Real Madrid
La samba sin fin de Marcelo
Casi diez años después de su llegada, el espíritu ofensivo del brasileño es una de las claves del Real Madrid que dibuja Zidane
Casi diez años después de su llegada, el espíritu ofensivo del brasileño es una de las claves del Real Madrid que dibuja Zidane
En los últimos diez años ha cambiado casi todo en el Real Madrid menos la samba de Marcelo en la banda izquierda. Llegó con el pelo muy corto, cara de niño y como el sucesor de Roberto Carlos, pero su nombre, así a secas, sin apellidos, ya tiene un hueco en la historia del club sin necesidad de la comparación con su compatriota. Ha pasado de joven promesa a capitán y referente del equipo con la misma naturalidad con la que cruza la línea del centro del campo y se despoja del traje de defensa. Dice su DNI que es lateral, pero Marcelo es mucho más. Se trata de un delantero camuflado, un atacante que llega por sorpresa y que ha sido aire fresco cuando el Real Madrid se atasca en el área contraria.
Siempre ha sobrevivido a las críticas sobre sus despistes defensivos, porque todos sus técnicos han entendido que el saldo era positivo por todo lo que aporta en campo contrario. Ha marcado 2,7 tantos por curso en los nueve completos que ha vestido de blanco y ha repartido casi seis asistencias por temporada. Este verano se siente fuerte y descansado tras las vacaciones y Zidane tiene claro que va a ser una de las señas de identidad del Real Madrid que está dibujando. En Míchigan, destrozó al Chelsea con una primera parte en la que se condensaron todas sus virtudes y se puede ver su evolución como futbolista. Es mucho mejor defensor que antes, sin dejar de ser uno de los mejores atacantes. Dos goles hizo a los ingleses, pero no es sólo eso. Es también su capacidad para tirar paredes, sacar el balón jugado, desequilibrar con el regate, llegar a la línea de fondo o amenazar con su capacidad goleadora. Todo eso es Marcelo, además de uno de los capitanes y un veterano (28 años) que ya puede enseñar a los nuevos lo que significa jugar en un club tan grande como el Real Madrid.
En los días previos a la última final de la «Champions», Marcelo apareció más serio que de costumbre, al menos de cara a la prensa. En el día de puertas abiertas con los medios, fue el más escueto en sus palabras. No se puede decir que estuviese enfadado, pero sí con prisa por terminar. Respuestas cortas que dejaban entrever la responsabilidad que el brasileño sentía ante lo que se avecinaba. Era la posibilidad de acabar una temporada complicada con un éxito y de dar vuelo a un nuevo proyecto con un entrenador bendecido por la plantilla. Ahora, con la Undécima en las vitrinas y a la espera de que lleguen o se pongan en forma otros pesos pesados, él ha tomado la responsabilidad en este comienzo de curso. Es el Pichichi de la pretemporada blanca (3 goles) y se nota su influencia en un vestuario lleno de canteranos y de futbolistas que no saben si seguirán en el equipo o tendrán que cambiar de aires antes del 31 de agosto.
Él vuelve a ser una de las certezas, porque Zidane quiere que sus laterales ataquen y para eso no hay nada mejor que Marcelo. Ancelotti, con Zizou de ayudante, alternaba a Marcelo y Coentrao en función de la dificultad del partido. En la final de Lisboa ante el Atlético empezó el portugués, pero después tiró de la magia del brasileño para darle la vuelta al resultado. El año pasado, lanzó la remontada en el Camp Nou con el eslalon previo al gol del empate de Benzema. Era el único futbolista sin recambio específico en la plantilla y con Benítez lo jugó todo hasta que una lesión le obligó a parar. «No sé si es el mejor en su puesto, pero disfruto con su juego. Es un ejemplo», dice Zidane.
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