Lisboa
Costa y Turan: El llanto de los ganadores
La historia, a veces, se repite. Y en un campo de fútbol se dan episodios que ya se han vivido antes. Y cuando a los catorce minutos Diego Costa se quedó parado en una contra franca para el Atlético, el miedo y la angustia se apoderó de los rojiblancos. No sólo de los que estaban en el Camp Nou, sino de los que seguían el partido desde cualquier rincón a través del televisor. La película ya la habían vivido con anterioridad porque, en el encuentro de ida de la Liga de Campeones, el hispanobrasileño se retiró a los treinta minutos con un problema muscular y entró Diego Ribas, decisivo al marcar el gol de los de Simeone.
Lo de ayer, quizá, era más crucial, más importante; estaba en juego el campeonato y cuando Diego Costa se quedó seco en el suelo, llevándose la mano a la parte posterior del muslo, se sabía que la cosa era grave. Entró el doctor Villalón, exploró al jugador, al mismo tiempo que Simeone hablaba con el «Mono» Burgos y Adrián salía presto del banquillo para entrar en el terreno de juego. El cambio se hizo rápido, Costa cojeaba, no podía más y se sentó en el banquillo. Él, que parece un tipo duro, de los que no lloran por nada, se derrumbó. Sus ojos se humedecieron y afloraron las lágrimas. Lágrimas de rabia, de impotencia, de un ganador nato que no puede ayudar a sus compañeros en el día clave. Se tapó la cara con una sudadera y dio rienda suelta a su desgracia. Tras el descanso se le vio más tranquilo, aunque nervioso por el resultado. Celebró el gol de Godín y cuando pitó Mateu el final, las lágrimas se transformaron en sonrisa de campeones. Se abrazó a todos y se sumó a la fiesta de un título del que es uno de los máximos «culpables» con sus goles, su esfuerzo, su trabajo y esa forma tan peculiar que tiene de jugar que ha cautivado a todos, incluido al seleccionador Del Bosque, que le va a llevar a Brasil a pelear por España.
¿Estará en condiciones de jugar en Lisboa? Es la pregunta del millón porque arrastra problemas musculares desde el partido de San Mamés, de ahí que su rendimiento en el tramo final del campeonato no haya sido tan eficaz como en la primera vuelta. Pero Diego Costa es fundamental en el esquema rojiblanco y los médicos van a tratar de que llegue a la final del próximo sábado ante el Real Madrid. Por lo visto ayer, lo tiene muy complicado, pero Diego no se va a bajar del autobús lisboeta a no ser que los médicos lo aten. El problema es que luego llega el Mundial y es mejor prevenir que curar. Por forzar en un partido se puede perder la cita brasileña. A lo largo de la semana veremos cuál es la situación real de goleador atlético.
La de Arda Turan parece, a primera vista, menos preocupante. El turco sufrió un golpe, propinado por Cesc, y se fue al suelo. Se llevó la mano a la cadera y trató de continuar en el campo. El médico le preguntó, de hecho siguió unos segundos, pero al final desistió y se tuvo que retirar. En veintidós minutos el Atlético perdía a dos de sus jugadores fundamentales. Salió Raúl García y Arda, que antes del pitido inicial se había encomendado a Alá, comenzó a hacer pucheros. El turco, de tupida barba, mirada profunda y rostro impenetrable, se desplomó. Ojos enrojecidos, llanto de desesperación y a sufrir en el banquillo con sus colegas. Pitido final, alegría compartida y semana para recuperarse del golpe. Lo lógico es que esté en el clásico europeo. Para él no hay Mundial.
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