Ciclismo
La hora de la verdad
La crono de 22 kilómetros en Marsella decide hoy el Tour más apretado del siglo. «Mi podio está muy difícil», afirma Mikel Landa.
La crono de 22 kilómetros en Marsella decide hoy el Tour más apretado del siglo. «Mi podio está muy difícil», afirma Mikel Landa.
Ni en sus mejores sueños ASO, la empresa organizadora del Tour, podría imaginar algo así. Cuando el Tour diseña sus recorridos no lo hace al azar. Siempre se traza la línea a contracorriente del corredor dominador. Para ponérselo difícil, para hacer interesante la carrera y enganchar al aficionado. Ante la hegemonía de Froome y del Sky, el Tour se ha tenido que reinventar, ir más allá del simple recorte de kilómetros en contrarreloj, que también lo ha hecho. Cada vez hay menos finales en alto y más metas precedidas de un largo descenso. Pero transcurridas las montañas, pasadas las bajadas y librados los abanicos, el Tour sigue en un puño y el mundo, pendiente de los tres hombres que se citan con su propio destino en la contrarreloj de Marsella.
A priori nada parece que vaya a cambiar, al menos en lo que al amarillo de Froome se refiere. Él, líder no tan poderoso como en sus tres Tours ganados, es el más fuerte en la modalidad. Pero las ajustadas diferencias abren la incógnita. Froome tiene 23 segundos con Bardet y 29 con Urán, ventaja que en los 22’5 kilómetros debe terminar agrandándose.
En menos de medio minuto no cabe una caída ni un pinchazo ni una avería, una de esas desgracias a las que cualquiera está abonado. El punto caliente está en el kilómetro 15, en la cima de Notre Dame de la Garde. Un repecho explosivo de 1,2 kilómetros al 9,5 por ciento de desnivel antes de emprender la bajada hasta el Estadio del Velódrome marsellés, que tiene capacidad para 60.000 espectadores. Será la fiesta final antes del desembarco en París.
Froome lo tiene claro: «Urán es la mayor amenaza. Es al que mejor le va la crono». Bardet se aferra a que «nada está aún decidido, estoy muy motivado». Parece que se conforma con el segundo. «Lo que he conseguido es un éxito. He demostrado que lo del año pasado –fue segundo tras Froome– no fue casualidad». Mucho más lejos está Mikel Landa, con el sueño casi imposible de colarse en el podio. El alavés tiene que recortar 1:07 a Urán y 1:13 a Bardet. «Mi podio está muy difícil», dice. Landa no tiene dudas de que su jefe rematará la faena: «Es favorito».
Y en otra guerra, la que ya no tiene bandera, está Contador. El jueves volvió al «top10», algo que ni siquiera le preocupaba, pero «habrá que apretar. El repecho me viene bien, pero el resto del recorrido es ideal para especialistas».
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