Entrevista
Jorge de Frutos: «Tenía velocidad, pero de fútbol no sabía nada»
Vivió en un pueblo de menos de 100 habitantes hasta los 18. Ahora disfruta de su segunda convocatoria con la Roja
Jorge de Frutos (Navares de Enmedio, 1997) ha llegado a la selección desde la España vaciada. Como tantos otros niños tenía que ir al colegio en el pueblo de al lado y un poco más lejos para ir al instituto. Se plantó en el fútbol profesional sin haber entrenado más de dos días a la semana. Diez años después, de las paredes del bar de su pueblo, regentado por sus padres, cuelga la camiseta de su debut con la selección.
¿Cómo es para un jugador de un pueblo de menos de 100 habitantes jugar con la selección?
El sueño de cualquier niño pequeño que empiece a jugar al fútbol es jugar con la selección, jugar con España. He tenido la suerte de poder venir, de poder disfrutar de esta experiencia, que para mí es maravillosa.
¿Y cómo era su vida allí?
Yo estuve viviendo allí hasta los 18 años. El colegio lo teníamos en Boceguillas, que es un pueblo que está a unos 10 minutillos más o menos. Y estudié allí hasta sexto de primaria. Luego con el paso al instituto ya teníamos que ir a Ayllón, que es un pueblo un poco más grande, está un poquito más lejos, no sé si son 40 minutos. Teníamos una ruta con el autobús, que iba pasando por los pueblos y nos iban recogiendo. Hacíamos nuestras horas de colegio-instituto y luego vuelta otra vez a casa. Y por la tarde ahí estaba mi hermano, teníamos otros tres amigos que son hermanos que estaban allí también en el pueblo estudiando y jugábamos al fútbol, jugábamos al frontenis, jugábamos a lo que nos apetecía en ese momento. Los fines de semana ya sí que te venía un poquito más la gente de Madrid, primos, amigos, y podías jugar partidos un poco más grandes.
«El bar de mis padres está enfrente del frontón. Y ahí pasaba mis tardes jugando al fútbol»
¿Ahora hay niños en el pueblo o ya no quedan?
Sí, creo que hay varios que todavía están. Aunque es la España vaciada, pero hay gente que todavía trabaja allí en la agricultura y la ganadería. No sé si habrá cinco o seis niños. Yo creo que sí que habrá bastantes.
La agricultura, la ganadería y un bar.
Sí, antes había dos bares en el pueblo, lo que pasa es que el otro ya se jubiló y ahora está solo el de mis padres. Allí están, en la plaza del pueblo, al lado de la iglesia, y enfrente estaba el frontón, que es donde jugábamos al fútbol de pequeños. Ahí pasaba mis tardes, salía por la puerta del bar con la merienda, rápido a jugar al fútbol y luego a hacer los deberes también.
Y el bar tiene ahora una camiseta de un internacional español.
Sí, ya está enmarcada. Tengo también la del Rayo Vallecano y una del Levante. Para mí es un orgullo poder tener allí la camiseta de la selección firmada por todos y que el que pase por el pueblo la pueda ver allí enmarcada.
¿Cómo fue llegar a Madrid con 18 años?
Llegué a Madrid gracias al padre de un amigo mío del pueblo, que era el que nos llevaba a los torneos de verano. Se llama José Ricardo, y es el que me dijo: «Yo creo que tú vales para ir a Madrid para jugar en División de Honor juvenil y creo que tienes que ir a probar». Me vine aquí a la División de Honor del Rayo Majadahonda, estuve en casa de mi tía ese primer año, y ahí ya Iriondo estaba un poco como director de cantera junto a otro chico y era el que me estaba siguiendo la pista.
¿Es el que le cambia la vida?
Para mí es el que más me ha ayudado a ser jugador. Después del año de juvenil hago dos años con él en el primer equipo, en Segunda B. El primer año no juego nada, juego un par de partidos, pero es un año de aprendizaje. Yo era un chico que venía de un pueblo, prácticamente ni entrenábamos, y vine al juvenil a entrenar todos los días. Yo tenía la velocidad, tenía muchas cosas, pero de fútbol... yo sabía jugar con el balón, pero de términos futbolísticos, de colocación, yo no sabía prácticamente nada, porque no tenía esa base que tienen todos los niños que empiezan en canteras. Yo todo eso no lo tenía, y él es el que me va guiando, el que me va enseñando, y sobre todo siempre me acuerdo de que me decía: «Cuando llegues al área, tú vas a 10.000 revoluciones, tienes que tranquilizarte, pausar un poco, tener esa calma para decidir en los metros finales». En el vestuario nos ponía música clásica para tranquilizarnos, y hablando con él más adelante, me ha dicho que nos lo ponía a todos, pero que era un poco para mí, para mi mejora individual, y la verdad es que me vino bien.
