Champions League

Balón de Oro

La «Champions» de Sergio Ramos

Fotografía facilitada por Casa Real del rey Juan Carlos (d) posando con el trofeo junto con el jugador del Real Madrid Sergio Ramos (c)
Fotografía facilitada por Casa Real del rey Juan Carlos (d) posando con el trofeo junto con el jugador del Real Madrid Sergio Ramos (c)larazon

Sergio Ramos sigue enrachado. Quedaban dos minutos para el final –Kuipers había dado cinco de tiempo añadido– cuando el sevillano voló por encima de todos los defensores rojiblanco, se anticipó a Tiago, después de marcharse de la vigilancia de Godín, y de un perfecto cabezazo batió a Courtois, que tapado no pudo hacer nada por evitar el tanto. Un tanto que llevó al Madrid a la gloria y hundió al Atlético, que en la prórroga fue aplastado, literalmente, por el conjunto de Ancelotti.

Sergio Ramos, que cumple su novena temporada en el Real Madrid, había insistido esta semana en que el favorito era el Atlético, quizá para quitarse presión, pero en su interior soñaba con la Décima, pedía a gritos la Liga de Campeones, que se le había negado desde su llegada. Además, Sergio tiene una espinita con la competición por el penalti fallado en el Bernabéu ante el Bayern. Y esa espinita se la había quitado esta temporada en Múnich al marcar dos golazos de cabeza, dando prueba de que es un jugador clave y decisivo en las jugadas a pelota parada. En las acciones de estrategia muestra todo su poderío y anoche les ganó por la mano , o mejor, por la cabeza, a todos los defensores del Atlético, incapaces de pararlo.

Su gol fue el principio del fin para el Atlético y el convencimiento de que el Real Madrid estaba más entero para afrontar con superioridad el tiempo extra. Y así fue porque luego llegaron los tres goles blancos cuando ya no había rival y los rojiblancos habían bajado la guardia. Por eso la importancia del tanto del central de Camas, que en los últimos tiempos está casado con el gol. A los dos tantos de Múnich que tumbaron al Bayern de Pep, había que sumar los que logró ante el Valencia, Osasuna y Valladolid, aunque éstos no sirvieron para que el equipo aspirase al título de Liga.

Es Sergio Ramos un futbolista en plenitud. Está en la madurez de su carrera y, aunque la temporada la comenzó titubeante, fue a más con el paso de los meses para terminarla de una forma excepcional. Físcamente se encuentra muy bien y ayer lo volvió a demostrar. No tuvo tiempo de pegarse con Diego Costa, que se retiró muy pronto de la batalla, y fue el vigilante de Villa, al que no dejó moverse con habilidad. Sabedor de que la ausencia de Xabi Alonso era importante, procuró dar un paso adelante, mover el balón y buscar los desplazamientos en largo cuando Modric no podía organizar el juego. Vio una tarjeta absurda por meterse en una guerra que no era la suya y siempre fue un capitán dentro del campo, aunque fuera Casillas el que luciera el brazalete.

Cuando Iker encajó el gol, en un error de cálculo, fue el primero en ir a animarle porque Sergio, cuentan las buenas lenguas, es el auténtico líder de este Real Madrid, que se agarró a la Décima gracias a su cabezazo cuando el partido se moría con el solitario gol de Godín –otro genio de la estrategia– y el Atlético soñaba con su primera «Champions». Pero llegó Sergio Ramos y le estropeó la fiesta. Cuestión de cabeza.