Champions League

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«Herr Fussball»

«Herr Fussball»
«Herr Fussball»larazon

Ejército de liberación; por Lucas Haurie

Al aficionado de bien le encantan, aquí y ahora, el Borussia y el Bayern porque están en trance de pasarse por la piedra a Madrid y Barça.

La celebérrima cita de Gary Lineker no perdió vigencia, al menos desde el punto de vista español, ni en la final de Viena ni en la semifinal de Durban. Alemania no siempre gana, no al menos a la Selección, como quedó demostrado en París el 20 de junio de 1984, cuando las milagrosas paradas de Arconada y un cabezazo de Maceda mandaron de vuelta a Bonn, en la fase de grupos, al germen del equipo que dos años después sería subcampeón mundial en México y seis años más tarde campeón en Italia. No es admirable el fútbol alemán por su ADN ganador, ni tampoco por su estilo franco y vertiginoso. Ni siquiera porque sus clubes conducen sus finanzas desde el implacable luteranismo, al contrario que sus fulleros competidores del Sur. Al aficionado de bien le encantan, aquí y ahora, el Borussia y el Bayern porque están en trance de pasarse por la piedra a los antipatiquísimos Barça y Real Madrid.

Si las dos máquinas de idiotizar compatriotas se enfrentasen en la final de la «Champions», lo que no es descartable vistos los favores que suele prodigarles la corrupta UEFA de Platini (un franco-italiano con querencias qataríes, pura mafia meridional y antisajona), desaparecería de inmediato el aprecio que se ganaron con sus dos exhibiciones de la semana pasada. Porque arrollando a los dos protagonistas principales de nuestros telediarios, los equipos alemanes se granjearon la admiración de los miles de hinchas que en cualquier ciudad española padecen el permanente ninguneo hacia sus equipos de esta diarquía tiránica que ha convertido nuestra Liga en un coñazo insoportable. Iremos a recibirlos a Barajas y al Prat como si fuesen dos heroicos ejércitos de liberación. «Vielen dank».

El mismo tostón; por María José Navarro

El reparto de dinero de las televisiones es menos desigual, pero el resultado no tanto. El tedioso duopolio nacional es un monopolio muniqués.

Con esto de que el Bayern y el Borussia Dortmund han peinado a raya a nuestros dos nuevo-ricos, la gente mira hacia Alemania y parece ver de color de rosa todo lo que ocurre allí. Alemania, sede de nuestro Ministerio de Economía y cuna de la sandalia con calcetín adherido, tiene una liga saneada con clubes sin deudas y campos llenos de hinchas que pagan precios populares por entrar. Además de esto, los últimos resultados han hecho que el hincha español piense que la Bundesliga es la mejor liga de Europa, viendo la horrible Premier League de este año. Pero, ¿lo es? En España nos quejamos con razón de un reparto de derechos televisivos que ha provocado que la Liga se decida a doble encuentro en los repetitivos partidos del siglo de cada mes y medio.

En Alemania, el reparto de dinero es menos desigual, pero el resultado no tanto: desde el año 2000, el Bayern de Múnich ha ganado 8 ligas; de los otros campeones, sólo el Borussia Dortmund parece hoy en disposición de ser candidato. El tedioso duopolio nacional es en Alemania un monopolio muniqués, reforzado por el fichaje voraz de las estrellas del Dortmund. En una cosa sí nos da la Bundesliga mil vueltas: allí el fútbol se concibe como una actividad para los aficionados, los clubes son de los socios (y no de magnates procesados) y los precios de las entradas responden a esta filosofía. Aquí, país en quiebra con clubes quebrados, las entradas cuestan lo que el hincha no puede pagar.

Por cierto, les dejo ya: tengo que ir al Vicente Calderón a hacer cola para comprar entradas con el dinero de las vacaciones de agosto.