Río de Janeiro
La gloria en los penaltis
El 24 de junio de 2009, en Bloem-fontein (Suráfrica), España disparó 30 veces sobre la portería de Estados Unidos y perdió la semifinal de la Copa Confederaciones por 2-0, tras recibir no más de media docena de «balas» americanas; dos, mortales. Cuatro años después, en Fortaleza (Brasil), con menos argumentos, necesitó, primero a Casillas, reflejos y serenidad en los momentos críticos, que los hubo, y después el fallo de Bonucci en el séptimo penalti. Navas lo metió, como antes Xavi, Iniesta, Piqué, Ramos, Mata y Busquets, e Italia volvió a caer, como en Viena. Y el domingo, la final más deseada. Espera Brasil, con un día más de descanso.
Arrancada de caballo, parada de mulo. Se cumplía el segundo minuto de partido cuando Pedro pretendió asustar a Buffon con un tiro cruzado, demasiado desviado. Y no hubo más, salvo aquella jugada vertical entre Iniesta y Ramos consumida en la frontal. Italia no se inmutó; contragolpeó primero y, dado que España no presionaba y se debatía en la espesura, decidió pasar al ataque. Maggio entraba por la banda de Alba como un huracán; Giaccherini subía por la de Arbeloa; Candreva y Marchisio protegían a Pirlo, el «regista», y éste se apoyaba en De Rossi para plantarse ante Casillas en cuatro toques.
Y Casillas estaba. Es talismán. Despejó casi en la frontal el gol que cantaba Maggio, que, después de que Gilardino y De Rossi lo ensayaran, chutó fuera. Italia llegaba fácil arriba; España, desbordada. Y asfixiada, como el púgil que recibe el primer impacto en el hígado y se queda sin respiración para el resto del combate. Sólo Iniesta sabía lo que hacer con el balón, pero nadie se movía a su alrededor. Torres, si acaso, era el menos estático, pero el acierto que tuvo contra Nigeria le abandonó frente a los italianos. Buffon no hizo ni una parada. En la portería contraria, Casillas tiró de manual y protagonizó un par de milagros de los suyos. Solo ante el delantero, intuía y despejaba; de nuevo a Maggio, a Marchisio... Los italianos le llegaban sueltos; ganaban la espalda a Jordi Alba; parecía mentira, superaban incluso a Piqué, y a Arbeloa. Con Ramos costaba más trabajo y lo que procedía era un cambio táctico: ¿recuperar el doble pivote? Busquets ni frenaba ni construía. Tenía por delante un centro del campo poblado de bajitos despistados, sin rapidez, sin fluidez, sin velocidad y sin brújula. Quizá con Javi Martínez a su lado, quizá sin Silva, lo que hasta entonces era la suerte del campeón podría convertirse en el fútbol del campeón.
Sin embargo, Del Bosque apreció que el problema no era la ausencia de un muro de contención en la media sino la falta de profundidad, de entrada por las bandas, y Navas relevó a Silva, así Chielini y, sobre todo, Giaccherini, tendrían un motivo de preocupación y limitarían sus alegrías ofensivas. El canario, recambio habitual, no estuvo inspirado; ni la mayoría de sus compañeros. En el bando «azzurro», el centrocampista Montolivo entró por el central Barzagli. Prandelli vio a un rival herido y quiso rematarle cortándole el suministro en la línea de creación, muy tocada.
El calor de Fortaleza era más apreciable en los españoles que en los italianos, más frescos, más rápidos y más ágiles; pero con Navas sobre el césped Buffon empezó a recibir más visitas que Casillas. España recuperaba el control, era menos vulnerable, pero se asfixiaba y ahora permitía que Italia la dominara andando.
Con fútbol de ida y vuelta, cabía pensar que la habilidad y la calidad técnica de los españoles podría imponerse al ímpetu, cada minuto menos apreciable, de los italianos. El segundo tiempo fue español, de principio a fin, como las ocasiones; pero faltó acierto y hubo prórroga. Tembló la Selección como el poste derecho de Casillas con el zambombazo de Giaccherini. A continuación, tres remates altos de Piqué, otro de Ramos y el de Alba. Los defensas hacían de delanteros y se notaba su falta de puntería.
Cabía la posibilidad de que España ganara por persistencia, por dominio, obvio, o que venciera Italia con una jugada aislada... Fue a remolque todo el segundo tiempo y en los albores de la prórroga Giaccherini hizo temblar el poste derecho de Casillas. Luego padeció Buffon; fue el asedio; una ocasión española tras otra; Xavi, a la madera. Empate a palos, y ceros. La hora de los penaltis, 5-5; acierto pleno. El séptimo lo envía Bonucci a las nubes y Navas a las mallas. Felicidad completa.
- Ficha técnica:
0 - España: Casillas, Arbeloa, Piqué, Sergio Ramos, Jordi Alba, Busquets, Xavi, Iniesta, Silva (Navas, m.52), Pedro (Mata, m.79) y Fernando Torres (Javi Martínez, m.94).
0 - Italia: Buffon, Maggio, Barzagli (Montolivo, m.46), Bonucci, Chiellini, Giaccherini, Pirlo, De Rossi, Candreva, Marchisio (Aquilani, m.79) y Gilardino (Giovinco, m.91).
Tanda de penaltis: 1-0: Candreva. 1-1: Xavi. 2-1: Aquilani. 2-2: Iniesta. 3-2: De Rossi. 3-3: Piqué. 4-3: Giovinco. 4-4: Ramos. 5-4: Pirlo. 5-5: Mata. 6-5: Montolivo. 6-6: Busquets. 6-6: Bonucci. 6-7: Navas.
Árbitro: Howard Webb (ING). Amonestó a Piqué (105) por España, y a De Rossi (65) por Italia.
Incidencias: partido de semifinales de la Copa Confederaciones, disputado en el estadio Castelão ante la presencia de 59.000 espectadores. Los capitanes Casillas y Buffon leyeron en los prolegómenos del partido un manifiesto en contra del racismo. Italia portó brazaletes negros en memoria de Stefano Borgonovo.
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