta. Cuando quedan cinco kilómetros, Quintana se marcha solo. A por el Tour.

Froome se tambalea. «He visto que perdía el amarillo, pero en esos momentos me he acordado de todos los meses de trabajo, de todo el sacrificio. Estaba en mi límite, sufriendo al máximo, sacando fuerzas de donde no las tenía». Nairo vuela. Pero es insuficiente. La etapa se la lleva Thibaut Pinot. El Tour salda su deuda con él. Y Nairo recorta un minuto y medio. Estelar, pero insuficiente. «He hecho todo lo que podía para ganar pero no ha sido posible. Será el próximo año», anuncia Quintana. Lástima que Froome lo haya tenido acongojado, con el miedo a perder más de lo que pudiera ganar desde los Pirineos, con las piernas flojas, quién sabe por qué. Nairo apareció en el Alpe d’Huez para ganar el Tour, estelar. Pero tarde. Demasiado tarde