Él vería algo especial en usted para dedicarle tanta atención.
Sí, sí, sí, creo. Alguna vez había venido a la ciudad deportiva del Rayo a tomar un café y hemos estado charlando con él, Oscar Valentín y yo, que coincidimos en el Majadahonda, y sí que me contaba que iba a ver los partidos del juvenil y decía, «madre mía, ese chico tan rápido, no tiene cabeza», y le decían, «entonces, no vale», y él «sí, sí, este vale, pero hay que amoldarlo para llegar a ser jugador». El primer año no juego nada, pero cojo todas las ideas que él quería. Como hacemos play-off para subir a Segunda, aunque luego no subimos, los extremos titulares se van, vienen otros nuevos, y esos extremos tenían que coger la idea que él quería, y yo ya tenía esa base, ese segundo año ya empecé con esa ventaja y acabé jugando todos los partidos. Ascendimos a Segunda División y fue algo histórico para el club.
Y en ese año de juvenil, ¿tuvo que hacer la formación que hacen los chavales en años de academias, de equipos?¿Cómo fue?
Tampoco era una formación como tal. Yo entrenaba todos los días con todos los compañeros, pero luego los partidos no estaba preparado como para jugar. Sí que salía 15 minutos algún partido, si recuerdo un partido de ese primer año que jugamos contra el Gernika, que me puso de titular y marqué gol. Al final fue un año de mucho aprendizaje. También en enero habló conmigo y me querían llevar cedido a Tercera División, y yo le dije que gracias por la oportunidad que me querían dar, pero que yo me quería quedar ahí, que estaba sin jugar, pero aprendiendo y sabía que me iba a venir bien estar ese año, porque iba a aprender muchas cosas que igual en una categoría inferior no iba a aprender. Y así fue, creo que me vino bien, a pesar de estar otros seis meses sin jugar, pero seguir aprendiendo.
«Me faltaba tranquilidad y todavía hay veces que delante del portero me cuesta un poco»
¿Trabajó con psicólogos para tranquilizarse delante del portero?
No, era Iriondo. Allí en el Rayo Majadahonda no había tampoco muchos más medios, pero él en los entrenamientos con la música que nos ponía, luego al final muchas veces me ponía acciones para llegar al área y saber cómo pararme, tener esa pausa antes de enfrentarme al portero. Lo vas cogiendo a base de hacerlo, pero aun así todavía hay veces que delante del portero me cuesta un poco.
¿Veía vídeos de algún delantero para aprender, o bueno, con lo que te contaba Iriondo, con la práctica?
A mí siempre me ha gustado mucho Ronaldo Nazario, desde que era pequeño, y he visto muchos vídeos de él, y además tuve el placer de conocerle porque era el presidente del Real Valladolid cuando fui allí cedido. Hacía lo que quería con los porteros, él era mágico.
¿Físicamente notó mucho el cambio de pasar de jugar en Segovia a División de Honor?
Sí. Yo venía de entrenar en Cantalejo. Empecé en Sepúlveda, que ahí entrenábamos solo algún viernes, depende de cómo fuera, y luego el año de Cantalejo sí que entrenábamos miércoles y viernes, y en Madrid era entrenar todos los días de la semana. Un físio que estaba allí en el juvenil, que ahora es buen amigo mío, me decía: «Venías y tenías todos los músculos, los isquios, los gemelos cargadísimos, porque no estabas acostumbrado a ese nivel de entrenamiento». Pero bueno, yo iba tirando, iba tirando, y al final vas cogiendo esa forma física.
Lo ficha el Castilla cuando ascienden con el Majadahonda. ¿Cómo es llegar y cómo es salir del Madrid? ¿Supone una frustración?
