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El Celta juega y gana (2-1)
El Madrid, sin más ángel que Cristiano, autor del gol de la esperanza, perdió 2-1 en Balaídos. Benzema se lesionó al filo de la media hora
Sin ángel, sin fútbol, con los recursos infrautilizados, el Madrid perdió en Balaídos y también a Benzema. Le ganó el Celta, más equipo, con más enjundia y fundamento, con un estilo de juego definido, excelente para sus posibilidades, de ahí el 2-1, y porque Cristiano, ese francotirador desesperado, cerca ya del final acertó a batir a Sergio. El gol valdría doble si fuera preciso. Sería oro. Entre tanto, los vigueses soñarán con pasar a la siguiente ronda y los madrileños, con mejorar ostensiblemente, si no quieren sufrir una nueva pesadilla copera.
Mourinho está de los nervios porque Higuaín no termina de sanar. Hasta el año que viene es batalla perdida. En Vigo, antes del partido se especulaba con la alineación de Morata y de Nacho. Varane fue lateral derecho; Arbeloa, izquierdo, y en el centro de la defensa, Pepe junto a ese jugador en decadencia, Carvalho, un bulto sospechoso. En punta, Benzema. Y Benzema se lesionó, solo, al filo de la media hora. Torcedura de tobillo. El cambio natural era Morata, pero estaba en la grada.
Sin perro (Higuaín) hasta 2013 y sin gato (Benzema) hasta que lo aclare el parte facultativo, el Madrid prosigue la caza del Barcelona (y del Atlético) con la delantera entre algodones. Las razones de Mourinho para esconder a Morata cuando lo que necesitaba era un ariete, que fijara a la defensa del Celta, que la molestara y que abriera huecos para Cristiano, son un arcano. Pero no es ningún misterio que el fútbol de su equipo es ramplón y partido tras partido se repite la jugada.
El primer tiempo en Balaídos lo tiró a la basura, o se lo ganó el Celta, lastrado por la falta de puntería de Chu-Young Park. Entre el minuto 38 y el intermedio disfrutó el surcoreano de cuatro ocasiones para confirmar la superioridad celtiña; no acertó con ninguna. También rozó el gol Mario Bermejo, tras un par de saques de esquina. En esos instantes, Pepe, el capitán, se desgañitó pidiendo concentración y serenidad a sus compañeros. Tan distraídos estaban Varane, Arbeloa y, sobre todo, Carvalho, como los tapones de la media, Essien, Alonso y Modric. Di María iba a su aire, pero era el único que centraba, aunque mal, y Cristiano olvidó dónde estaba la portería contraria porque se picó con Hugo Mallo y vio tarjeta.
Oubiña, Aspas, Augusto, Bermejo y Krohn-Dehli eran dueños del partido y Sergio, bien protegido por su zaga, un espectador más. En el minuto 35 empezó a calentar Özil. Tras el descanso, Di María no salió y su lugar lo ocupó el alemán. El Madrid necesitaba fútbol, mucho más que las carreras intempestivas de Ronaldo.
Pero el que jugaba era el Celta, por las bandas, bien aprovechadas, triangulando como mandan los cánones, de ahí el premio, el gol de Mario Bermejo mientras Carvalho, uno de los que deshacía el fuera de juego, protestaba al regreso de la vendimia. Para contrarrestar el 1-0, Mourinho recurrió a Kaká, por Essien, asfixiado y sin sitio; pero volvió a marcar el Celta. Bustos sorprendió a Adán con un zambombazo por la escuadra. El único que no se dio por vencido fue Cristiano: tiró y tiró hasta que Alonso le lanzó un pase a la espalda de la defensa y marcó el esperanzador 2-1. Mucho tendrá que mejorar el Madrid si quiere continuar en la Copa... Y a la caza del Barça (y del Atlético).
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