Nueva York

El whatsapp de Carlota

La Razón
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Cuatro manos unidas. Apretándose fuerte. Recogiendo todo el amor que uno puede vivir y todo el dolor que casi nadie puede soportar. Ésta es la imagen del perfil de whatsapp de Carlota Vilanova, la hija de Tito. Es su mano, la de su hermano, la de su madre y la de ese padre que va a estar para siempre en sus vidas y en las de todo el barcelonismo. Esa fotografía íntima recoge el espíritu de un entrenador cuya filosofía de vida era grupal. Hombre de pocos, pero buenos amigos. Marido enamorado de la mujer de su vida, Montse, a la que conoció con 18 años. Padre dedicado y entregado a su hija, la niña de sus ojos, y a su chaval, Adrià, que este fin de semana ya ni siquiera fue convocado con su equipo preveyendo el desenlace fatal. Hijo de Joaquim y Maria Rosa, unos padres que sobrellevaban con impresionante serenidad el devenir de la salud de su Tito.

Hombre sencillo, auténtico, directo, aparentemente tímido, pero con carácter. Supo ser el mejor segundo y triunfó como primero. El Pepito Grillo de Guardiola, el estratega del tándem, con el que construyó los fundamentos técnicos y tácticos de ese Barcelona con el que ganó 15 títulos.

La vida le dio lo mejor y lo peor. Le puso en el banquillo azulgrana, donde ganó una Liga con más de 100 puntos, y le arrancó de él por dos veces. Por el maldito cáncer. Por la terrible enfermedad con la que este equipo ha convivido demasiado. Lloró Abidal como un niño cuando recibió un mensaje con la noticia de la muerte del hombre con el que había hablado tantas horas sobre la vida. Le caían las lágrimas a Andoni Zubizarreta, el que apostó por él para sustituir a Guardiola en el banquillo culé. Le pesaban las ojeras a Roura, su amigo del alma y quien ocupaba su lugar en el banquillo cuando él se iba a Nueva York a tratar su enfermedad. El bueno de Jordi... De los pocos que han estado a su lado hasta la última semanas, cuando Tito ya no tenía ganas de ver a casi nadie.

Apretaba los dientes Piqué, disimulaba el dolor Mascherano, uno de los jugadores con los que entabló una amistad única, y clavaba Messi la mirada en la fotografía del que fue su entrenador cuando era un cadete. Todos juntos. No faltó nadie. Esa piña fue la que logró sobreponerse y ganar aquella Liga con él, por él y para él. No son sólo vuestras manos las que están unidas, Carlota. Tu padre, con su lucha y forma de ser, ha conseguido que cientos de miles nos unamos a las vuestras. Tito, ejemplo para siempre.