Brasil
La Roja, deconstruida
El Mundial empezó el jueves, un día antes de lo habitual, porque Brasil no quería jugar el viernes 13, que, para más inri, después de 95 años coincidía con la luna llena. Peores augurios, imposible. En el caso de España, horrorosos.
El Mundial empezó el jueves, un día antes de lo habitual, porque Brasil no quería jugar el viernes 13, que, para más inri, después de 95 años coincidía con la luna llena. Peores augurios, imposible. En el caso de España, horrorosos. Después de lo sucedido en el Arena Fonte Nova, es como si sus jugadores hubiesen sido víctimas del ataque de una manada de licántropos... ¿holandeses? Lo evidente: derrota apocalíptica de un equipo sensacional deconstruido en el corto espacio de 45 minutos, un tiempo, el segundo del primer partido. Persiste la maldición.
El campeón jugó hasta el minuto 43 con su estilo inconfundible y dominador; luego, con el 1-1, desapareció, engullido por las fauces de Robben, Van Persie y Sneijder, ávidos de venganza porque la final de Johannesburgo es inolvidable, para bien y para mal. La consumaron. Y fue cruel, tanto como el 1-5 que todavía después del partido duele por lo que pudo ser y no fue. Y mortifica por la paliza recibida. No hay excusas ni siquiera en viernes 13.
Después del penalti provocado por Diego Costa, que convirtió Xabi Alonso en el 1-0, Silva optó por la vaselina del artista, del genio porque lo es, y en lugar del 2-0 saltó al marcador el 1-1 y todo, a continuación, se desmoronó en torno a la campeona del mundo, borrada por Holanda de la faz de la tierra en 45 minutos. Caída de las que dejan huella y alimenta el rencor de los miserables, como si todo lo conquistado hasta aquí fuera tierra quemada.
Fallaron los que no suelen fallar y los demás claudicaron. No hubo respuesta contra la crecida «oranje». Porque al no materializarse el 2-0, que se veía, que estaba ahí, todo fue diferente, frustrante. De la tangible victoria, al fracaso en un minuto fatídico; del triunfo probable, que parecía obvio, a encajar una goleada que sonroja: 1-5 y gracias, porque pudo ser mayor. Fue un cambio radical y tan inesperado como sorprendentes los fallos de Sergio Ramos, Piqué y Casillas, contagiados al resto del equipo, que desapareció mientras la marea holandesa crecía como nunca habría imaginado. Hasta hace nada, el portero y los centrales españoles eran pilares de la zaga, un seguro para sus compañeros; una defensa tan sólida tantas veces, y tan irrelevante, despistada y descosida en este encuentro, en el que encajó tres goles más que en todo el Mundial de 2010.
Cuando Cillessen desvió a córner con la punta de los dedos la vaselina de Silva, en Salvador de Bahía cantaban el gol hasta los enemigos de Diego Costa. Hubiese sido el 2-0 inmediatamente antes del descanso; en el minuto 44, Van Persie ganó la espalda a Ramos, que no estuvo atento ni al marcaje ni al centro de Blind, y sorprendió a Casillas en tierra de nadie con un cabezazo colocado por encima del portero. En lo que parecía un concurso de camisetas mojadas, por esa pegajosa humedad del 87% que reinaba en el ambiente, el empate cayó en las filas españolas como un jarro de agua fría. Luego, el chaparrón.
Con el empate, camino del vestuario, en la alineación de España ni sobraba ni faltaba nadie. Del Bosque armó un equipo muy atractivo que sólo tuvo un fallo y al que cabía exigir, si acaso, más precisión en jugadas que podían ser definitivas en pleno dominio. Quizá por aquello del síndrome del primer partido, la maquinaria chirriaba una pizca, pero inconvenientemente. Y, sin embargo, la Roja destacaba por su dominio de la situación y los holandeses por su tosquedad habitual... hasta el «minuto Silva».
Antes, Diego Costa, personaje más odiado en Brasil que Dilma Rousseff, entró en el área y De Vrij le derribó. Alonso materializó el penalti. Holanda sólo apareció cuando Casillas desvió un tiro de Sneijder, que recordaba al de Robben en Suráfrica. Así, hasta que Silva y el portero holandés cambiaron la historia del partido. A partir de ahí, sólo hubo fallos de España y uno del trencilla: el de Ramos, en el 1-1 de Van Persie; el de Piqué, en el 1-2 de Robben; el del árbitro, en el 1-3 de De Vrij, porque aunque salió mal Casillas, le hicieron falta; el de Iker, en el 1-4 de Van Persie, y de todos, en el 1-5 de Robben. Venganza holandesa consumada; la Roja, desaparecida, y el primer partido, cómo no, perdido por goleada y entre fallos clamorosos. Ya no se puede fallar más, porque el menor de los males sería cruzarse con Brasil en octavos. Lo responsable es analizar la derrota, no encender hogueras para quemar a los campeones del mundo, que aún lo son.
FICHA TECNICA.
--RESULTADO: ESPAÑA, 1 - HOLANDA, 5. (1-1, al descanso).
--ALINEACIONES.
ESPAÑA: Casillas; Azpilicueta, Sergio Ramos, Piqué, Jordi Alba; Xabi Alonso (Pedro, min.62), Sergio Busquets; Silva (Cesc Fábregas, min.78), Xavi, Iniesta; Diego Costa (Torres, min.62).
HOLANDA: Cillessen; Janmaat, De Vrij (Veltman, min.77), Vlaar, Martins Indi, Blind; De Jong, De Guzmán (Wijnaldum, min.62), Sneijder; Robben y Van Persie (Lens, min.79).
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