Real Madrid
El hombre que hizo entrenador a Benítez
El técnico del Madrid dejó de ser futbolista por una entrada del diez de Canadá en la Universiada de 1979. Sólo se acordaba del dorsal. Se llama Douglas Leeies y ha hablado con LA RAZÓN
El técnico del Madrid dejó de ser futbolista por una entrada del diez de Canadá en la Universiada de 1979. Sólo se acordaba del dorsal. Se llama Douglas Leeies y ha hablado con LA RAZÓN
El lunes, Rafa Benítez dio una entrevista a la página web del Real Madrid. Está en su casa de Liverpool, con su mujer y sus hijas, rodeado de los cuadros de pintores rusos que cuelgan en las paredes, hablando continuamente con las diversas secciones del Real Madrid, para intentar tenerlo todo controlado antes de empezar la semana que viene su gran reto como entrenador. Estar en el banquillo del Santiago Bernabéu como local es a lo que ha aspirado desde que tenía 19 años. El lunes, Douglas Leeies fue a ver al dentista. A sus 62 años ya dejó de entrenar a niños y ahora se dedica sólo a tareas administrativas en el club deportivo mientras sigue trabajando como arquitecto de casas para gente necesitada de Canadá.
Doug no sabía que una tarde, hace mucho, coincidió con Rafa Benítez, «un entrenador de éxito, que casi siempre tiene buenos resultados en los equipos donde va», cuenta ahora a este periódico. El entrenador del Real Madrid, sin embargo, siempre tendrá presente a Douglas, aunque no recuerde ni su nombre ni su cara. Rafa Benítez sólo tiene grabado a fuego en la memoria un número: «¿Qué condicionó mi carrera? El número 10 de la selección de Canadá, en México. No recuerdo su nombre. Era la Universiada de 1979. Una entrada por detrás y mi rodilla derecha saltó hacia delante. Quince días sin tratamiento y después me escayolaron la pierna y tuve que hacer fisioterapia. Pero la rodilla nunca llegó a curarse del todo, por lo menos no lo suficiente como para jugar al fútbol de alto nivel», contaba Rafa en una entrevista en «La Repubblica».
«Yo era el número diez», dice Douglas Leeies.
Donde vive Doug el deporte rey es el hockey, pero él nació en Escocia y con 21 años se fue a Canadá, por eso jugaba al fútbol. Ese encuentro en México acabó 0-0, después de que España fallase un penalti. A Douglas, que entonces estudiaba Arquitectura, se le ha quedado marcado que la Selección española se defendió muy bien y que él acabó muy «enfadado». Estaba logrando goles en todos los partidos y en ése se quedó con las ganas. El resto del encuentro lo ha borrado por considerarlo superficial y sin importancia.
Benítez no puede. Recuerda con precisión la jugada que le acercó a la retirada y que le hizo entrenador sin remedio. «Tardé más de seis meses en volver a jugar, aunque la verdad es que nunca me recuperé del todo. Mi carrera como futbolista tenía fecha de caducidad. El Real Madrid me envió cedido a la AD Parla, en 3ª División, donde jugué cuatro años. Fueron buenos tiempos, conseguimos el título y un ascenso, pero seguía teniendo recaídas de mi lesión. Dejando Madrid, fiché por el Linares de Jaén, en 2ª B. Pero la rodilla seguía dándome problemas y, finalmente, decidí poner punto y final a mi carrera como jugador», cuenta en su blog.
Es de los pocos que pueden hablar con conocimiento de esos partidos de España en la Universiada de México, que no tiene sitio en la memoria de casi nadie. Ni siquiera se consideran partidos oficiales. Era una competición entre universitarios y la Selección la formaban siete estudiantes de Medicina, tres de Industriales, dos de Empresariales, 2 de Derecho, uno de Económicas y uno, Rafa Benítez, de INEF, que se incorporó el último día a la concentración, justo antes de coger el avión.
Cándido era defensa y uno de los estudiantes de Medicina del equipo. «Hace poco un periódico me dijo que había jugado con Benítez esa competición. Yo sólo me acordaba de que había un compañero que se llamaba Rafa, que era un chavalín delgado. Soy médico, acabé mi carrera de Medicina y a eso me dedico. Me cambiaba por Benítez ahora mismo», dice con nostalgia de lo que no pudo ser. Cándido no olvida el choque contra Madagascar de aquella competición, pues se ha convertido en uno de los grandes momentos de su vida. Le pegaron una patada tremenda y el público se le echó encima. Cándido se sintió fuerte: «Me eché la mano a los huevos y dije: ‘‘Para vosotros todo’’. Y me echaron».
Los recuerdos en general son difusos, vagos y es imposible armar la historia oral de un torneo extraño en el que España se clasifica por una moneda que decidió el empate a todo con Madagascar y en el que el último partido no lo juega porque Gran Bretaña se ha retirado. Leeies dice que Canadá se quedó sin presupuesto en medio de la competición porque no esperaban llegar tan lejos.
Todos los deportistas españoles vivían en «una villa universitaria, que estaba un poco en mantillas; debieron de hacerla rápido, porque eran edificaciones simples», cuenta Pedro Serrano, que jugó en el Oviedo en Segunda. Allí compartían vida con los nadadores López Zubero. Rafa Benítez era un jovencito con pelo largo, que apenas llamaba la atención. «Era un poco tímido», cuenta Serrano. «Pero buen jugador, con técnica, que dominaba la situación, repartía bien, bien posicionado. Se veía que tenía futuro en el fútbol».
Benítez hizo un gol a Cuba en el primer partido de la competición. Y después llegó el encuentro contra Canadá, que había ganado a Inglaterra. Fue un partido «aburrido y monótono», según Efe, con España muy retrasada. Era 30 de agosto en México. En una jugada, Douglas, con 26 años, entró a Benítez, que sólo tenía 19 y ya jugaba en el Castilla. «No lo recuerdo», dice Douglas. Pero Benítez no lo olvida. Pedro Serrano tiene un recuerdo lejano: «Tuvo mala suerte en aquel momento. Pero se ha convertido en un entrenador prestigioso».