Barcelona
Demasiado para Mireia
Mireia Belmonte tiene otra final mundialista en su palmarés, un quinto puesto en los 800 libres, la prueba que le dio la segunda medalla de plata en aquellos Juegos Olímpicos de Londres que no podrá olvidar porque allí dejó atrás la presión para empezar a convertirse en una de las mejores del mundo. Un quinto puesto que no está nada mal, teniendo en cuenta que esta semana se está pegando una paliza tremenda con seis pruebas individuales (todavía le quedan hoy los 400 estilos para rematar) más los relevos. El cuerpo duele por el esfuerzo cada día cuando se levanta. «Esta mañana he estado mareada, pero no es excusa», dijo respirando a duras penas la española justo después de la prueba. No es excusa tampoco porque las nadadoras que quedaron por delante no son unas cualquiera, empezando por la ganadora, la estadounidense Katie Ledecky, un fenómeno de 16 años que ha sido capaz de encadenar el oro en los 400, 800 y 1.500 metros, estos dos últimos triunfos coronados con el récord del mundo. Ayer, en los ocho hectómetros, paró el cronómetro en 8:13.86, 24 centésimas menos que la británica Rebecca Adlington en 2008.
«Imposible»
«Sabía que la medalla era imposible», reconoció Mireia. Porque Ledecky tuvo a su lado a la danesa Lotte Friis y a la neozelandesa Lauren Boyle. Friis, que ya se atrevió a plantar cara a la norteamericana en los 1.500, tuvo el mismo plan que en la prueba larga: salir a morir, a tope, hasta donde llegara. Durante los 600 primeros metros tocó primera la pared, pero siempre vigilada de cerca por la favorita, que aceleró en las últimas cuatro piscinas para repetir el triunfo que ya consiguiera hace un año en los Juegos de Londres con sólo 15 años. «Es como Phelps en chica, es de la fábrica de Phelps. Compite de una forma admirable», dice Mireia de la vencedora. El triple oro de Ledecky en fondo sólo lo había logrado antes la alemana Hannah Stockbauer, hace diez años también en Barcelona.
«Quería quedar cuarta, pero al final me ha costado un poco remontar», prosiguió Mireia, que intentó seguir el ritmo de las favoritas hasta que no pudo más, superada también por la húngara Kapas. «Un poco sí he notado el cansancio, pero no es excusa. He nadado un total de 12 pruebas y cada día estoy en tensión, y eso también cansa mentalmente», continúa la catalana, que hoy terminará con su hercúleo trabajo y que no quiere poner justificaciones a su resultado en una distancia en la que su entrenador, Fred Vergnoux, le aconsejó que no compitiera. «Si volviera atrás la volvería a disputar. Hay que nadar todo y no rendirse nunca», opinó. «Ya dije que sería una carrera muy rápida», concluyó. No arriesgó al afirmar eso porque con Ledecky no puede ser de otra manera.
El fenómeno californiano será sin duda una de las estrellas del Mundial, pero no la única. Tampoco la única estadounidense. Missy Franklin se colgó en los 200 espalda su quinto oro en los Mundiales de Barcelona (tres individuales y dos en relevos), además con récord de los campeonatos y a un pelo de la plusmarca universal. Sin duda, compite con su compatriota para ser considerada la Phelps femenina. Franklin, a la que la sonrisa casi nunca le abandona, tiene más similitudes con el mejor nadador de la historia, empezando con su gigantesco pie: usa un 45 que le ayuda a impulsarse como si tuviera turbinas.
La batalla de la braza
La batalla en los 50 braza es entre dos nadadoras del Este: la rusa Efimova superó el registro más rápido de la historia en las series y la lituana Meilutyte, que en Barcelona ya consiguió el récord en los 100, se lo arrebató en semifinales. Hoy espera un reto apasionante. La española Marina García se quedó en semifinales, pero ha hecho un gran campeonato con cinco plusmarcas nacionales.
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