Restringido
El Cara a Cara: ¿Es Simeone un demagogo?
El Cholo devora a Simeone
José Luis Sánchez
Desde el minuto uno de esta temporada, Diego Pablo Simeone ha decidido apretar el acelerador. A ti, Pichón, te sigue engañando, pero al resto no nos cuela más cuentos. No le he escuchado hablar de economía antes de jugar ante el Rayo. No le escucharé especular con los fichajes en la previa del Villarreal o Sevilla. ¡¡BASTA YA!! Simeone vive feliz en el papel de hermano sin recursos abandonado por sus padres. Vive sobreexcitado, como su banquillo. Con el Mono Burgos enzarzado en continuas batallas, yendo a pegar a un árbitro, o amenazando. El «cholismo» es así y, tras ganar la Liga, el personaje del Cholo ha devorado a Simeone. Sólo basta repasar su historial como jugador para entenderlo. Julen Guerrero podría opinar.
- Los pelotazos del Cholismo
Simeone es reincidente en la reincidencia, si me permites. Todavía tengo fresco el recuerdo de la final de Lisboa echando balones al terreno de juego para perder tiempo, vacilando a Varane. No me engaña. No me dejo engañar. Es un grandísimo técnico, maravilloso en lo suyo. Pero le pediría más con los futbolistas que tiene. Adiestrar a sus jugadores a buscar broncas, peleas, choques y pelotazos es lícito, pero no admirable. El pobre Atlético, como diría el Cholo, apenas se ha podido gastar más de cien millones... para pegar balonazos de Godín a Mandzukic. Alguno no podía salir de casa con ese sistema.
- Una mala copia
El Cholo siempre ha reconocido su admiración por Mourinho. Lástima que las copias no se acerquen a la realidad; «Mou» es auténtico, genuino, inimitable. El personaje del argentino, gracias a periodistas como tú, se aplaude y se jalea. Siempre provocando y presionando a los árbitros, siempre llorando por diferencias económicas, bendiciendo y aplaudiendo los excesos de sus jugadores. Aún recuerdo la feroz campaña contra el portugués. Todo se sacaba de contexto. Tiene esa suerte Simeone. En el banquillo del Madrid ni hubiera sido intenso ni ganador, hubiese sido provocador y causante de la pérdida de valores del Mejor Club del Siglo XX. Pipi, abre los ojos de una vez.
Es el robin hood del FÚtbol
Pipi Estrada
Tengo la sensación, querido José Luis, de que vivo en otro planeta distinto. Que tenga que leer estos juicios de valor gratuitos sobre el Cholo me sugiere que te estás poniendo una venda para no ver una realidad que destroza la política de lo que tú defiendes. Con mucho menos, el entrenador del Atlético de Madrid ha hecho feliz a una afición que está disfrutando de un momento único. Creen en su líder, el equipo es generoso y solidario, y en la planta noble hacen las cosas muy bien dentro de las dificultades económicas que sufren. El «cholismo» es ya una religión entre los atléticos. Un entrenador «antihéroe», que gana a los ricos y que se ha convertido en el nuevo Robin Hood. Conoce la idiosincrasia del club, de ahí su partido a partido, y el apelativo de «El Pupas», como se vio una vez más en la final de la «Champions» en el fatídico para el Atlético minuto 93. El Cholo ha logrado ser el mejor de la historia que ha pasado por el banquillo del Calderón. José Luis, deja de intoxicar para desequilibrar los pilares de un equipo que esta temporada otra vez te va a dar grandes disgustos sin ser tan rico como el tuyo.
- Las collejas fueron de «colegueo»
Ya sé que te gustaría que le sancionaran con 50 partidos, eso te haría feliz. Está claro que se merece una sanción porque el árbitro vio agresión en el lance de las collejas. Sin embargo, para mí fue un momento tenso donde el Cholo, con sus dos golpecitos al asistente, quería «coleguear» y dar un toque de complicidad. ¿Que no se interpreta como yo lo veo? Lo admito. Pero castigo leve para el impulsivo, pero noble y en absoluto demagogo entrenador del Atlético.
- Menos lobos con Mou
Comparar al Cholo con Mourinho es comparar a un perro con un lobo. «Mou» y el Cholo son incomparables. El vestuario de Simeone es sano, está unido y todos van en la misma dirección que su líder, lo que no ocurría con el luso en tu Madrid. El argentino los defiende siempre y se aparta de la gloria. El tuyo, tu querido «Mou», quería la gloria para él solo, la gloria egoísta. Y los que le rodeaban le tenían que estar agradecidos. Qué gran diferencia, ¿verdad?
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