Real Madrid Baloncesto
El sueño de un niño de Gales
Gareth Bale era un niño de orejas de soplillo que soñaba con ser futbolista profesional, como hacen casi todos los niños del mundo. Luego hay sueños ambiciosos y sueños humildes. Hay quien, cuando cierra los ojos, se imagina con el equipo de su ciudad y están quienes se ven jugando en el equipo al que van todas las estrellas. Bale, a quien desde pequeño le vieron cualidades de futbolista mayor, veía en la televisión al Real Madrid de finales de los noventa y primeros de 2000. El equipo que ganó tres «Champions» y al que fueron llegando Figo, Zidane y una lista de jugadores que ayer presentó al, por ahora, último nombre. La vida es así: el suyo.
«Cuando era más joven, veía mucho fútbol y el Real Madrid era el equipo que siempre destacaba, por lo que siempre les he estado siguiendo. Cuando eres un niño y ves cómo presentan a los jugadores y cómo se ponen la camiseta blanca, piensas, ''quizá algún día pueda ser yo''. Por fin ha llegado ese día y es literalmente un sueño hecho realidad», explicó ayer en la entrevista en la televisión del Madrid.
El fútbol entra en la cabeza de un niño sin que se dé cuenta. Puede que sea un instinto especial, que le hace elegir una cosa por encima de otra, un equipo, un gol que decide cuál va a ser el equipo de su vida. «Mi primer recuerdo es el gol de la final cuando tenía 8-9 años», explicó ayer, con 24 años, de traje, en la sala de prensa del Santiago Bernabéu, después de haber pasado por el palco y pisado el césped. Se supone que hablaba del gol de Zidane y que los nervios le jugaron una mala pasada con las fechas. O se refería al tanto de Mijatovic. Dos goles en finales, dos tantos que hicieron madridistas a muchos niños del mundo.
Con Bale fue decisivo: «El Real Madrid ha sido siempre el mejor club. Ver al equipo jugar ha sido increíble y ahora voy a formar parte de ello. Mi corazón está con el Real Madrid y es el único equipo al que he escuchado».
Estaba firme ayer, pero es que estaba ocultando el nerviosismo, como reconoció él. No era para menos. Por primera vez pisaba el césped del Bernabéu vestido como futbolista del Madrid. Repartió balones entre la grada. Se sentía a gusto con una camiseta oficial. Antes estuvo en el palco, decorado con una foto suya, pero 16 años antes, cuando era un niño. Vestía una camiseta del Madrid, una camiseta que ya es un clásico: anunciando Teka. El niño Gareth levanta dos dedos y sonreía pillo o quizá soñando: «Quiero dejar muy claro que la determinación y la convicción de Bale han sido esenciales para que su llegada sea una realidad. Una determinación y una firmeza de inmensa solidez porque ambas están ancladas en los deseos que hace años tenía un niño de Gales que vestía la camiseta del Madrid», dijo Florentino Pérez. Esa foto la guardó Bale, porque los buenos recuerdos se guardan para siempre. Ayer la mostró al mundo desde el palco del Bernabéu. Está más alto, con las orejas más pegadas. La ilusión, sin embargo, es la misma.
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