Tour de Francia
Valverde sobrevive en la guerra
Tercero en el muro de Bretagne, donde ganó Dan Martin, el murciano es el mirlo blanco en la olla a presión que es Movistar.
Tercero en el muro de Bretagne, donde ganó Dan Martin, el murciano es el mirlo blanco en la olla a presión que es Movistar.
Soplan vientos de guerra en el Tour dentro del equipo Movistar. El gran morbo de esta edición de la ronda gala, muy por encima de la incógnita sobre Froome, la progresión de Dumoulin, que ayer en el Muro de Bretagne se dejó 52’’ por pinchazo haciendo después un «tras coche» por el que le penalizaron con 20 segundos más, del lustroso estreno de Gaviria o de los shows que pueda hacer Peter Sagan, por encima de todo eso, los focos se centran en el equipo telefónico y su «tricefalia» Quintana, Landa y Valverde.
Tres gallos para un corral. Demasiado. Desde el principio se supo y desde la llegada de Landa todo se empezó a fracturar. En los « Landistas» y en los «Quintanistas». Dos equipos en uno. Y todos unidos en el Tour. A una olla a presión basta poco para hacerla estallar y el miércoles hizo su primer amago. Arrieta, uno de los directores de Movistar y muy cercano a Quintana, dijo a la web del Tour que «no tenemos tres líderes. El líder es Nairo por su bagaje en esta carrera. Tres podios le avalan, además de sus triunfos en el Giro y la Vuelta. Y luego decidirá la carrera». A Landa no le sentó nada bien.
Después, Arrieta negó haber hecho tal afirmación y Landa no quiso hacer más grande la herida. «Si él dice que no lo ha dicho, pues ya está. Todo solucionado», acepta tajante el alavés. Sólo queda, pues, esperar al domingo, al pavés, el día que todos señalan como el inicio real de este Tour que cada jornada se cobra una víctima. Ayer fueron Dumoulin y Bardet. Ambos pincharon en las faldas del Muro de Bretagne. El francés se dejó 30 segundos haciendo los últimos kilómetros con la bicicleta de su compañero Gallopin, mientras que el holandés perdió casi un minuto.
No hay día tranquilo en el Tour. Guerra. En medio de la del Movistar está Valverde, cuan mirlo blanco que revolotea y sobrevuela por encima de conflictos y batallas. Ya ha vivido unas cuantas. Ahora prefiere que los que se peguen sean otros y mientras él, servir para lo que se le pida y disfrutar. Sobre todo. Gracias a eso volvió a disputar la etapa, como hizo en Quimper. Tercero esta vez, le ganó Dan Martin, que le echó coraje a un kilómetro del final, con viento de cara y se plantó solo en meta.
Fue el primer y único ataque en el Mur de Bretagne, nadie pudo con el irlandés después de que el Bora y el Quick Step exprimiesen a todos al máximo. A 80 kilómetros del final, los belgas provocaron abanicos. En ellos cayeron casi todos los favoritos, Quintana y Landa en medio de su guerra, incluidos. Alejandro Valverde no.
Esta vez fue tercero, tras Martin y Latour. «Otra vez he chutado al poste. Ha sido complicado por la colocación, pero es lo que hay», se resignaba. Quería esta etapa. «Es una lástima no ganar», repetía entre jadeos.
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