Tres años antes estaba jugando en el pueblo, y el Real Madrid se fija en mí para ir al Castilla. Para mí era un sueño. Es verdad que podía haber jugado en Segunda División con el Rayo Majadahonda, pero creo que ir a la cantera del Real Madrid iba a ser un plus para mí, iba a aprender todavía mucho más de lo que podía haber aprendido igual en Segunda con el Rayo Bajadaonda, y así fue. Creo que fue un año muy bueno, hicimos también playoff a Segunda, aunque caímos eliminados. Y luego tuve la experiencia de irme cedido al Real Valladolid. Fueron seis meses que prácticamente no jugué, debuté en primera en San Mamés, creo que un 20 de octubre, y estaré agradecido al Real Valladolid porque me dieron la oportunidad. Fueron seis meses bastante duros, al final ahí estaba mi mujer, que era un poco la que se comía todos los marrones, pero desde siempre me ha estado apoyando. Gracias a ella también estoy aquí donde estoy ahora, porque hemos tenido momentos muy bonitos, pero en los momentos malos también es donde más apoyo se necesita, y aunque fueron seis meses duros, fueron seis meses también de aprendizaje. Era un equipo de Primera División, yo venía de Segunda B y entrenas con gente de Primera División, te hacen mejorar, es un poco igual que en el Rayo Majadahonda, yo no jugaba pero entrenaba. En el Real Valladolid, a pesar de que no tuve esos minutos, aprendí mucho, y me valió para en enero irme al Rayo Vallecano a Segunda División, y hacer una buena media temporada, que luego me sirvió para en verano firmar por el Levante en Primera División.
¿Le ha cambiado la vida el Rayo?
Sí, esa media temporada fue la del COVID, fue una temporada también dura en lo personal. Creo que en el COVID todos lo pasamos bastante mal, pero me sirvió mucho, creo que es el club que gracias a ellos di el salto a Primera con el Levante. Luego en el Levante también aprendí muchísimo con Paco López, creo que es un gran entrenador, es verdad que descendimos mi segundo año, pero también en el Levante aprendí muchísimo, y creo que ahora de vuelta en el Rayo estoy en el mejor momento de mi carrera.
¿Cómo es para un jugador del Rayo venir a la Selección?
Un sueño. Creo que es algo increíble. Estoy disfrutando de cada momento, aprendiendo de cada entrenamiento, de cada instante. Para mí, es un sueño hecho realidad.
¿Y cómo es para el Rayo estar en Europa?
Pues es un sueño también para la plantilla, para el club, para la afición. Volver a ver al Rayo por Europa, creo que para nosotros es un orgullo, y sobre todo queremos que la afición disfrute de este año de Conference, de la Copa del Rey también, intentaremos llevarlo lo más lejos, y sobre todo hacer un buen papel en Liga.
«Mientras iba calentando antes del debut iba haciendo ejercicios para bajar pulsaciones»
¿Cómo se ve de falso nueve?
Es una posición en la que, al final de la temporada pasada, Íñigo intentó probarme por la velocidad, por los espacios, por la movilidad que tengo. Yo he jugado toda mi vida de extremo, pero también los partidos que he jugado de delantero me han gustado, creo que soy un perfil de delantero de espacios, de moverme, no soy el típico que te las va a aguantar de espaldas. Al final yo lo que tengo que hacer es aportar mi granito de arena en el campo, lo que me pida el entrenador que al final es el que manda.
¿Y cómo es Iñigo Pérez, qué tiene para sacar ese rendimiento del equipo?
Creo que él es igual obsesivo con todo el tema del análisis del fútbol. Analiza muchísimo a todos los rivales, luego en los vídeos se nota que lo tienen bien trabajado. Cuando llega el partido y ves que lo que hemos visto en el vídeo y lo que nos va pidiendo él, está saliendo justo como te lo dice él. Creo que eso le da un nivel de confianza al jugador, hace que te dé ese plus. Es verdad que nos ha costado coger su idea, desde el año anterior cuando entró en el club nos costó un poco. Luego en la pretemporada fuimos cogiendo su idea y el año pasado se vio que es un entrenador que le gusta la presión desde arriba, busca a cualquier rival, no se asusta ante ningún rival, busca los matices de cada rival para hacerles daño y también es un entrenador que le gusta mucho salir jugando desde atrás, cuando hay que salir y buscar un poco la solución para poder generar esos espacios.
¿Cómo fue el momento del debut con la selección? ¿Qué le dijo De la Fuente?
Me dijo que disfrutara, que estuviera tranquilo, que disfrutara del momento, del partido. Ya el partido estaba encarrilado y es lo que hice. Mientras iba calentando yo hice un ejercicio de tranquilidad, tenía que prepararme físicamente, pero sobre todo bajar un poco las pulsaciones, porque sabía que era un momento muy importante para mí. Los nervios te pueden jugar una mala pasada, pero con el nivel que hay aquí en la selección es todo mucho más fácil.