Champions League
Casemiro, tres años después
El brasileño vuelve a Dortmund, donde, de camino a la Décima, salvó el partido más complicado del Madrid. Apenas contaba para Ancelotti. Hoy, frente a un Borussia lanzado, es esencial
El brasileño vuelve a Dortmund, donde, de camino a la Décima, salvó el partido más complicado del Madrid. Apenas contaba para Ancelotti. Hoy, frente a un Borussia lanzado, es esencial.
Los aficionados no sólo recuerdan los goles bonitos o los decisivos, también hay espacio en la memoria para actuaciones de futbolistas que no protagonizan ni un tanto ni una jugada cerca del área. Los madridistas que vivieron la Séptima no olvidarán el partido que hizo Fernando Redondo en Dortmund, en 1998. El Madrid había ganado el primer partido de la semifinal en el Bernabéu por 2-0 y en la vuelta, el mediocentro del Madrid decidió que la pelota era suya, que ese partido se iba a disputar, pero no iba a pasar nada. Acabó 0-0.
No es fácil jugar en el Signal Iduna Park de Dortmund, donde nunca ha ganado el Real Madrid y donde esta noche pasa una prueba de mucho nivel para medir su estado. Es un escenario temible, frente a un Borussia lanzado, con 19 goles a favor y uno en contra, líder de la Bundesliga, pero que no puede fallar tras haber sido derrotado por el Tottenham en la primera jornada. Para soportar la presión de ese estadio y el fútbol que propone el conjunto alemán, hay que tener una fuerte personalidad y salir al campo como si nada. Hay que ser, por ejemplo, como Fernando Redondo. O hay que ser, por ejemplo, como Casemiro, el centrocampista que un 8 de abril de 2014, con el conjunto blanco perdiendo 2-0 (tras haber ganado 3-0 en la ida) saltó al campo, en esa vuelta de los cuartos de final, y se hizo con la situación. De camino a esa Champions, el aficionado recuerda los goles de Múnich o el tanto de Ramos en el último segundo de la final, pero hay un hueco para lo que pasó semanas antes, para Casemiro y su actuación en los últimos minutos en Alemania: todo el mundo a su alrededor estaba nervioso y él, que era joven, que apenas contaba para Ancelotti, tuvo la sangre más fría que nunca. «Jugar en Dortmund es especial porque fue ahí donde empezó todo para mí. La afición apretará mucho y es difícil jugar allí», reconocía ayer el centrocampista en una entrevista que le hizo Codere. Ese día, se pegó con cualquier rival que se le puso enfrente, pidió la pelota y dio la serenidad que le faltaba al resto de sus compañeros. Ese día, cuando el Real Madrid salvó el escollo de Dortmund, el vestuario que comandaba Ancelotti, y al que ayudaba Zidane, se convenció de que se podía ganar la Décima.
Fue la puerta que terminó con la sequía madridista y fueron los minutos con los que Casemiro demostró que estaba listo para ser un futbolista de alto nivel. La temporada siguiente se fue al Oporto y cuando volvió, un año más tarde, el conjunto que ya entrenaba Zidane volvió a ganar la Champions, dos veces consecutivas. Puede que no sea casualidad.
Lo que hace el brasileño es dar cobertura a los laterales y ocupar mucho campo. «Es un jugador importante. Hace el equilibrio entre defensa y ataque. Hace un trabajo como podían hacer Deschamps o Makelele», le comparó ayer Zidane. «Me gusta mucho trabajar y a veces demasiado», confirma el brasileño. El año pasado no pudo jugar en Dortmund por lesión, hoy es necesario.
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