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Un accidente molesto
La Selección se toma la derrota ante Georgia como algo de lo que aprender y un aviso para prestar atención a lo que llega. «Mejor perder un amistoso que en la Eurocopa», dice Ramos
La selección española aterrizó anoche en el aeropuerto de La Rochelle, quedó concentrada en la Isla de Ré y ya avista desde suelo francés el inicio de la Eurocopa entre las dudas de la derrota con Georgia, la ambición de conquistar el título y las fuertes medidas de seguridad.
La Selección está acostumbrada a convertir los amistosos antes de los grandes torneos en una rutina victoriosa que permita comenzar con optimismo el campeonato. Así ha sido al menos en los últimos años. Desde que, en 2008, comenzó el ciclo victorioso de la Roja, España había disputado doce amistosos antes de una Eurocopa o un Mundial y había ganado los doce. Había marcado 33 goles y encajó sólo seis. Hasta que llegó Georgia para amargar la despedida. El de Getafe era el último encuentro antes de que los internacionales españoles viajaran ayer a la concentración de Sainte Marie de Ré.
«No es la mejor manera de empezar, pero si me dan a elegir prefiero tropezar en un amistoso que en un partido de la Eurocopa. Se hicieron muchas cosas buenas y alguna mala que nos sirve para aprender», comentaba Sergio Ramos a su regreso ayer a la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, donde el equipo se entrenó antes de emprender el viaje oficial.
Para encontrar un amistoso que no terminara con victoria española antes de un gran torneo hay que trasladarse a la preparación para el Mundial 2006, cuando empató (0-0) con Rusia en el Carlos Belmonte. España no jugaba en Getafe desde 2004, cuando se enfrentó a Andorra antes de la Eurocopa de Portugal y se impuso con comodidad por 4-0.
La experiencia de perder un encuentro amistoso contra una selección muy inferior antes de la Eurocopa puede servir de motivación antes del torneo para el equipo que entrena Vicente del Bosque. «Es un pequeño toque de atención. Ojalá a partir de aquí empiece la racha y podamos dejar la portería a cero y hacer un gran papel en la Eurocopa», añadía Sergio Ramos.
La anterior derrota de España en un encuentro similar hay que buscarla 32 años atrás, curiosamente antes de jugar la última Eurocopa que se disputó en Francia. Un gol de Susic en la Línea de la Concepción, con el Peñón de Gibraltar al fondo, dio la victoria a Yugoslavia ante el equipo que entrenaba Miguel Muñoz, que después terminaría siendo finalista de la Eurocopa.
Eran otros tiempos. En aquel torneo, que ganaron los anfitriones, Platini fue la estrella y el máximo goleador. Era el capitán y la imagen de la selección francesa. Ahora, si quiere entrar a un estadio, tendrá que mezclarse con el público y no acercarse al palco, donde la UEFA tiene prohibido invitarle por la sanción que le impuso la FIFA.
Aquel encuentro ante los «plavi» fue el primero de Butragueño en una convocatoria después de sustituir a Rincón, uno de los héroes de la clasificación lograda con el 12-1 a Malta, que se había lesionado en el amistoso anterior en Hungría. Pero el Buitre tuvo que esperar hasta después de aquella Eurocopa para ponerse el «9» de España.
La derrota no condena a jugar un mal torneo. Tampoco la victoria garantiza un buen camino durante la competición. El ejemplo, otra vez, es Yugoslavia. España, a la que entonces entrenaba Luis Suárez, la derrotó en la preparación (1-0) y después esa misma selección mandó a la Roja para casa en octavos de final del Mundial de Italia en 1990.
España ya perdió el primer partido del Mundial de Suráfrica con Del Bosque en el banquillo ante Suiza y después ganó todo lo demás para ser campeona del mundo. Y en la pasada Eurocopa tampoco pudo ganar a Italia (1-1) en el debut. En la final la pasó por encima (4-0). Por eso la derrota ante Georgia no parece preocupante. «Quizá nos faltó un poco más de profundidad y amplitud por banda. Tenemos una semana para trabajar y para llegar de la mejor manera posible», asegura Ramos. Muy parecido era el análisis del seleccionador, Vicente del Bosque, tras el partido. «Hemos amontonado demasiada gente para iniciar el juego. No nos han dejado espacios», explicaba. Uno de esos hombres que debían abrir el campo era Lucas Vázquez en su primer partido con la Roja. «El debut es un premio para mí», dice el madridista, que intentó abrir el campo por la banda derecha. Para eso le ha convocado Del Bosque, porque es un futbolista diferente, que no pide la pelota al pie, sino que ofrece alternativas que no abundan en el equipo. Tendrá más oportunidades.
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