FIFA
El negocio de dirigir el fútbol
La transparencia no ha llegado a la FIFA, que gasta 362 millones de euros al año en personal
En la FIFA apenas existe el absentismo laboral. No es habitual que alguno de sus miembros se pierda cualquiera de las reuniones trimestrales del comité ejecutivo. Sólo el ruso Vitaly Mutko y el argelino Mohamed Raouraoua dejaron de asistir a una en 2014, según refleja la memoria anual. El colombiano Luis Bedoya sólo estuvo en dos de las cuatro, pero su ausencia está justificada, sustituyó al argentino Julio Grondona después de su muerte el 30 de julio del año pasado. Parte de culpa de esa fidelidad deben de tener las generosas dietas diarias que reciben los miembros del comité ejecutivo, algo más de 500 euros. El salario anual también influye, aunque la FIFA no lo refleja en sus memorias. Están llenas de números: 672 millones de tuits publicados durante el Mundial de Brasil, 3,4 millones de espectadores durante el torneo, 900 millones de dólares (820 de euros) para el desarrollo del fútbol en el mundo, ocho torneos organizados durante el año... Pero ni rastro de los sueldos de los miembros de su comité ejecutivo. Lo único que refleja es un gasto en personal de 397 millones de dólares (casi 362 de euros).
En junio del año pasado, el «Sunday Times» publicó que los dirigentes de la Federación internacional se habían duplicado el sueldo. Ahora, según la información del dominical británico, el salario anual es de 182.000 euros. Era su manera de compensar las restricciones establecidas por el Código Ético de la organización, que impide recibir obsequios «que no tengan un valor simbólico». «En caso de duda, no se aceptarán ni se ofrecerán obsequios», añade. También advierte de que la FIFA «no compensará los desplazamientos de familiares».
Los «sacrificios» que deben hacer los gobernantes del fútbol mundial se compensan con la garantía de viajar en business y alojarse en hoteles de cinco estrellas. Hoteles como el Baur au Lac de Zúrich, que ha alojado a los miembros de la FIFA durante el congreso extraordinario que ha reelegido a Joseph Blatter como presidente. Un hotel en el que el precio mínimo de una habitación individual es de 462 euros diarios y el de una doble, de 642. En uno de sus lujosos restaurantes, el Pavillon, la botella de vino tinto más barata cuesta 88 euros.
Todos los gastos de los directivos de la FIFA deben ser controlados por el comité de finanzas, que hasta su fallecimiento presidía el argentino Julio Grondona. En Argentina hay gente convencida de que el fallecimiento de Grondona, presidente de la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) durante 35 años y vicepresidente de la FIFA durante 26, más que una muerte fue una huida. Grondona controló el fútbol de su país y la mayoría de los negocios que se generan a su alrededor. Durante años, la explotación del fútbol en su país se concedía a la empresa del paraguayo Carlos Ávila, que con el tiempo acabó convirtiéndose en Torneos y Competencias, participada también por el grupo Clarín. Grondona negociaba directamente los contratos sin que salieran a concurso hasta que la familia Kirchner decidió «nacionalizar» el negocio y gestionar el fútbol televisado a través de la empresa de participación estatal «Fútbol para Todos». Ávila lo denunció hace cuatro años por «lavado de dinero» y «administración fraudulenta» con el apoyo de una grabación con cámara oculta. Pero Grondona siguió dirigiendo el fútbol argentino y las cuentas de la FIFA. Su «heredero» en el comité de finanzas, el camerunés Issa Hayatou, es uno de los miembros de la FIFA que la fiscalía suiza ha llamado a declarar. El uruguayo Eugenio Figueredo, que ocupó el lugar que dejó vacío Julio Grondona, se encuentra detenido, incomunicado y con las cuentas bloqueadas.
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