BM Atlético de Madrid
Diego Costa no se rinde
«Es una pena si Diego Costa no puede disputar la final de la Liga de Campeones», se lamentaba Enrique Cerezo después de ganar la Liga en Barcelona. «Es un elemento muy importante en el equipo», añadía, consciente de que los goles del hispanobrasileño tienen mucha culpa de que el Atlético haya llegado hasta donde está, campeón de Liga y en la final de la «Champions». Diego, cuando se marchó al banquillo ya sabía que lo tendría complicado. Por eso no pudo contener las lágrimas. Pensaba en todo lo que había peleado para al final poder quedarse sin disfrutar del partido más bonito del año.
La imagen se ha repetido en las dos últimas visitas al Camp Nou. Entre los dos partidos apenas ha aguantado cuarenta y cinco minutos sobre el césped. El ansia por ayudar al equipo y la dependencia que tiene el equipo de sus goles le han obligado a acortar los plazos de recuperación, algo muy peligroso en las lesiones musculares. Las buenas sensaciones en los entrenamientos hacen que muchas veces los entrenadores y los mismos futbolistas se precipiten en la reaparición, ignorando que la exigencia de un partido con saltos, cambios de ritmo, arrancadas y frenazos eleva el riesgo de recaída.
«Está bien, ha entrenado sin problemas y arrancará de inicio», decía Simeone antes de enfrentarse al Barcelona. Después, volvió a romperse. Sufre una lesión en los isquiotibiales de la pierna derecha, la zona que le ha impedido rendir con normalidad en los últimos dos meses. Una lesión que puede necesitar entre dos y tres semanas de recuperación si hay rotura. En ese caso, peligraría incluso la presencia del hispanobrasileño en la lista de Vicente del Bosque para el Mundial.
Los médicos del club no han descartado la presencia del delantero en la final de la Liga de Campeones el próximo sábado contra el Real Madrid. Pero son pesimistas. Desde que se retiró del campo en el partido de ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones contra el Barcelona, las lesiones no le han dejado trabajar. Siempre en la misma zona, en los isquiotibiales que ahora le vuelven a molestar. El sábado, sobre el césped del Camp Nou, festejaba el campeonato a la pata coja. No quería apoyar la pierna derecha que tantos problemas le ha dado. Ayer, en la celebración en Neptuno se permitió incluso algún trote para celebrar el título con los aficionados.
Fue el 1 de abril en el Camp Nou cuando Diego Costa sufrió el primer contratiempo serio. El muslo le molestaba desde unos días antes, desde que notó unas molestias después de una carrera en San Mamés en la victoria ante el Athletic. La amenaza le impidió entrenar con normalidad en la previa de la ida de los cuartos de final de la «Champions». Después, sólo duró media hora sobre el césped. Se perdió el partido de Liga contra el Villarreal y el de vuelta de la Liga de Campeones contra el Barcelona. Costa reapareció contra el Getafe con gol y un nuevo susto. Eran tantas las ganas que tenía de marcar que, con el partido a punto de terminar, se lanzó al suelo para rematar un balón y marcó, pero chocó contra el poste. La imagen de su pierna, otra vez la derecha, amenazaba con algo peor. Pero sólo fue una contusión, una brecha y mucha sangre, nada que le impidiera seguir peleando en los partidos posteriores.
Los fantasmas parecían alejados, pero volvieron a aparecer, en esta ocasión en un entrenamiento. Después de la derrota ante el Levante, Diego no pudo ayudar al Atlético en la segunda oportunidad que tenía para ganar la Liga. Lo vio desde la grada. La experiencia aconsejaba prudencia y Simeone no quiso arriesgar. La Liga podía ganarse en el Camp Nou y una reaparición precipitada podía dejar a Diego sin el partido decisivo de la Liga y sin la final de la Liga de Campeones. El técnico rojiblanco no quiso guardarse a Costa para el último partido de la temporada. Arriesgó con él desde el comienzo y puede que ahora no haya solución.
Algo más favorable parece la evolución de Arda Turan. El turco también se marchó antes de que acabara la primera parte del Camp Nou y su historial durante esta temporada no animaba al optimismo. Se fue llorando, como Diego Costa, pensando en que la final de Lisboa se le escapaba. Lleva varias semanas jugando con una pubalgia que le ha impedido disputar algunos encuentros en el último tramo de la temporada. Pero los servicios médicos del club confirmaron ayer que sólo sufre una contusión en la cresta ilíaca. Algo que no debe impedirle participar en la final de la Liga de Campeones. Más complicado lo tiene Diego Costa.
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