Burbuja futbolística

Desde que, en septiembre de 2009, la UEFA diera su bendición «urbi et orbe» al concepto de Juego Limpio Financiero («Fairplay» financiero), y desde que en junio de 2012, su Comité Ejecutivo aprobara la formación bicameral del Comité de Control Financiero de Clubes para velar por la aplicación del Reglamento de Juego Limpio Financiero de la UEFA, la cofradía «Balompédica de Buenas Intenciones» (que procesiona durante todo el año, de forma impenitente, por la Liga española) no ha logrado captar, lo que se dice, muchas vocaciones.

Yo diría algo más: le han salido hermanos mayores respondones y poco dados a cumplir y hacer cumplir las venerables reglas del «Fairplay». Basta con ver los recientes casos de los futbolistas del Barcelona Leo Messi y del brasileño Neymar para terminar de reconocer que esa «inocente aspiración» de introducir una mayor disciplina y racionalidad en las finanzas de los clubes de fútbol, lejos de no cumplirse, nos están llevando –en el contexto de crisis financiera– irremediablemente (creo) a una «burbuja futbolística» donde la aparición de los Fondos de Inversión en el fútbol profesional probablemente terminen por controlar las decisiones más importantes de la citada cofradía y, en consecuencia, asistir a lo que Gianni Infantino (Secretario General de la UEFA) viene predicando desde su púlpito de Suiza: que los Fondos en estos tiempos de estopa y palo «son un beneficio a corto plazo para el mundo del fútbol, no en el largo». Y ahí es donde más le puede doler al presidente de la Liga de Fútbol Profesional, porque el Sr. Infantino está dispuesto a «actuar» para cortar por lo sano: «Nuestra conclusión es que esto no puede continuar así, que hay que pararlo».

Lo que no se entiende es que, mientras el Sr. Infantino y su cruzada (contra los Rosell y sus casos) terminan por hacerle el trabajo a Hacienda, no se publica una lista con los clubes con mejor «fairplay» financiero. Lo mismo es que no existe ninguno.

*Experto en derecho deportivo